"Ahora sí, esto es un barrio", dice orgulloso Miguel, parado en la puerta de su casa, casi en la esquina de Servando Bayo y 27 de Febrero. El hombre llegó a vivir a Villa Banana hace 40 años, uno de los asentamientos populares más antiguo, extenso y poblado de la ciudad. Y, en los últimos años, también uno de los que concentra un mayor índice de "violencias altamente lesivas", como se llama en las estadísticas a una larga lista de conflictos que incluyen balaceras, heridos de arma de fuego, homicidios y usurpaciones.
De la comitiva participó Sergio Fajardo, alcalde de Medellín (Colombia) entre 2004 y 2007, gobernador de Antioquía (2012 a 2015) y mentor del proceso de recuperación de la ciudad conocida a principios de los 90 como la ciudad más violenta del mundo.
La caminata comenzó en Servando Bayo y 27 de Febrero, allí donde los salió a saludar Miguel, contento de presumir ese territorio que, ahora, sí era un barrio.
El largo camino de Villa Banana
De acuerdo a uno de los primeros registros exhaustivos sobre los asentamientos irregulares de Rosario, el realizado por la Fundación del Banco Municipal, allá por octubre de 1992, el barrio que actualmente se extiende a partir del cruce de las avenidas Presidente Perón y 27 de Febrero comenzó a conformarse en los comienzos de la década del 70. Esas primeras casas siguieron la traza de las vías ferrocarril Belgrano, que en ese sector del oeste de la ciudad hacían una curva, esa característica del trazado vial le dio el nombre al barrio: Villa Banana.
En 1980, en Banana vivían 360 familias, en los 90 se contaron 490. Desde 2001, ese número creció casi cinco veces. En febrero de 1999, en el marco del proceso de descentralización de la ciudad, se inauguró en el barrio el Centro Municipal de Distrito Oeste Felipe Moré, el segundo de los seis minimunicipios que existen en Rosario.
El imponente edificio de dos plantas, diseñado por el arquitecto Mario Corea Aiello, es todavía una "rara avis" en esa geografía de modestas viviendas y galpones de talleres industriales. En su momento, se presentó como un hito en la renovación urbana del área y la integración de la zona oeste de la ciudad con el centro y el río. Un proceso todavía en construcción; casi como el barrio que, en pleno mediodía de un miércoles helado, caminan funcionarios, concejales, expertos y periodistas.
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Barrios abonados a los policiales
La presencia resulta extraña para los vecinos, quienes les salen al cruce. Algunos para saludar o sacarse una foto. Otros para reclamar por las cloacas tapadas o la falta de luz. En algunas zonas, el barrio parece aún una obra en construcción: calles nuevísimas, escombros en algunas esquinas, árboles flacos y recién plantados, fachadas de casas mejoradas y nuevos comercios por todos lados.
Escribir "Villa Banana" en la barra del buscador de Google es una invitación a revisar un interminable listado de noticias policiales: "Rosario, vendían cocaína en Villa Banana: los detuvo la PSA in fraganti", es el título de un parte de prensa del gobierno nacional; "Rosario: asesinan a un joven en Villa Banana", dice la crónica del mes de marzo que narra el asesinato de un pibe, el número 33 de este año; "De Villa Banana al Paseo del Siglo: cajas de zapatos con billetes, la "cuenta narco" y un cargo por riesgo", señala una nota de La Capital que sigue la ruta del dinero desde la zona oeste a las cuevas cambiaras del centro de la ciudad. Sólo tres ejemplos.
Esa condición, la de presentar altos índices de violencia lesiva, además de su cantidad de población y la factibilidad de la intervención, explica la subsecretaria de Hábitat del municipio, Josefina del Río, fue la que impulsó la urbanización del barrio. Pero en Banana también pasan otras cosas.
Es el barrio donde nació el "Clásico por la Paz", una iniciativa de la asociación civil Enclave Oeste, que en la previa a los enfrentamientos entre Central y NOB reúne en un amistoso a ex jugadores de ambos clubes que comparten un picado con los pibes del barrio. También el lugar donde los vecinos, junto a la organización Causa, construyeron la escuela popular "Corazón de barrio".
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"Cuando llegamos a presentar el proyecto de urbanización, después de la pandemia, el barrio nos miraba con desconfianza. Pero está empezando a creer", lo define el intendente, mientras avanza por las calles con cordones, casi despobladas de autos donde un grupo de pibes lo desafía a patear un penal.
