La estafa de los niños cantores sucedió hace ya 82 años y, sin embargo, es una historia que merece ser contada. Los jóvenes que giraban el bolillero de la Lotería Nacional planearon un fraude perfecto para llevarse el premio mayor. Sin embargo, el diputado radical y por entonces presidente de club Rosario Central, Agustín Rodríguez Araya, comenzó una investigación a raíz de diversas denuncias sobre posibles irregularidades en la entidad. A partir de allí, tiró de un hilo que llevó a frustrar la espectacular estafa y evidenció la red de corrupción detrás.
Fue el 4 de septiembre de 1942 cuando los niños cantores manipularon el resultado del sorteo de "La grande". Tenían ya consigo la bolilla con el número ganador: 31025. En sus manos portaban su suerte y cuando llegó el momento de extraer las bolillas, en un movimiento imperceptible, consiguieron ganar la suma de 300.000 pesos. Para tener una referencia, en esos años los salarios rondaban los 200 pesos mensuales. Así, que la suma de la Lotería Nacional era tentadora para cualquiera.
Por supuesto, los niños cantores habían ensayado con anticipación sus movimientos. Estos jóvenes cuyas edades rondaban entre los 18 y 25 años comenzaron a planear con antelación cómo sería la estafa. Meses atrás probaron vencer el azar con una suma de dinero mucho más modesta: 5 mil pesos. La jugada les salió y ya estaban listos para llevar adelante una estafa mayor. Así comenzó lentamente el preparativo para el golpe del 4 de septiembre de 1942.
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Los niños cantores no eran tan niños: llevaron adelante una estafa inolvidable en la Lotería Nacional.
Sin embargo, mientras los niños cantores practicaban cómo crear la ilusión óptica de sacar una bolilla cuando en realidad ya la poseían en sus manos, el diputado radical Agustín Rodríguez Araya había sido alertado de ciertas irregularidades en la Lotería Nacional. En las sesiones legislativas de fines de junio el rosarino Rodríguez Araya ya apuntaba contra el principal responsable de la institución: el canciller Enrique Ruiz Guiñazú.
El fraude era moneda corriente
Doce años habían pasado del primer golpe de Estado, y con él la inauguración de una larga época del país conocida como Década Infame. El fraude electoral fue uno de los mecanismos que sirvieron para perpetrar en el poder a quienes creían tener las soluciones para sacar a la Argentina adelante.
En 1942, el entonces presidente Roberto Ortiz tuvo que renunciar a su mandato y lo siguió Ramón Castillo, portador de una ideología conservadora y neutralista. Eran los años de la Segunda Guerra Mundial y en este escenario de tensiones políticas y cambios económicos la idea de sobrevivir a cualquier precio estaba a la orden del día.
El rosarino Agustín Rodríguez Araya había sido electo diputado provincial por la Unión Cívica Radical en 1940 y su banca legislativa duró hasta 1943, cuando el golpe del 4 de junio desestabilizó toda la estructura política nuevamente.
Sin embargo, aquel cortísimo primer mandato fue agitado. En 1942 integró el Comité Investigador sobre las irregularidades en la Lotería Nacional. Un dato curioso: ese mismo año asumió como presidente del Club Atlético Rosario Central logrando ascender al equipo nuevamente a la primera división.
La comisión presidida por Araya se formó a finales de julio, en el mismo momento que los niños cantores probaban las maniobras que replicarían en septiembre. El 24 de julio salió el número 27.977, pero los cantores ya lo sabían.
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El propio Agustín Rodríguez Araya se lleva detenido a un niño cantor tras descubrir el fraude en la Lotería Nacional.
Mientras los niños cantan
La operación de los jóvenes estafadores fue rápida e imperceptible. Naturalmente contaban con cómplices fuera de la Lotería. Fue así que unos días antes, fue comprado el número 31025. Pero el 4 de septiembre los niños cantores fueron ágiles y sutiles. En la caja donde se encontraban las bolillas, el número ganador no se encontraba. La habían sacado minutos antes de realizar el sorteo y, en su lugar, habían puesto una bolilla falsa, construida por un amigo tornero. En manos de los niños cantores estaba, escondido, el número ganador. Y el movimiento fue tan rápido que pareció haber sido sacada del bolillero.
