Gustavo Pedemonte tiene 60 años. Nació y creció en Corrientes, hasta que fue a estudiar la carrera de suboficial. Formaba parte de la Segunda Sección de la Compañía B del Regimiento 7 de La Plata cuando en abril de 1982 fue movilizado a Malvinas. Le tocó pelear en Monte Longdon, escenario del combate más encarnizado de la guerra, ocurrido entre el 11 y el 12 de junio. Fue herido y el 13 de junio volvió al continente. Cuarenta años después, este cabo retirado del Ejército fue uno de los cuatro ex combatientes que esta semana participaron de una experiencia arqueológica en el campo de la batalla de Pavón. Una experiencia única en Latinoamérica, donde exsoldados se unieron a un grupo de investigadores para rastrear vestigios de contiendas. Para Pedemonte fueron tres días inolvidables, que le sirvieron también para corroborar que la guerra “es cruenta y espantosa en todo lugar y en todo momento”. Y también para convencerse de que, antes y después, los que ponen el cuerpo, la sangre y las tripas “son los soldados, que muchas veces no saben por qué ni contra quién van a pelear”.
La arqueología tiene algo que ofrecerles a los veteranos de guerra, para realizar búsquedas en sitios de combate y vivir así una instancia terapéutica. Pero ellos también tienen algo que aportarle a la ciencia, desde la vivencia propia del campo de batalla. Este ida y vuelta ya tiene experiencias en Europa (sobre todo en Gran Bretaña) y en los Estados Unidos. Pero ahora, de la mano del Equipo de Arqueología Memorias de Malvinas y del Centro de Salud Mental “Veteranos de Malvinas” se llevó adelante la primera campaña con la participación de excombatientes del conflicto bélico de 1982. El lugar elegido fue el campo de batalla de Pavón, que el 17 de septiembre de 1861 enfrentó a las fuerzas porteñas comandadas por Bartolomé Mitre con el ejército de la Confederación, que lideraba Justo José de Urquiza.
Allí desarrolla sus investigaciones el Centro de Estudios de Arqueología y Antropología del Conflicto, a cargo del doctor en antropología Juan Leoni y que depende de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. El proyecto, denominado "Investigación Arqueológica de la Batalla de Pavón", se viene llevando a cabo desde 2019, de la mano de un equipo de investigadores. Pero esta vez se incorporaron los veteranos Pedemonte, Silvio Katz, Fabián Abraham y Jorge Soto.
Fueron tres días de trabajo exhaustivo, y “aunque parezca mentira, se hallaron muchas piezas, entre proyectiles de armas portátiles, balas esféricas, pequeñas piezas de artillería, hebillas de correajes y restos de armas de fuego”, cuenta Leoni a La Capital. Y abunda: “Es sorprendente por la cantidad de tiempo que pasó. Hay material para recuperar y hacer investigaciones; por supuesto, lo que queda es muy chico, las piezas más grandes y las armas completas dejaron de estar hace ya tiempo”.
Experiencia única
El acercar a los veteranos de guerra a la investigación forma parte de un proyecto que busca brindarles un aporte para su bienestar emocional. Basados en la investigación de sitios arqueológicos de antiguos campos de batalla y fortificaciones del siglo XIX, y de los estudios relacionados con Malvinas, los promotores de la actividad propusieron un involucramiento directo de los veteranos con objetos del pasado y con las actividades que rodean al hallazgo, recuperación y posterior análisis. Esta singular experiencia, única en América latina, permite revalorizar su rol como actores principales y activos de la historia.
VETERANOS FABIÁN ABRAHAM Y SILVIO KATZ CON DIANA TAMBURINI.jpg
Los excombatientes Fabián Abraham y Silvio Katz, con Diana Tamburini, en pleno trabajo de campo.
A su vez, contaron en esta ocasión con la asistencia de los profesionales de la salud mental del Centro “Veteranos de Malvinas”, perteneciente a las Fuerzas Armadas, que trabajan desde 2004 en la atención psicológica y psiquiátrica del stress postraumático de guerra que sufren los ex combatientes.
El proyecto apunta a brindar, a través de la investigación, beneficios como la actividad al aire libre, el “placer del hallazgo, la concentración plena y el foco en una misión”. La actividad arqueológica (reconocimiento del terreno, prospección, excavaciones) es esencialmente en lugares abiertos; el descubrimiento de objetos provoca sentimientos de logro y placer, y vincula a la persona con el pasado histórico en una experiencia única para los sentidos; el trabajo arqueológico requiere de concentración y foco, con efectos positivos frente a la ansiedad y pensamientos negativos, y la participación en proyectos arqueológicos proporciona a los veteranos la posibilidad de colaborar a algo colectivo, contribuyendo a su autoestima.
