"¡Hola! Aquí Orly Simbler de Kittysitter, niñeras de gatites. Déjame tu consulta o reserva con las fechas de tu viaje y zona de tu domicilio. Te responderé a la mayor brevedad posible. ¡Muchas Gracias!" La respuesta automática se lee por Whatsapp cuando algún dueño de gato o gata escribe a la pequeña empresa que desde hace dos años se encarga en Rosario de cuidar, alimentar, limpiar el baño gatuno y mimar mascotas a 600 pesos la hora cuando sus dueños deben ausentarse por días o meses de la ciudad. Una labor que muchas cuidadoras ya adoptaron como temporal y otras tantas como trabajo fijo.
Quien responde a la consulta es la creadora de este emprendimiento que nuclea a unas 14 "Kitty" (cuidadoras); un grupo que durante las fiestas de fin de año (temporada alta) llegó a brindar servicio a un centenar de gatitos y gatitas de todas las edades, raza y pelaje. La "madre de la idea" es Orly, una mujer de 34 años, nacida en Panamá, de padres rosarinos y naturalizada argentina, quien vivió en Venezuela e Israel, trabajó en comercios disímiles, también como administrativa y en varios call centers, además de estudiar algo de esto y aquello hasta que se asentó en el rubro "felinos".
Se trata también de la "madre" de Panamá, una gata gris y de pelo corto que en la jerga se denomina "azul ruso" y que acaba de cumplir tres años.
"Hasta que adopté a mi gata, no había tenido una mascota en casa. Es más, tenía cierta alergia, pero lo superé y me ocupé en informarme sobre cómo cuidarla lo mejor posible hasta que un verano, el de 2018, por distintas razones cuidé los gatos de un vecino y un amigo. La noche del 31 de diciembre pensé: ¿Y si trabajo como niñera de gatos? El 1º de enero puse un aviso en Instagram y así empecé, primero sola. En pocos meses tuve que sumar a un equipo de cuidadoras, la mayoría amigas, clientas; gente a la que les gustan los gatos y se preocupan en cuidarlos, jugarlos y que estén bien", dice Orly al describir el inicio de esta labor, hasta ahora única en su tipo en la ciudad.
Un servicio Kitty comienza cuando el dueño o dueña del felino se contacta por las redes (por Facebook en kittysitterosario, por instagram.com/sitterosario o www.kittysitter.com.ar).
"Se hace una cita unos días previos a la partida del cliente. Allí la cuidadora se interioriza del temperamento del animal que puede ser tímido y esconderse bajo una cama o ser sociable. O, por el contrario, puede ser agresivo. También se conversa sobre las costumbres del animal, cuáles son sus rincones, cuál es la seguridad de la casa en cuanto a ventanas y alturas, cuál es su veterinario, qué come porque si bien lo común hoy es el balanceado, muchos dueños y dueñas comenzaron con una dieta fisiológica (Barf) que contiene carnes y otros suplementos y si debe o no tomar alguna medicación".
La idea, según explicó Simbler, nunca es la de pretender llegar y alzar al animal. "Nunca, esto requiere de paciencia; el gato es el que decide acercarse al cuidador; es importante que no se sienta amenazado".
El servicio queda a criterio del cliente. Puede ser de una visita o más diaria, de una hora o de una cada dos días. Y ese ritmo puede replicarse por una semana y hasta meses. En la hora estipulada al gato se le higieniza el baño, se lo alimenta y se lo juega. Eso sí: la visita incluye envío de foto por Whatsapp al dueño del gato o la gata en tiempo real, quien constata así el estado de su mascota.
Mitos y condenas
Orly desmenuza el concepto sobre el gusto en favor a los gatos y gatas, desterrando algunos mitos, condenas y supersticiones en contra de estas mascotas sobre las que se naturalizaron crueldades y maltratos en otras épocas, pero quienes actualmente son motivo de infinidad de videos en las redes sociales y uno de los íconos decorativos más repetidos en todo color y textura.
Además, analiza los cambios de comportamiento de los dueños en relación a cambios sociales al momento de vivir en lugares cada vez más pequeños y cerrados.
