"No ocurrió una tragedia de milagro. Esto es un enorme peligro para cualquiera que pase por ahí. Mi hermana zafó porque no le dio de lleno, pero estuvo cerca de morir". Con ese tono directo y desgarrador, la hermana de la mujer a la que le cayeron varios trozos de mampostería sobre su cabeza mientras caminaba, a las 8 de la mañana por Montevideo y Sarmiento, describió el angustiante episodio por el que tuvo que ser trasladada e internada en un sanatorio céntrico de la ciudad.
Este hecho puso nuevamente sobre el escenario de replanteos y de discusión pública, el preocupante estado edilicio de los inmuebles antiguos y el débil compromiso que se asume para cumplir con las necesarias tareas de control y mantenimiento.
Los pedazos de mampostería cayeron ayer desde la planta alta de una vieja casona ubicada en esa esquina céntrica. Debajo funciona una de las panaderías más tradicionales de la ciudad. Y arriba desarrolla sus actividades un centro de salud mental. Es una intersección por la que transitan cientos de personas por día, por lo que si hubiera sucedido en otra jornada con más actividad escolar, o en otro horario, podría haberse transformado en una auténtica tragedia.
La mujer está ahora fuera de peligro, pero sufrió heridas cortantes en la cabeza y en las piernas que obligó a practicarles estudios de supervisión en el sanatorio Americano.
"Mi hermana no murió por milímetros. Pero no podemos estar expuestos todos los ciudadanos a esto. Hay que caminar mirando para abajo porque las veredas están rotas, a los costados para que no nos roben y también para arriba para esquivar estos desprendimientos. No se puede vivir así", destacó Mariana, la hermana de la mujer que sufrió este duro trance.
"Alguien se tiene que hacer cargo de este tipo de casos. Porque la ciudad está llena de estas casas viejas, que nadie sabe en qué estado están. Eso es un riesgo permanente para todos. Y sólo por una cuestión de suerte no hay consecuencias más graves", exclamó con indignación.
"Tengo en claro que mi hermana pudo haber muerto", confió con la voz apretada.
La víctima de este desprendimiento tiene 45 años, es profesional, soltera y trabaja en Tribunales. Vive a un par de cuadras de la esquina del accidente y habitualmente toma ese trayecto para ir caminando a cumplir sus obligaciones laborales. "Le gusta ir por Montevideo porque es una calle más tranquila que la avenida Pellegrini", contó su hermana.
Vive sola, y el martes anterior había regresado de sus vacaciones. Esa reinserción estuvo teñida por el dolor y la angustia que le provocó esta caída de material sobre su cabeza.
Rumbo a Tribunales
Habían pasado unos pocos minutos de las ocho de la mañana. El jueves asomaba con altas temperaturas de arranque y las responsabilidades laborales direccionaban el rumbo de esta mujer. Cuando atravesaba la intersección de Montevideo y Sarmiento, se le cayeron pedazos de mampostería del primer piso de la vieja casona ubicada en reconocida esquina.
Mientras caminaba por la vereda de los impares, varios trozos de material se le desprendieron sobre la cabeza. En ese momento, las responsables de la panadería salieron y asistieron a la mujer que, según los testigos ocasionales, en los primeros pasajes perdió el conocimiento por efecto de los fuertes impactos.
"Por suerte los de la panadería ayudaron a mi hermana, me avisaron a mí, me contaron qué le había pasado y dónde estaba. Fueron una ayuda muy importante porque la atendieron hasta que llegaron los de la ambulancia", relató la hermana.
En ese lugar, con manchas de sangre sobre su cuerpo, su ropa, su teléfono celular y sobre sus carpetas y expedientes de trabajo, los médicos del Sies (Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria) realizaron las primeras curaciones, ante el estupor por lo sucedido en una esquina muy transitada de la ciudad.
"Ella ya está bien, tuvo traumatismo de cráneo, con heridas cortantes en cráneo y pie", señaló el doctor que la atendió sobre la vereda. Tras esa primera atención, la mujer fue trasladada al sanatorio Americano, donde tenía cobertura su obra social, y tras varios estudios y evaluaciones pudo salir de peligro.
Durante su internación, fue visitada por el dueño de la vieja casona que fue acompañado de su abogado.
En las últimas horas de la tarde, la mujer regresó a su casa. Dolorida, vendada por todos lados y con indicación médica de reposo y control por varios días para recuperarse del mal trance que atravesó. Mientras tanto, los interrogantes, las dudas, y los reclamos por el estado de estos inmuebles antiguos siguen atormentando sus recuerdos inmediatos.