1Hoy saqué a pasear a Alberta, mi perra. Se había lastimado la pata de tanto morderse. El diagnóstico del veterinario: ansiedad, necesita moverse un poco más, jugar un poco más. Los labradores son inquietos y desde hace unos días Alberta recorre el barrio de manera más frecuente, su ansiedad se va controlando y su olfato ya reconoce perfectamente ese paseo que comienza en Ovidio Lagos y Güemes, para caminar entre los restos de un pasado en donde el romanticismo y la marginalidad se daban la mano y al que hoy la construcción de una modernidad sin estilo ha aplastado literalmente entre torres sin alma y baldíos a la espera de la nueva especulación inmobiliaria.
2Lo acusan a Bertolucci de ser un monstruo por haberla expuesto a María Schneider a a una escena en donde Marlon Brando la humilló en Último tango en París, hace 43 años. Aparecen comentarios de toda índole acerca de lo que hicieron o deberían haber hecho tanto el actor como el director. Admiro a Bertolucci como director y esa es una de las películas clave no solo en su cinematografía sino también del cine universal. Tengo un amigo actor que vive en Paris y conocía a Schneider ya que vivía a la vuelta de su casa y me contó que era una mujer muy amable y reservada que durante largos años mantuvo un perfil bajo más allá de que cada tanto aparecía en alguna película, por lo general en un papel secundario. Tuvo recaídas por sus adicciones y su rostro, aún joven, había perdido parte del encanto con el que se transformó en estrella. No debe haber sido fácil compartir cartel con Brando, Jack Nicholson, David Bowie y Marlene Dietrich entre los 19 y los 23 años. El resultado de una obra no refleja los resultados en la vida y si no estás atento la propia obra puede ser tu propio Judas.
3Viajo a Buenos Aires y en el ómnibus empiezo a leer M. Train, el nuevo libro de Patti Smith. Hace más de seis años, cuando se editó Éramos unos niños, mi amiga Lila me lo regaló para el cumpleaños. A partir de la aparición de ese libro Patti Smith comenzó a ser solo Patti para muchas chicas que más allá de conocer o no su música se encontraron con una mujer de espíritu libre, paradigma de los 70 y que daba cuenta en ese hermoso libro en donde las palabras y su historia hecha carne y dolor iban mucho más lejos que sus discos o su condición de madrina del punk. En el nuevo libro ataca de nuevo con su literatura, quizás más valiosa que sus canciones. El relato del encuentro de Patti con Bobby Fischer en Islandia cantando juntos canciones de Buddy Holly es suficiente para comprar ese libro. Patti escribe en un bar de Greenwich Village todas las tardes y reconoce que está atravesada por los libros, que siempre lleva uno consigo y que no puede ir al baño sin tener uno entre las manos. El baño y la biblioteca, en algo nos parecemos.
4Hace unas semanas me compré en vinilo el último disco de Sting, 57TH & 9TH. Gordon Summer regresa con canciones que lo acercan a la última etapa de The Police o a sus primeros díscos solistas, el tema I Can't Stop Thinking About You tiene algo de Message in a Bottle y de Every Little Thing She Does is Magic. El rock aparece nuevamente de manera más clara, con un guitarrista argentino y el baterista de Frank Zappa. El volumen siempre alto y el vaso de bourbon a la mano.
5En 1986 Sting vino por primera vez a la Argentina como solista y yo había sacado dos entradas para ir a verlo al estadio de River con quien era mi novia hasta dos días antes del recital. Mi corazón roto no me permitió ir en soledad a ver el recital pero pude vender las entradas a otra pareja que fue feliz viajando a Buenos Aires a disfrutar del show. Años atrás, cuando estaba en la secundaria me perdí de ver el reencuentro de Almendra en el estadio cubierto de Newell's, por ir a una fiesta de graduación en donde estaba la chica que me gustaba de la escuela. La fiesta era en la terraza del Hotel Presidente y lo único que recuerdo es que bailábamos con Electric Light Orchestra y que esa noche ella y yo sólo nos miramos de lejos. Más cerca en el tiempo seguí perdiéndome shows y otro tipo de eventos por ir tras la búsqueda de amores que nunca se concretaron o que terminaron demasiado pronto. Un síntoma a tener en cuenta.
6Bajo por las escaleras del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) una tarde de calor con la luz cortada y cargado de carpetas que tengo que evaluar como jurado. A lo largo de los años mis viajes a Buenos Aires empezaban o terminaban en ese edificio de la calle Moreno, donde tuve la oportunidad de conocer a todos (o casi todos) los que presidieron ese instituto desde que comenzó la democracia hasta la fecha. Mis viajes y mis recorridos por esos pasillos marcan las décadas políticas, los caminos estéticos y el paso inexorable del tiempo que nos transformó a algunos de jóvenes cineastas en directores ya adultos, maduros que dejaron hace un tiempo la juventud atrás, con todo lo que eso tiene de bueno… y de malo. El recorrido siempre es hacia adelante, nunca hacia atrás. Esculpir en el tiempo, la frase de Tarkovski para hablar del cine y la inevitabilidad del paso del tiempo. Esculpir en el tiempo también lo es en la vida misma, en el propio arte que nos refleja a veces de manera deforme y otras elegantemente. El calor agobiante de Buenos Aires me empuja a un baño a lavarme la cara y mirarme el rostro en el espejo. Los espejos siempre nos dicen algo nuevo.
7Sting mantiene la facha y el pelo de los veintipico y volvió a cantar como décadas atrás. Yo hago cuatro horas de yoga por semana como él, pero el pelo se me ha caído un poco más que al blondo bajista y debo incrementar mis abdominales. Mientras tanto voy con mi Mac a escribir en bares que imagino se parecen al café ´Ino del Village en donde Patti se sienta todas las tardes para narrarnos sus memorias. Aunque desde Rosario sea distinto o no tanto, en Pichincha Hollywood donde vivo, tengo mis bares, como El Riel, del que hasta tengo la llave y es mi propio ´Ino. Cuando los domingos por la tarde el bar abre sus puertas veo desde allí la feria en donde se mezclan lo nuevo con lo viejo o lo nuevo con lo vintage para usar un término más actual y ahí mientras escribo trato de encontrar los vínculos arbitrarios que unen los pensamientos con las acciones y la creación. El disco de Sting, los relatos de Patti o el recuerdo de mis caminatas por debajo de la estación de Bir Hakeim en Paris para buscar el lugar exacto donde se apoyaba Marlon Brando en la película de Bertolucci, todo va y viene en las dosis exactas para que la conciencia de nuestro recuerdo no traicione la construcción del presente.
8El sol atraviesa lateralmente los puestos de la feria y sentado en la ventana del bar veo a la chica de veinte que compra una chaqueta de cuero de los 70, quizás leyó Éramos unos niños y se siente libre, tiene entre sus manos una pequeña libreta donde día a día transforma sus ideas, su cotidianidad en una incipiente poesía que ya dejó de ser el diario personal de la niña de quince y ojalá que el talento esté impreso en esas palabras que no podré leer salvo que se impriman en un libro que posiblemente compraría. Sonríe y esa sonrisa me contagia de ese momento en donde los años están por llegar y no por pasar. Los recuerdos son el presente pero también el futuro y apuesto a que la idea de que lo nuevo que comienzo sobre el papel blanco de la pantalla esta tarde en donde se puede oler el otoño sea tan nuevo como lo fue nuevo aquello que supuso el riesgo del pasado que toca a la puerta hoy, desafiándonos una vez más.