"Si regamos la semilla
Por Laura Vilche
La docente de guitarra, Silvia Castaños, importó el Método Susuki a Rosario y dejó un legado de 200 alumnos y 12 profesores.
"Si regamos la semilla
una planta crecerá
despacito y con paciencia
muchas flores nos dará"
Sencilla y sabia: así es la canción con la que empezaba a enseñar guitarra a los niños y niñas 24 años atrás la docente del Método Suzuki Silvia Castaños. La letra era parte de su creación, el método no, lo había importado de Boston (Estados Unidos) donde vivió unos años en familia. Lo trajo a Rosario, comenzó un taller en 1999 con ocho niños y terminó armando un departamento Suzuki en la Escuela Municipal de Música Juan Bautista Massa, de Oroño 1540. Cuando se fue de allí, jubilada y después de 22 años de trabajo, dejó un legado de 200 niños y 12 docentes. Las flores de la semilla.
Pero su actividad no terminó al irse de la escuela. Continuó ya no enseñando guitarra a los pequeños, sino escribiendo todo sobre sus clases con el instrumento. Lanzó así dos libros que ya están a la venta en la librería de la Biblioteca Argentina.
Se trata de un pack con "Mis primeras canciones en la guitarra" e "Introducción a la lectura musical", editados por la Editorial Municipal y ambos a la venta. Cuatro de esos niños (hoy adultos) de su primer taller estuvieron en la presentación de los libros la semana pasada: Juliana Pignoni, Julián Cicerchia (hoy dedicado profesionalmente a la música), Manuela Bernárdez y Marina Cabezón. "Fue pura emoción", reconoció en diálogo con La Capital quien fue concertista de guitarra durante décadas.
Los textos ofrecen canciones para enseñar desde los cuatro años. "Es un repertorio que propone un desafío pequeño en cada canción, y que puede ser tocado por los niños para sus amigos, sus padres y abuelos en los actos, lo que los estimula a seguir. Y el libro de prelectura de partituras es casi un aprender a escribir. Va de lo desconocido a lo conocido, y así el pentagrama, lejos de ser algo arduo, se transforma en una fiesta", asegura Castaños.
El primer libro va acompañado con un disco que fue grabado en el Centro de Estudios en Música y Tecnología (CEMyT) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e incluye un código QR, para adaptarlo a las nuevas tecnologías. Y el segundo trae ejercitación lúdica.
Shinichi Suzuki nació en 1898 en Nagoya (Japón) y vivió cien años. Su padre era luthier y se crio en una familia rodeada de instrumentos. Fue un violinista, conoció a Paul Casals, fue educador y un filósofo convencido de que no existen las musas ni el don musical, ni solo el oído, sino que hay que transpirar la camiseta, ensayando y estudiando.
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"Tras tantos años de docencia, yo creo lo mismo", dijo Castaños antes de agregar que "más que el talento innato, hay una destreza y potencial a entrenar como cuando se aprende a hablar. Cualquier niño acompañado por su docente, padres o adultos más cercanos puede desarrollar una habilidad musical".
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Y en este sentido se puso seria: "Cuando digo acompañado por sus adultos más cercanos digo padre, madre, alguien que lo críe. Porque se necesita un acompañamiento sostenido. Primero trabajamos con los adultos, que vienen a clase junto a sus hijos. A ellos les enseñamos las primeras canciones y posturas y ellos luego trabajan junto a nosotros, los ayudan y corrigen en su casa. Formamos un triángulo de enseñanza y aprendizaje".
El método no solo es factible para aprender guitarra, sino que se aplicó en Rosario con piano, violín, violoncello y flauta traversa. "De hecho yo fui madre Suzuki con mi hija Julia que hoy, con 22 años, hace reemplazos de violín en la Sinfónica y en la Orquesta de Cámara de Rosario", señaló Castaños.
¿Te pasó de cruzarte con padres que pretenden que su hijo o hija sea un músico ilustre al igual que quienes los llevan a fútbol esperando que nazca otro Messi?
Sí, pero buscan menos un guitarrista clásico que un futbolista de elite, creo. Siempre los padres influyen en el gusto de sus hijos, yo misma lo viví así con mi hija. Pero Suzuki, que era un humanista, enseñaba que lo importante era el trabajo en conjunto, si bien estaba convencido de que había que comenzar temprano y que había que practicar mucho, no adhería a las presiones, ni a buscar iluminados.
¿Cuánto hay que practicar para aprender?
Según Suzuki, tres horas por día. Pero a ver...todo depende de la edad. Al principio son unos minutos por día, y eso va a aumentando con la complejidad de las obras. Lo importante es la constancia, que estudien diariamente. A veces los padres vienen y dicen "no quiso practicar" y traen al chico con trompa a la clase. Hay que tener mucha paciencia, abordar el trabajo desde el juego. Pero como a mí me gusta jugar eso me costó poco aplicarlo y lograr seguir trabajando sin enojos.
¿Los adultos pueden aprender con este método?
Algunos lo han practicado, yo no. Los adultos son más racionales y el método explota lo intuitivo de los pequeños, algunos incluso empiezan con los niños desde los tres años, yo prefiero un año después.
¿Seguís enseñando por tu cuenta?
Ahora no, pero tal vez retome talleres el año próximo con grupos pequeños.
Y así, tal vez la semilla vuelva a florecer.