En Rosario el reclamo tendrá varias expresiones: a las 11, el gremio de los docentes de escuelas públicas (Amsafé) realizará un acto en plaza San Martín; a las 14 autoridades, estudiantes y alumnos de la Universidad Tecnológica Nacional abrazarán el edificio de la sede local, en Zeballos al 1300, y a las 16, en la plaza San Martín se instalará una pantalla gigante para seguir los pormenores de la Marcha Federal y se realizará una radio abierta.
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"Defendemos la educación pública", rezaba el cartel desplegado este lunes en Medicina.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Contra la incertidumbre
"Hay dos cuestiones básicas para pensar la realidad que viven actualmente los estudiantes universitarios: una es su realidad económica o la de sus familias, la otra la incertidumbre que significa cursar o rendir materias en este contexto tan difícil para la educación pública", advierte Martín Jorge, salteño, estudiante de los últimos años de la licenciatura en Relaciones Internacionales y presidente del centro de estudiantes de la facultad.
Por ejemplo, destaca, el aumento de los alquileres, de los servicios públicos, del precio de los alimentos o del transporte "resulta expulsivo para el estudiantado de la universidad, hace que muchos tengan que salir a buscar trabajo o vuelvan a su pueblo y decidan dejar de cursar y rendir las materias como alumnos libres". Lo que, si bien no se refleja en un aumento de la deserción, ya que los estudiantes siguen vinculados de alguna manera con las facultades, sí empieza a vaciar las aulas.
Jorge recuerda que cuando llegó a estudiar a Rosario, allá por 2018, el alquiler ya se multiplicó por cinco y los dos mil pesos semanales que gastaba en comprar alimentos para la semana, apenas alcanzan para un paquete de fideos. "Y si a esa crítica situación económicas se suma la preocupación sobre qué va a pasar con el dictado de las clases en el segundo cuatrimestre, la preocupación es total", afirma.
Desde el centro de estudiantes de la facultad se pusieron en marcha varias estrategias para contener a los alumnos en lo que se considera una "situación crítica": hay acuerdos con empresas de emergencia, de medicina privada y con cadenas de supermercados que ofrecen descuentos a estudiantes de la UNR y se sostiene un centro de copiado que permite acceder a los apuntes de cátedra en forma económica.
La otra, dice, tiene que ver con invitar a los estudiantes a no desalentarse y a participar de la defensa de la universidad. "Con esto intentamos bajar los niveles de angustia, o de enojo", sostiene.
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Este lunes hubo una movida en Medicina por mayor presupuesto para las universidades.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
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Los pedidos de becas "explotan"
Joel Ponce es secretario Estudiantil de la facultad de Derecho de la UNR. Su historia personal podría condensar la razón de ser del sistema de educación superior argentino: se recibió de abogado en 2015 y, al mismo tiempo, se convirtió en el primer universitario de su familia, formada por una pareja de trabajadores que actualmente están jubilados. "Viajaba todos los días de San Lorenzo para poder cursar. Si no hubiera estudiado en la universidad pública, sin duda hoy no podría ser abogado", explica y reniega de que actualmente "no se tenga a la educación como prioridad y como ese espacio que brinda oportunidades a numerosos sectores de la población".
La facultad de Derecho, explica, "está haciendo un gran esfuerzo para sostener la continuidad de las actividades y garantizar la permanencia de los estudiantes". Aún así, reconoce que muchas veces las demandas les pasan por encima. "La UNR tiene un programa de asistencia, de becas para comedores o alquileres y cada vez que hay una convocatoria explota de solicitudes".
Es más, señala que actualmente, la mayoría de las consultas que se reciben en la Secretaría Estudiantil están relacionadas con las opciones de ayuda económica. En los últimos años, además, el centro de estudiantes de la facultad implementó una feria permanente de intercambio de material de estudio, muy activa sobre todo en el comienzo del cursado.
Sueños congelados
"Puedo seguir estudiando porque el año pasado accedí a una beca", dice sin vueltas Enzo Castroi, estudiante de los últimos años de la carrera de Psicología, en los minutos que le quedan antes de comenzar una clase en el edificio del Centro Universitario Rosario (CUR).