El triunfo fue efímero y poco días después la verdad salió a la luz. Los famosos niños cantores eran nueve y fueron los únicos detenidos. Uno de ellos se salvó de quedar preso por ser menor de edad. Los demás fueron condenados a cuatro años de cárcel, que cumplieron en la prisión de Caseros. No llegaron a hacer el verdadero golpe: en realidad, su objetivo era el Gordo de Navidad, con el cual ganarían millones de pesos.
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Los diarios de la época reflejaban el contexto internacional pero también la estafa de los niños cantores.
El diputado Rodríguez Araya, sin embargo, entendió que los jóvenes eran solamente la punta del iceberg. Así lo constató en un libro que publicó un año después y se tituló "Mientras los niños cantan. Historia de una época". Allí no solo se relató cómo se desbarató la estafa sino también los resultados de la investigación que había llevado adelante, donde se veían envueltos en actos de corrupción políticos de la época.
El rosarino Rodríguez Araya descubrió que un porcentaje de las ganancias de la Lotería que estaban destinadas a la Sociedad de Beneficencia para ayudar a los más necesitados iban a parar a los bolsillos de familiares de políticos. "Están involucrados decenas parientes de expresidentes de la República. Hay parientes de jueces, de exministros", sostuvo en la Cámara de Diputados, meses antes de desbaratar a los niños cantores.
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Los niños cantores eran nueve. Sólo uno de ellos no cumplió la condena por ser menor de edad.
La Sociedad de Beneficencia, manejada por las mujeres de la aristocracia porteña, era la vía de distribución de aquellos recursos de la Lotería que estaban, en teoría, destinados a los más humildes.
Sin embargo, durante un sólo año de investigación por parte de la comisión formada por Rodríguez Araya pudieron constatar que entre los amigos, familiares y allegados de los políticos se repartieron más de 3 millones de pesos.
La estafa de los niños cantores no parecía tan grande al lado del entramado de corrupción existente detrás de la Lotería Nacional. Sin embargo, fueron ellos los únicos que pagaron por sus acciones.
Quién fue Agustín Rodríguez Araya
Agustín Rodríguez Araya nació el 13 de agosto de 1908 en Rosario. Procurador, periodista y escritor que fue electo por la Unión Cívica Radical (UCR) como diputado nacional por la provincia de Santa Fe en dos oportunidades (1940-1944 y 1948-1952) y por la Unión Cívica Radical Intransigente (1958-1962).
Entre 1946 y 1949 desarrolló su actividad legislativa integrando el "Bloque de los 44 diputados radicales" junto a Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, entre otros.
En el ámbito partidario ejerció diversos cargos entre los que se destaca delegado al Comité Nacional y presidente del Comité Departamental de Rosario de la UCR.
En 1942 desde el Congreso encabezó una investigación sobre distintas irregularidades en la Lotería Nacional concluyendo con el esclarecimiento de la recordada estafa denominada “El caso de los Niños Cantores” por la cual mediante un ingenioso ardid de cambio de bolillas entregó un fabuloso premio de $300.000 peso de la época al número 31.025.
Prolífico escritor entre sus obras se pueden citar "La fuerza del amor", "Carne y bronce", "Revolución inconclusa" y las reconocidas obras "Retazos" y "Rosas ante la posteridad".
Pero la política y la literatura no eran sus únicas pasiones. El 3 de enero de 1942 Agustín Rodriguez Araya fue elegido como presidente de Rosario Central. En su mandato de solo un año el canalla ganó el campeonato de ascenso y se modificó el estatuto general del club.
Rodríguez Araya, a pesar de su identificación con Central, también se abocó a los intereses del fútbol rosarino. En un reportaje que le hicieron a Alberto J. Armando el 22 de marzo de 1962, el exdirigente de Boca contó las gestiones realizadas por Rodríguez Araya a favor de Newell’s, que se encontraba jugando en Primera B y que había sido sancionado por un caso de incentivación y no lo dejaron ascender.
Por esos años, el DT de Newell’s, José Curti, hizo una polémica declaración: “Tenemos que hacer como Rodríguez Araya cuando era presidente de Central. Es decir, comprar los partidos”.
Agustín Rodríguez Araya falleció a los 62 años el 30 de julio de 1972 en Rosario.