Los incendios que se desarrollaron en el banquito San Andrés durante los últimos días de 2021 dejaron como saldo el 61% de la isla destruida por el fuego. Las estimaciones las realizó el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), luego de cotejar imágenes satelitales que dan cuenta del paso de los incendios sobre la isla Sabino Corsi, nombre oficial del banquito. En total, fueron más de 3.400 hectáreas de humedal destruidas en dos semanas, si se tiene en cuenta, también, porciones de tierra que pertenecen a Entre Ríos y están separadas del banquito por un canal interno del Río Paraná. Desde el Observatorio Ambiental remarcaron que la recuperación será lenta, más en el contexto de la bajante histórica del río Paraná.
En diálogo con La Capital, Néstor Di Leo, ingeniero agrónomo e integrante del observatorio, explicó: “Los satélites que aportan las imágenes son el Sentinel, de la Agencia Espacial Europea, y el Landsat, del Servicio Geológico de Estados Unidos y la Nasa. El primero pasa cada cinco días, mientras que el Landsat lo hace cada 16”.
En las imágenes se puede ver cómo la zona del banquito y alrededores, antes de los incendios, se ve ilustrada con un rojo brillante que representa la vegetación de la isla. Con el correr de las fotos, el rojo desaparece casi por completo. “Atrás (del banquito), en jurisdicción de Entre Ríos, el desastre fue gigante. Se quemaron, en dos semanas, 3.400 hectáreas del humedal; aproximadamente, son 15 banquitos San Andrés o 18 parques Independencia”, manifestó Di Leo.
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Foto: captura de satélite Sentinel / Néstor Di Leo
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Foto: captura de satélite Landsat / Néstor Di Leo
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Foto: captura de satélite Sentinel / Néstor Di Leo
El referente del observatorio recalcó que la recuperación de la zona será muy complicada: “La bajante, sumada a la falta de lluvias, da como resultado un escenario muy desfavorable para la recuperación. Si el río sube mucho, la recuperación se acelera y, con eso, podemos pensar en que también la fauna lo haga. Pero sin el eslabón primario, todavía es impensable”.
El equipo del Observatorio Ambiental de la UNR hizo estudios sobre el mismo fenómeno en la Isla de los Mástiles tras los incendios y que todo queda supeditado a la altura del río para acelerar o ralentizar los procesos.
“En la Isla de los Mástiles estuvimos un año y medio después de los incendios y, todavía, la vegetación no está bien. El impacto supera largamente el año y con el río bajo, la normalidad todavía no ha vuelto al 100%”, detalló Di Leo, para agregar: “De seguir las cosas así (con respecto a la bajante), podemos decir con seguridad que al menos se tardará un año para recuperar la vegetación”.
El suelo, por su parte, tiene otro proceso y, según explicó Di Leo, “se comporta peor en sequía” por la gran pérdida de nutrientes: “Cuando hay incendios importantes ocurren varios fenómenos en el suelo que generan efectos perniciosos durante tiempos más largos. En promedio, se pierde entre un 15 y un 20% de materia orgánica y esto hace que el suelo pierda la capacidad de infiltrar agua”.
Desastre ecológico
Esto se da en el contexto de la bajante histórica que sufre el río Paraná. Incluso, este miércoles se conocieron imágenes publicadas por la ONG El Paraná No Se Toca que dan cuenta de la situación que se vive en una laguna isla adentro, a la altura de Rosario. En las capturas aéreas se pueden ver miles de peces muertos por la bajante, en una laguna que se va secando. Jorge Bártoli, integrante de la organización, aseguró en diálogo con La Capital que este quizás sea el momento más crítico desde el inicio del descenso del agua, a fines de 2019.
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“El valle de inundación está absolutamente descubierto de agua. En nuestra zona, el Paraná lo cubre cuando la altura llega a los dos metros y medio aproximadamente. Es algo que hace muchísimo que no sucede, es una llanura descubierta de agua y la mayoría de las lagunas están absolutamente secas”, detalló Bartóli.
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Por su parte, Di Leo dijo: “La magnitud del desastre ecológico es muy grande, lo mire quien lo mire”.
Para que la vegetación y el suelo vuelvan a recuperarse, se estima que habrá que esperar, como mínimo, un año; en un contexto de bajante permanente, algo que complica las cosas. A todo ese combo hay que sumarle la mano del hombre que, de seguir así, va a terminar por destruir el humedal.