Matías Bottoni y su familia en su casa de San Jerónimo Sud
meA fines de septiembre, la familia de Matías Bottoni solicitó a la obra social una silla diseñada particularmente en Estados Unidos para el joven de 17 años que se recupera de una lesión en la cervical. La aprobación por parte de la prestadora de salud se dio, pero las trabas para importar este tipo de productos hacen que la espera tenga una demora de cuatro a seis meses.
La obra social de Matías Bottoni efectuó el pago, que según la familia ronda los 5 millones de pesos. Acto seguido, el comercio especializado en ortopedia la encargó a una fábrica de Michigan en Estados Unidos, ya que no se fabrica en el país. Ahora sólo queda esperar: “El límite de entrega es de 120 a 180 días”, contó Valeria Grimaux, madre de Matías, a La Capital.
Actualmente el joven de 17 año cuenta con una silla genérica prestada por la clínica Aprepa. “No es para mí”, reclamó Matías a este medio. La cantidad de horas en la silla le genera dolores en la espalda e incomodidad. “Que una persona tenga que esperar seis meses para una silla de ruedas es una locura. No es solamente Matías, es un montón de gente”, sentenció Valeria.
Las sillas de ruedas, prótesis o equipamiento para la rehabilitación generalmente son confeccionadas en el exterior y se preparan a demanda. “La silla de ruedas de Mati no es como ir a comprar un casco de bicicleta, tenés que medir el ancho de cadera, el largo de frente, el alto desde el talón, la espalda y el respaldo y en base a eso se fabrica la silla que te sirve”, dijo Luciano Bottoni, padre del joven. Además, remarcó que el pedido a Michigan especial porque “si bien hay otras marcas en otros países”, allí hacen la que necesitan los pacientes como Matías, que agregó: “No cualquiera se puede sentar en cualquier silla”.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
En esta línea, Matías mostró su carácter ante la demora: “Y juegan con la salud de los pacientes, por una cuestión postural y aparte, me guste o no, la realidad es que la necesito para moverme”. La silla que actualmente utiliza es transitoria, hasta conseguir el elemento que llegue de Estados Unidos.
En mayo de 2025, el gobierno nacional dispuso una nueva regulación sobre los trámites para el ingreso al país de productos con fines de uso personal. Esta decisión se dio a partir de la disposición 2565/25 y permitió reducir el tiempo para adquirir sillas de ruedas, bastones, cintas kinesiológicas, y otros productos médicos a un máximo de seis meses. En concreto, lo que tardaba más de un año, ahora se redujo a seis meses. De todas formas, el plazo pone en aprietos a los pacientes.
Cómo sigue Matías Bottoni
“No te podría decir que hay más momentos buenos que malos ni que más malos que buenos, porque que hay de los dos”, respondió Matías a La Capital. De lunes a viernes continua con su recuperación en Aprepa, con sesiones de hidroterapia, kinesiología y terapia ocupacional. Matías Bottoni habló con este medio desde la casa que su familia alquiló en San Jerónimo Sud.
Acompañado por sus padres, a Matías siempre le falta un poco más en cada sesión. “Mati sacó un poco de pesimismo de mí y es deportista”, dijo Luciano y reconoció que Valeria es más optimista.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
Allí interrumpió Valeria y reconoció: “Quisiéramos hacer más a veces, y a veces no sabemos cómo.
Cambio de vida
La vida de los Bottoni era una más de las tantas que hay en Rosario. Padre y madre profesionales y con sus hijos, Matías entrenando, y el pequeño Juan Ignacio en primaria. El accidente del 10 de mayo en el Parque Olímpico de Buenos Aires, donde el deportista se lesionó la cervical, fue un vuelco en sus vidas.
Hoy Luciano vive en Rosario. Se encarga de Juan Ignacio, que sigue con sus actividades, de la casa y de la logística para Matías y Valeria. Todos los días viaja a San Jerónimo para estar con su esposa. Caída la noche regresa porque al otro día vuelve a empezar con su hijo más chico.
Por su parte, Valeria duerme de domingo a jueves en la clínica Aprepa junto a Matías. Lo ayuda todas las mañanas y los tiempos donde su hijo hace actividades de rehabilitación aprovecha para regresar a la casa, limpiar o ir hasta la comuna a pagar los impuestos y preparar comida, aunque el joven mantiene una dieta especial, los canelones de verdura son sus preferidos.
En tanto, Matías retomó semanas atrás la secundaria en la plataforma del Servicio de Educación a Distancia al Exterior (Seade), que el Ejército argentino pone a disposición de deportistas de alto rendimiento para terminar el secundario. No le gusta estudiar ni leer, no tiene problema en reconocerlo. Sin embargo, sus notas son de excelencia y fue mejor promedio en el colegio Dante Alighieri. “Matías en eso salió a mi, yo estudiaba un rato antes y era abanderada”, dijo entre risas Valeria.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
En San Jerónimo Sud la vida de los Bottoni transita entre el silencio de un pueblo interrumpido por el canto de los pájaros. Si bien todos en el pueblo ya los conocen, la familia destaca que son muy solidarios y pueden vivir un día a día tranquilo mientras enfocan sus fuerzas en la recuperación del joven de 17 años.
Cómo fue el accidente de Matías Bottoni
El sábado 10 de mayo, Matías se accidentó en el Campeonato Nacional de Mayores, que se disputaba en el Parque Olímpico de Buenos Aires. En el precalentamiento antes de nadar por la medalla, el joven se tiró a la pileta y chocó con otro nadador que cambió de carril antes de salir del natatorio. El rosarino se llevó la peor parte: una lesión en la médula y daño en la quinta vértebra cervical.
El primer destino de Matías fue el hospital público Santojanni. Luego fue derivado al hospital Italiano de Buenos Aires. Sus padres, que se encontraban en Carcarañá en una competencia deportiva de su hermano, viajaron de urgencia a acompañarlo. El diagnóstico esa primera noche no era el mejor. Los médicos fueron directos y la esperanza de vida de Matías estaba comprometida, sin embargo superó la noche, fue operado el lunes a primera hora, luego de una colecta solidaria en tiempo récord, en donde se consiguieron 60 millones de pesos en apenas 24 horas.
Luego pasó al Fleni, instituto especializado en neurología, pero la familia Bottoni no quedó conforme con la atención y buscaron alternativas, la cual encontraron en le clínica Aprepa de San Jerónimo Sud de Santa Fe.
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