"Durante mucho tiempo se creyó que un gato se criaba igual que un perro. Pero no, son animales muy distintos. El perro puede ir con su dueño a cualquier lado sin problemas, el gato es territorial y neofóbico: lo nuevo lo desestabiliza. Tienen distintas necesidades y comportamientos: al perro, en general, le gusta que lo toquen, que lo acaricien, necesita que lo saquen a pasear. Al gato no y ante todo es él el que primero debe acercarse y conocerte. No es cierto que el gato es traicionero como se dice o no es mimoso; solo que a muchos no les gustan que los toqueteen", explica Orly como tomando la voz del gato y diciendo: "¿Quién te dio confianza para acariciarme?"
La niñera dice que lo ideal sería que todos los felinos contaran con un espacio para desplazarse o para subirse y trepar. "Pero la realidad es muy distinta: muchas personas viven en departamentos y si eso es así desde el nacimiento de la mascota no es un problema, pero si no es así hay que intentar enriquecer el espacio de la manera más parecida al hábitat natural. Colocarles un rascador si no hay árboles, para que se afilen las uñas; jugarlos diariamente con una varita y algo liviano que haga las veces de presa. No olvidemos que el gato tiene instinto predatorio, es cazador y hasta es capaz de ofrendar cucarachas, insectos y pajaritos a quien lo cuida. Pero además hay que tener en cuenta que el juego los mantiene contentos y sanos ".
"Los gatos arañan y muerden", sostienen algunos como un axioma, pero Simbler dice que no es tan así. "Si la mascota vive los tres primeros meses con su mamá y hermanos aprende, por ejemplo, hasta dónde muerde como juego y hasta dónde no. Si se lo separa de la madre antes esto puede ser un problema más tarde cuando sus mordiscos lastimen. Pero lo que hay que saber es que esto no es mal comportamiento; está en su instinto, por eso es importante no jugar con las manos cuando son muy chiquitos. Sí hay que dejarlos que muerdan juguetitos, no manos".
Otro concepto erróneo contra los mininos es que son hediondos. "El gato es muy limpio, se acicala todo el tiempo con su lengua, por eso es conveniente cepillarlo seguido así no traga tanto su pelaje. Su cuerpo no tiene olor, salvo que esté enfermo, y es muy pulcro con sus heces. Pero si vive en una casa y su baño es a base de piedritas hay que cambiárselas continuamente al igual que el agua, porque si no su orín sí dará mal olor. Y algo más, si son varios los gatitos en una casa deben tener más de una caja de baño", aclaró.
Feria y cannabis
Cuando se le pregunta por qué Las Kitty (como ella bautizó al equipo) son todas cuidadoras, justamente en momentos en que los feminismos cuestionan que las tareas de cuidado sean solo para que las realicen mujeres (hoy el 75% de las mujeres e identidades feminizadas del país carga con el trabajo doméstico y de cuidados y destinan a esto, en promedio, 6,4 horas diarias contra las 3,4 que destinan los varones, según el informe “Las Brechas de Género en la Argentina. Estado de situación y desafíos, 2020”).
Simbler aclara la duda. "Se fue dando así, pero de ningún modo está dicha la última palabra. El perfil de una cuidadora o cuidador de gatos para mí debe reunir algunas condiciones que no tienen que ver con el género: le tienen que gustar los gatos, entender sus comportamientos, ser amoroso y comunicativo y muy responsable, ya que vamos a su territorio, a las casas de los dueños".
Kittysitter además de los cuidados a domicilio ya organizó dos ferias. A la primera concurrieron 500 personas y la segunda fue virtual. "Nos reunimos con varios emprendedores del rubro, invité a quienes comercializan productos para gatos y quienes los estampan en todo tipo de objetos, pero también asistieron profesionales que se ocupan de reeducar comportamientos de felinos o de su alimentación, crianza y cuidado incluso con cannabis medicinal para la artritis".
Todo un mercado gatuno de cuidado y consumo en una ciudad que aún no cuida y protege a estos animales como en Estambul, donde son como semidioses, pero va en camino de mejorar el trato. "En Rosario hay muchos autos y muchos perros, aún los gatos no pueden caminar tranquilos por la ciudad. Pero se va aprendiendo a conocerlos más y mejor, y a protegerlos", concluyó.