El sol de invierno asomó tenue en la mañana en Rosario. La temperatura volvió a marcar con mediciones bajo cero y convirtió a este miércoles en la jornada más fría en lo que va del año. Pocas personas se animan a recorrer las peatonales y corredores comerciales: la temporada de abrigos y cosas calientes no palea la crisis.
Salir a la calle es que cada inspiración sea pesada y que cada exhalación dibuje una densa telaraña blanca de vapor en el aire. Los transeúntes caminan con anteojeras equinas: o miran hacia el frente con la vista perdida en un punto fijo o bajan levemente la vista hacia el piso. Buscan llegar a puerto lo más rápido posible. Hace frío.
La ciudad registró una sensación térmica de -7º C, pero el tiempo no para y las responsabilidades tampoco: los colectivos estuvieron abarrotados de gente, aquellos que viajaban a pedal eligieron cuidar su salud y llegar operativos a sus tareas laborales.
Rosario con cara tapada
Todo el que salió de su casa lo hizo envuelto en abultados abrigos, engalanando el que puede su cabeza con un gorro o un sombrero. Algunos barbijos vuelven a aparecer en la calle, incluso si la persona tiene una bufanda. Rosario se convierte en la ciudad de los rostros a medias.
Un recolector de residuos se apoya contra una de las paredes de las casas que miran de frente al Parque Nacional a la Bandera y se deja rociar por el sol para tomar algo de calor antes de volver a sus actividades. Cruzando la Avenida Belgrano, el parque y los galpones están por completo desolados. Nadie. Nada.
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Foto: Virginia Benedetto/ La Capital
La economía freezada
Son pocos los valientes que se detienen a curiosear vidrieras. Los edificios y construcciones de altura dejan muy pocos resquicios para que los rayos de sol calienten las veredas y quedarse quieto es ponerse a tiritar. Aún con el día ya avanzado, sigue habiendo comercios que están abriendo recién en ese momento sus puertas o que permanecen cerrados.
Los locales de gran porte, acostumbrados a recibir grandes caudales de clientes, tienen sus anaqueles llenos y sus pasillos sin gente. Pocas personas pispean entre los abrigos y las remeras. El último informe de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came) sostiene que las ventas minoristas bajaron un 21,9% respecto de julio del año pasado, mientras que el obstáculo más importante que han detectado los comerciantes es justamente la baja de las ventas y los altos costos de producción.
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Foto: Virginia Benedetto/ La Capital
Los bares tienen sus luces encendidas, pero las mesas están vacías. El consumo está en su peor momento y los peatones no eligen como en otro momento refugiarse en las cafeterías para calentarse pasando el rato, en un plan diferente al de estar en casa: no hay plata, dice el titular de un pequeño cafetín de calle San Lorenzo. Hace frío.
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En esa misma línea se lamenta la encargada del bar El Cairo. El emblemático espacio cultural tiene algunas mesas con clientes, su paisaje mayoritario son mesas sin ocupar. “Decí que nosotros tenemos los shows que levantan un poco, pero sino el invierno viene durísimo. La gente no tiene plata”, sostuvo la empleada a La Capital. Entre promociones y conciertos en vivo, el bar de Sarmiento y Santa Fe se une a los gastronómicos que surfean la situación a través de diferentes estrategias para atraer a los clientes.
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Gorro y bufanda para hacerle frente al frío en la ciudad ya que el tiempo no dará tregua.
Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
El frío no distingue de rubros
Las bajas temperaturas también modificaron las tareas productivas informales: la decreciente capacidad adquisitiva de los ciudadanos empujó a muchos a buscar la moneda de varias formas. Caminar por la peatonal Córdoba es salir al encuentro de al menos tres vendedores ambulantes por cuadra o uno o dos artistas callejeros cada cien metros. Este miércoles apenas había dos vendedores ofreciendo medias abrigadas. Los artistas callejeros se asomaron más tarde, cuando el termostato superó el cero grado.
En la plaza Sarmiento, los puesteros de libros usados son parte del paisaje diario, pero la fresca los puso remolones. “Toda esta semana empezamos a armar a las 10 de la mañana, pero siempre arrancamos a las 8, 8 y media”, dijo a este medio uno de los trabajadores, quien explicó que no hay demasiado movimiento: “Armar más temprano mucho no vale la pena, no rinde”.
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Foto: Virginia Benedetto/ La Capital
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Como en el film “Children of a Men” de Alfonso Cuarón, en las calles prácticamente no hay menores. Muy poquitos niños acompañan a sus padres. Sólo se puede decir que Rosario está en pleno receso invernal por un grupo de pibes, de no más de catorce años, que en medio de la plaza 25 de Mayo pican una pelota y juegan al fútbol, gambeteando al día más helado del invierno. Y hace frío.