En el medio está la reflexión terapéutica: compartir la experiencia vivida y a través de la puesta en palabras trabajar con las asociaciones que cada veterano genere en relación a la vivencia de campaña y su experiencia de guerra. “No sé si decir que esto es curativo de por vida, pero sí que lo recomiendo, porque la vivencia recogida esos tres días es realmente valiosa”, reflexiona Pedemonte.
Pero la contribución es mutua. "Los veteranos, como protagonistas de un hecho bélico, pueden relacionarse de otra manera con el objeto de estudio. Y el hecho de haber participado en episodios tan traumáticos ayuda a completar el aspecto humano de la batalla", reflexiona Leoni.
Regresar a uno mismo
“Cuando estábamos en el terreno y empezamos a hacer descubrimientos de municiones esféricas y parte de fusiles, fue como regresar y verse a uno mismo”, cuenta por su parte el excombatiente. Y dice: “Hace 150 años, en ese terreno, la gente se estaba matando, y pensamos lo terrible que debió haber sido en esa época, sin anestesia, sin morfina ni elementos quirúrgicos. Esos soldados habrán quedado en el terreno, desangrándose, mutilados, sin asistencia. La guerra es terrible para todos, en cualquier época, pero yo en un punto me veía a mí mismo”, dice el sobreviviente de Monte Longdon.
VETERANOS MONTE LONGDON.jpg
Soldados movilizados en Monte Longdon, escenario del combate más encarnizado de Malvinas.
Los veteranos de guerra se sumaron a un equipo grande de profesionales, incluso de otras universidades, como Carlos Landa y Sebastián Ávila, ambos de la UBA, y estudiantes de antropología de la UNR.
El proyecto “Investigación Arqueológica de la Batalla de Pavón”, del que también es responsable Diana Tamburini, se realiza en la Estancia Los Naranjos, perteneciente a la familia Rueda, que en la época de la batalla se llamaba Palacios. Los cuadros de época permiten ver el casco de la estancia. Está ubicada en jurisdicción de Rueda, localidad del departamento Constitución que se levanta a 20 kilómetros de la cabecera departamental y a 62 kilómetros al sur de Rosario. En ese pequeño pueblo, los veteranos también hicieron su aporte, con una charla a los alumnos de la Escuela N°191 Doctor Pedro Rueda.
VETERANOS BATALLA DE PAVÓN.jpg
La Batalla de Pavón retratada por Ignacio Manzoni. Museo Nacional de Bellas Artes.
Leoni reconoce que había toda una duda respecto a cómo sería la participación y la reacción de los exsoldados, pero esto quedó disipado sobre el mismo terreno. “Todos comentaron que hicieron una buena experiencia, que se entusiasmaron mucho con el trabajo. Está claro que realizaron ciertas conexiones con sus vivencias, como cuando encontraron balas de plomo”, comenta el investigador. Pero aclara: “Esto se hizo con la supervisión del Centro de Salud Mental «Veteranos de Malvinas», del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, que estuvieron para asesorar y contener". Además, una enorme colaboración de la comuna de Rueda”.
Pedemonte lo cuenta en sus propios términos: “No solamente me hizo muy bien, sino que me sirvió para entender lo que era la guerra en el siglo XIX. Había unas bolas de plomo, en algún momento pensábamos lo que habría sido recibir un impacto de esas municiones en el cuerpo. La batalla era muy sanguinaria, vimos restos de lanzas que tendrían entre tres y cinco metros y nos preguntábamos lo que habrá sido quedar atravesados por algo así. La guerra deja heridas profundas, en el cuerpo y en el alma. Y vaya uno a saber qué idea tenían los soldados que iban al combate de lo que pasaba en Buenos Aires”. Tampoco se asombra: “A Malvinas fueron muchos compañeros nuestros que no sabían ni dónde estaban esas islas”.
VETERANOS GUSTAVO PEDEMONTE Y ESTUDIANTE LEONARDO ARAMBURU.jpg
Gustavo Pedemonte, en el lugar de la contienda histórica, con un estudiante de la UNR.
Para cerrar, Leoni dice que la intención es seguir convocando a veteranos, pero que no necesariamente tiene que ser en Pavón. Desde ya, Arqueología y Antropología del Conflicto está trabajando ya en la localidad de Rojas, al norte de la provincia de Buenos Aires, donde el ejército de Mitre comenzó su concentración, previa a la batalla. Y hay un proyecto de comenzar a investigar en La Vanguardia, también en el departamento Constitución, que debe su nombre justamente a que la vanguardia del ejército de Urquiza acampó allí antes del combate. También están en la búsqueda del sitio histórico exacto donde tuvo lugar la llamada Masacre de Cañada de Gómez, donde el ejército de Buenos Aires pasó a degüello, el 22 de noviembre de 1861, a 300 confederados que se habían acantonado después de Pavón.