Su preocupación, dice, es que no hay mucha certezas sobre lo que sucederá con los programas de ayuda estudiantil de este año. "Hasta ahora sólo se abrió la convocatoria, pero no se sabe nada sobre quienes accederán a los beneficios, ni por qué montos", explica. El año pasado la ayuda económica consistía en 37.000 pesos e incluía el uso del comedor estudiantil en forma gratuita. "¿Qué pasará este 2024? Aún no lo sabemos", señala.
Castroi vive con sus padres, una pareja formada por una docente y un empleado provincial, en una casa donde todos están "cada vez más ajustados", donde no falta pero tampoco sobra nada. "Hay mucha incertidumbre, no sabés que hacer. Es una carrera que tiene muchas horas de cursado y es complicado sumar un trabajo. Y tampoco podés planificar mucho porque no tenés certeza sobre que va a pasar en el segundo cuatrimestre", dice.
En la facultad, la salida laboral más frecuente entre los estudiantes es la de Acompañante Terapéutico, formados en los seminarios y la diplomatura que se implementó a partir de un proyecto de la agrupación La Masotta. Ese trabajo, dice, les da flexibilidad horaria para seguir cursando.
"Entre mis compañeros no vemos que exista mayor deserción. Tampoco veo que la gente esté rendida, seguimos cursando y está fuerte la idea de que si bien la pelea es difícil no está perdida. No hay derrotismo", afirma.
Una ciudad en miniatura
La Universidad Nacional de Rosario está entre las cuatro casas de estudio más grandes del país: por sus 12 facultades, 6 institutos de enseñanza media, 1 centro de estudios interdisciplinarios y 13 institutos de investigación, de doble dependencia en conjunto con el Conicet, pasan a diario 86 mil estudiantes de grado, 15 mil de posgrado, 7 mil docentes y 3.500 investigadores. Algo así, como una ciudad en miniatura.
El año pasado, en el estudio realizado por la consultora británica Quacquarelli Symonds (QS) _especializada en el análisis de la educación superior a nivel internacional_ la UNR fue destacada entre las cuatro universidades públicas más importantes del país, décima entre las públicas y privadas, entre las cien mejores de Latinoamérica y entre las mil mejores casas de estudios superiores del mundo.
Con todos esos créditos, la UNR no es ajena a la realidad que atraviesa el conjunto de las universidades públicas del país. "La UNR tiene las mismas dificultades que el resto de las universidades nacionales", afirma Juan Zin, secretario estudiantil de la facultad de Ciencia Política. Zin nació en Entre Ríos, en Larroque, la localidad que se hizo conocida en los 90 como el pueblo del empresario Alfredo Yabrán, con un papá veterinario y una mamá docente, el mandato de asistir a la universidad estuvo presente desde el comienzo de su educación primaria.
Para Zin, la situación de los estudiantes, docentes y no docentes de las facultades rosarinas se tocan en algunos puntos: su economía está dañada por el aumento de la inflación; una mitad está pensando en buscar sumar otro trabajo, la otra tiene miedo de perder su trabajo. A todos les preocupa lo que pueda pasar en el segundo cuatrimestre del año.
"No se ha visto una menor inscripción este año, es más tuvimos más ingresantes que el año pasado, sobre todo porque implementamos la licenciatura en Seguridad Pública. Pero vemos cómo la realidad económica empieza a repercutir en la performance académica de los alumnos", afirma Zin y destaca que muchos elijen rendir materias libres y hay más demanda de los programas de becas.
Zini destaca que "siempre que se habla de educación superior se habla de una apuesta al futuro. Pero no se comprende que preservar el sistema educativo es también apostar por el presente, porque las universidades pueden mejorar la vida de la gente", destaca y subraya que "ningún país que haya transitado el camino al desarrollo, lo hizo hostigando al sistema universitario. La comunidad universitaria no pide privilegios, sino la posibilidad de seguir funcionando".
Seguramente, estos argumentos se escucharán en la marcha federal de este martes.