De Rosario a Medellín
El ex alcalde de Medellín llegó a Rosario invitado por la Fundación Rosario para encabezar una serie de actividades de capacitación a equipos de trabajo municipales. El nombre de Sergio Fajardo se hizo conocido por fuera de Colombia por las políticas públicas desarrolladas para reducir las violencias en una ciudad que en los 90 alcanzó una tasa de 375 homicidios cada 100 mil habitantes (en 2022, el peor año de la serie, Rosario llegó a 22,37). Una cifra que se redujo a fuerza de construir "la mejor infraestructura, en los lugares más vulnerados", como la define, como el parque Biblioteca España del barrio de Santo Domingo Savio, un viejo asentamiento hoy convertido en lugar turístico.
"Rosario no es Medellín", aclara Fajardo y forzando el humor señala que "ojala" hubiera tenido que gestionar los conflictos que actualmente atraviesan Rosario. Mientras recorre Banana, hace preguntas precisas: ¿Hubieran urbanizado el barrio si no tuviera altos índices de violencia?, ¿De qué viven los vecinos?, ¿Por qué no se construye en altura?. También desliza algunos conceptos que bien podrían titular otras notas periodísticas: "En Medellín, las organizaciones criminales no están acabadas, pero su poder destructivo ha disminuido" o "el Estado tiene que ocupar espacios en los barrios, porque cuando se retira los ocupa la violencia".
Después de su recorrida, advertirá lo mismo en el Espacio Cultural Universitario (ECU) donde brindó una conferencia. La actividad tuvo el objetivo de "fortalecer redes de cooperación y fomentar iniciativas innovadoras, que incluyan fundamentalmente a los principales actores del sector privado, entre ellos empresas, universidad y entidades intermedias", según la describe el parte de prensa de la UNR.
Instrucciones para hacer ciudad
Mabel llegó a Villa Banana en el 84, cuando el barrio tenía apenas un par de casas. "Estaba la mía y la de otro vecino por allá", recuerda señalando con su dedo índice el horizonte. "Era un barrio tranquilo, de gente trabajadora, la mayoría llegada del norte. Los chicos se criaban todos juntos y nunca pasaba nada", cuenta y hace memoria y no encuentra el momento en que todo eso se quebró.
La urbanización del barrio comenzó a gestarse en 2016, cuando se delineó el proyecto que logró financiamiento del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Birf) que comprometió el aporte de, números de por entonces, 390 millones de pesos, sin obligación de devolución; que Nación, provincia y municipio se comprometieron a cogestionar con el objetivo de promover la integración física y social de la población, unas 1.238 familias.
La intervención abarcó el sector más denso del barrio, delimitado por 27 de Febrero y Rueda, Servando Bayo y Avellaneda, en donde se abrieron 8 calles y se produjeron mejoras a lo largo de 26 cuadras: con obras de abastecimiento de agua potable, desagües pluviales y cloacales, pavimento, red de alumbrado público, veredas y arbolado.
La apertura de calles obligó a la mudanza 122 familias, cuyas casas ocupaban la traza por donde ahora circulan los autos y la regularización de otras viviendas que ocupaban parcialmente el espacio público. Mabel, quien construyó hace décadas su casa en parte del terreno de la escuela Champagnat, que todos conocen como la de los hermanos Maristas, fue una de las que se resistió a la mudanza. "Me ofrecieron plata, me ofrecieron construirme otra casa, pero no me convencieron _cuenta_. Menos ahora, que el barrio vuelve a estar calmo".
Las obras comenzaron en 2021, cuando la pandemia de coronavirus permitió un respiro. En las fotos que ilustran el "antes" y "después" de los trabajos no sólo cambio la geografía, también los rostros de las personas, parcialmente tapados por barbijos. Las tareas están casi concluidas: resta que se concluyan las cloacas de calle Rueda, para poder avanzar con el pavimento y la instalación del transformador de la EPE que permitirá mejorar conexión eléctrica en el barrio, también parte del alumbrado público.
La Municipalidad tiene en carpeta la urbanización de otros dos barrios: un sector de Tablada, que cuenta con presupuesto asignado del Fondo de Integración Socio Urbana (Fisu) y la zona de Sorrento y Cullen, con financiación del Banco Mundial. Ambos esperan el visto bueno del gobierno nacional.