Los dos hombres que ayer contaron esta escena son Aldo R., que vive muy cerca del lugar del hecho, y Osvaldo P., quien tiene un taller mecánico en Río Negro al 6300.
Por Lucía Demarchi
Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Los dos hombres que ayer contaron esta escena son Aldo R., que vive muy cerca del lugar del hecho, y Osvaldo P., quien tiene un taller mecánico en Río Negro al 6300.
Aldo contó que el 31 de marzo de 2016, poco antes del siniestro, caminaba por la diagonal cuando vio el auto de Schmitt que frenaba en un lomo de burro y volvía a arrancar a altísima velocidad.
Osvaldo contó lo mismo: estaba en la puerta de su taller cuando lo vio pasar. "Era un Audi gris. Me acuerdo hasta la patente; 093", recordó el hombre, quien forma parte del consorcio barrial que gestionó ante el municipio que se colocaran badenes frente a dos jardines de infantes que hay sobre la diagonal por la velocidad a la que circulan los autos por allí. Tras ver pasar el auto, Aldo cruzó la calle hasta el taller de Osvaldo, cuando sintieron el golpe.
"Sentimos un estruendo terrible y cuando salimos las luces (de la calle) estaban como en intermitente. Nos acercamos y cuando íbamos llegando vimos pedazos de la moto y un brazo del chico tirado cerca de la cupé (por el Audi)", dijo Osvaldo. El auto ya estaba incrustado en la columna de alumbrado público. "En ese lugar no había luz. El muchacho estaba tirado en el costado con un brazo colgando. Le faltaba una pierna también. Los muchachos que lo había chocado estaban hablando por celulares. Lo escuché (a Schmitt) que decía «¡Qué cagada me mandé! ¡Me quiero morir!»", aseguró el vecino.
"El es mecánico. Siempre pasaba por ahí en autos y en motos muy grandes. Siempre muy fuerte", remarcó Osvaldo.
Otro de los testigos que ayer pasó por tribunales fue el coordinador del Gabinete Científico Técnico de la Policía, Rubén Arévalo, quien sostuvo que, por las marcas en el pavimento, la hipótesis que manejan es que Schmitt circulaba en dirección suroeste por el carril que le correspondía y que a la altura de Campbell quiso esquivar una elevación de unos 5 centímetros que había en el asfalto y que por eso se pasó a la mano contraria. Fue en ese momento que embistió al cadete, que iba en moto, y por la velocidad a la que iba el auto no pudo esquivarlo. "Si hubiera agarrado la elevación a la velocidad a la que iba el auto iba a quedar en el aire. El conocía la irregularidad y por eso intentó esquivarla", sostuvo el pesquisa, consolidando la teoría fiscal de que se trataba de una práctica habitual para el acusado.
El último en declarar fue Esteban A., un muchacho de 27 años, también mecánico, que iba en el auto junto a Schmitt cuando ocurrió el siniestro. El hombre dijo que los dos iban muy concentrados escuchando una vibración que hacía el auto. "Cuando levanto la mirada veo todo oscuro y de golpe veo algo gris. Ahí fue el accidente", contó. Y, pese a que iba dentro del auto y también es mecánico, dijo que no podía estimar a qué velocidad iba el vehículo.
Ante una pregunta de la Defensa sostuvo que nunca sintió que el modo en el que Schmitt conducía su auto hubiera puesto en peligro la vida de terceros.