En marzo de 2018 un grupo de mujeres de Las Rosas se organizó para confeccionar pelucas para personas que están bajo tratamiento oncológico. Eran esposas, novias, madres. Pero, sobre todo, eran y siguen siendo solidarias. Así nació “Pelucas Solidarias, caricias al alma”.
“Estaba en tratamiento y fui a buscar una peluca a un grupo de Baradero. Me la prestaron por ocho meses y cuando terminé les ofrecí hacer una sucursal en Las Rosas. Pero ellos nos propusieron que nos largáramos solas porque era otra provincia. Así que fui hablando con otras mujeres, fui logrando ayuda y juntándonos con otras chicas”, recordó Liliana Deppeler, una de las iniciadoras del grupo y actual presidenta de la institución, en diálogo con el periodista Pablo Amadei, del periódico regional El Impreso del Oeste.
Así, en aquel ya lejano 2018 comenzaron en un espacio multiuso del barrio San Cayetano, luego la Municipalidad les prestó un lugar en la Casa de la Cultura, y finalmente a mediados de este año, inauguraron su propio local. Desde esa primera reunión cada sábado a la tarde es sagrado para juntarse a trabajar.
Que con el paso del tiempo se hayan sumado más mujeres, significó que las tareas se repartieran entre varias, a diferencia de los comienzos donde se hacía todo entre dos o tres. "Creo que medianamente cada una encontró su lugar donde pueda sentirse bien en el grupo”, reflexionó Lorena Cravero, una de las colaboradora de las que integra el grupo desde su fundación.
peluca1.jpg
Contención. Hay integrantes que fueron pacientes oncológicas.
Hoy el grupo está conformado por 16 mujeres y cada una tiene su rol. Unas se encargan de la parte administrativa, de hacer que los socios no se atrasen con la cuota, otras clasifican el pelo que se utilizará para la elaboración de las pelucas, algunas las cosen y no falta quien se encargue con delicadeza de peinarlas y mantenerlas. Durante un par de horas el trabajo se combina con el mate, el café, las charlas y los sueños a futuro.
El proceso de confección
No es difícil deducir que la principal materia prima que se necesita para la elaboración de las pelucas es el cabello. Por ello, gracias a campañas de donación, el grupo tiene hoy un stock importante de todos los tonos. Hay que tener en cuenta que para confeccionar una peluca se necesitan unos 12 donantes del mismo color. “Hoy estamos pidiendo pelo de por lo menos 35 cm de largo porque si es más corto cuando comenzás a coserlo queda la peluca muy corta y nosotros no hacemos pelucas cortas”, aclaró Deppeler.
El siguiente paso es el de la clasificación de acuerdo al color y medida. De esta manera los cabellos se van guardando en cajas hasta que se los necesite. Luego, llega el momento de comenzar a coser las pelucas que es un trabajo artesanal y de mucha paciencia. Por ahora el grupo utiliza una máquina de coser tela, aunque el objetivo es comprar una industrial exclusiva para una tarea como esta.
>> Leer más: Cáncer: en 8 años crecieron 75% las drogas en etapa de investigación
En total son siete costuras que se le hacen al pelo hasta poder tener el aspecto de una peluca. Si bien el valor comercial de una peluca ronda hoy los 500 mil pesos, desde el grupo aclaran que todo lo que hacen es gratuito. “Es todo solidario, a pesar de que mucha gente te pregunta cuanto cobramos”, dijo Deppeler.
El contacto con los interesados
Hasta ahora el grupo rosense lleva entregadas 169 pelucas a mujeres de todo el país. “La gente nos encuentra en Facebook porque el grupo nuestro es el primero que sale en las búsquedas de la red social. También en el Instituto de Oncología Rosario tienen nuestro contacto”, indicó Deppeler.
Una vez que la persona interesada se contactó, hay un intercambio de mensajes y recolección de datos para conocer las necesidades. Las pelucas pueden retirarse personalmente o se envían por correo si es el deseo de la mujer.
peluca3.jpg
Al trabajo lo hacen con una máquina de coser hogareña. Ahora tienen por objetivo conseguir una industrial para agilizar las tareas.
“Al regreso la restauramos y la ponemos otra vez en circulación”, explicó la presidenta y agregó que actualmente tienen entre 25 y 30 en préstamos. Generalmente se hace un contrato de comodato por seis meses con un garante, que si bien es una figura que suele asustar, se utiliza por si algo le pasa al paciente. “Aunque no lo creas, muchas veces tenés que pedir por favor que te devuelvan las pelucas”.
Solidarias en todo el país
Además del de Las Rosas, en la provincia existe otro grupo como “Pelucas Solidarias” en San Lorenzo. En el país, en tanto y con diferentes nombres, existen al menos unos 50 con el mismo objetivo: ayudar a quienes transitan por tratamientos oncológicos a pasarlo mejor.
La pérdida del pelo suele ser un efecto secundario de los tratamientos con quimioterapia porque se atacan células de crecimiento rápido como las raíces del cabello, por ejemplo. Y es que a veces no pensamos lo importante que es el cabello hasta perderlo porque va de la mano con la pérdida de autoestima, del no reconocimiento frente al espejo, o de la mirada prejuiciosa de los otros. “La sociedad margina mucho. La mirada del otro importa. Vos te sentís mirado y te sentís con un montón de incertidumbres por el momento que estás pasando. Muchas veces hay una mirada de consternación o lástima y con una peluca ni se dan cuenta y hasta te elogian el corte nuevo de pelo que te hiciste”, contó Deppeler.
Por su parte, Lorena Cravero todavía recuerda las primeras entregas de pelucas porque “fueron épocas muy movilizantes. Era todos los sábados dos o tres entregas de gente que venía y te contaba sus historias. Escuchabas muchas cosas que te movían. Uno termina siendo una partecita pequeña de esa gente. Nos ha tocado gente que se recupera y gente que no”.
En tanto Deppeler reconoció que el uso de la peluca “es muy contenedor. Grupos como el nuestro contienen porque muchas de las chicas que estamos en esto pasamos por la enfermedad. Entonces cuando viene alguien sabemos de qué se trata. No es solo el uso de la peluca”.
Deppeler concluyó que “la persona que viene no tiene ni vergüenza ni temor. En realidad, a veces nosotros tenemos miedo de que no encuentre algo que le guste”.