La ambulancia cruzó como un tiro la calle Mendoza, escoltada por dos motos con las sirenas encendidas. Los vehículos dejaban atrás una densa columna de humo que se extendía a unos 400 metros del acceso al Aeropuerto Internacional Rosario. En ese lugar se desarrolló ayer al mediodía un simulacro de accidente aéreo inédito en el país, por su complejidad y la cantidad de involucrados. Durante casi dos horas, bomberos, personal de Defensa Civil y del Sies tuvieron que contener el fuego de una aeronave que se estrelló minutos después de despegar, rescatar 35 personas y socorrer a 23 heridos, 9 de gravedad.
Por normativa de la La Organización de Aviación Civil Internacional (Oaci), el aeropuerto de Fisherton debe realizarse anualmente simulacros de accidentes. Y, cada dos años, las simulaciones deben ser más complejas para poner a prueba la capacidad de acción de sus equipos de emergencia.
Según explicó el director de la región centro de la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac), Hernán Funes, el simulacro realizado ayer en avenida Illia, a la altura de la garita 14, se trató de "uno de los más complejos" realizados hasta ahora en un aeropuerto del país.
"La hipótesis de trabajo fue muy exigente al situar el siniestro en un lugar fuera del aeropuerto y en un punto donde debían intervenir varias jurisdicciones y coordinar las acciones en el lugar del accidente", explicó el funcionario, que actuó como veedor del operativo.
Y destacó que "si bien se manifestaron algunas cosas que aún hay que pulir", fue un operativo exitoso, donde hubo un alto grado de coordinación, profesionalismo y compromiso" de todos los participantes.
Como el avión de Lapa. Para el simulacro desarrollado ayer se pensó un escenario de una aeronave que pierde altura a pocos metros, choca contra la avenida Arturo Illia e impacta sobre un colectivo y tres autos que circulaban por la avenida al momento de la colisión.
Para muchos de los que intervinieron, las similitudes con el vuelo 3.142 de Lapa eran notables. El 31 de agosto de 1999, la nave se estrelló cuando despegaba hacia Córdoba protagonizando uno de los accidentes más graves de la historia de la aviación argentina. Murieron 65 personas y otras 17 resultaron heridas de gravedad.
En el descampado ubicado a unos 400 metros del aeropuerto, se ubicaron el avión incendiado, el colectivo tumbado y los autos. Entre ellos, más de 20 vehículos de emergencia, un avión hidrante, un helicóptero y 200 personas desplegaban tareas para controlar el siniestro y facilitar el rescate de las 35 víctimas, nueve de ellas con un cuadro crítico.
Una hora después de comenzado el fuego, todas habían sido trasladadas a los centros de salud correspondientes a la complejidad de su estado. Varios médicos recordaron entonces que cuando se produjo la explosión de gas del edificio de Salta 2141, se trasladó a 100 personas en apenas dos horas.
El director del Sies, Adrián Pafundi, destacó el aporte de estos simulacros para la capacitación de los profesionales de emergencia. "Se planteó un evento con múltiples víctimas, donde hubo que categorizar a los pacientes y trasladarlos de acuerdo a su estado". Hace un mes, los profesionales del Sies participaron de otro simulacro del incendio de un boliche en la zona de La Fluvial y, en noviembre, el escenario será una de las salas de convenciones de Alto Rosario.
El subdirector de Defensa Civil del municipio, Gonzalo Ratner, destacó el nivel de coordinación alcanzado por todos los participantes. Voluntarios del instituto de educación física General San Martín a quienes les tocó representar a los heridos, bomberos Zapadores, de la Anac y Voluntarios, de Rosario y de Funes, las áreas de emergencia de las dos localidades y el Centro Cooperativo de Rescate y Emergencias Portuarias que aportó el hidrante y el helicóptero.
Ojos bien abiertos. El humo, las sirenas de los camiones de bombero y ambulancias, los cuerpos de los heridos tendidos en el piso y, sobre todo, el Air Tractor 502 B color amarillo que iba y venía echando una lluvia de agua sobre el avión siniestrado no pasaron desapercibidos entre los vecinos de esa zona de Funes que rápidamente salieron celular en mano a la caza de fotos.
"Ya estábamos advertidos de la realización del simulacro, por eso no nos lo queríamos perder", señaló Patricia Zanabria mientras seguía los movimientos rasantes del hidrante con algún temor por lo cerca que pasaba de los cables del alumbrado público. Su hijo, al lado, advertía sobre el estado del pavimento. "Las ambulancias no pueden ir más rápido por los baches que hay", aseguraba.
Irina de Bueno y Mauricio Oderda estudian la carrera de comisario de a bordo, despacho y señalero en el aeropuerto Islas Malvinas. Y aprovecharon la ocasión para ver en vivo y en directo lo que tantas veces les explicaron en el salón de las materias búsqueda y salvamento o procedimientos de emergencia.
No es la primera vez que ambos eran testigos de simulacros, pero "nunca de este tipo de accidente particular que, generalmente, tiene baja tasa de supervivencia", decían con entusiasmo mientras destacaban lo que consideraban dos fallas del operativo: "Hay gente sin hacer nada y entorpeciendo el trabajo y, sobre todo, muchos curiosos cerca del lugar del siniestro, incluso con niños, lo cual es peligroso", apuntaban. Aun así, la evaluación general de la experiencia era "muy buena".
Minutos después de la una, la última de las ambulancias partió llevando a un joven herido. Luego, todos los que participaron del operativo se unieron en el centro del predio y un aplauso enorme reemplazó a las sirenas de los vehículos. La tarea había terminado.