"Cuatrillizos y padres felices. Exitosa fecundación in vitro en Rosario". Este título se leía el martes 6 de abril de 1993 en la tapa de La Capital, que por entonces era tamaño sábana. La nota relataba el nacimiento el día anterior, a partir de las 21.12 y con un minuto de diferencia, de Nicolás (1.600 kg) , Anette (1.350 kg), Lisette (1.500 kg) y Nicole (1,120 kg), hijos de la pareja correntina de Jorge Duet y Claudia Pedroso. Ambos tuvieron que venir a vivir momentáneamente a Rosario para que nacieran sus hijos en el Sanatorio de la Mujer. Todo salió bien, pero los chiquitos que hoy cumplen 30 años, tuvieron que quedarse unos días más a resguardo de las incubadoras, por eso se ve en la nota la foto del papá frente a una de las máquinas, vistiendo bata y mirando a la cámara. Debajo, un pie de foto dice: "Entre conmovido y asombrado, el padre sonríe por cuatro".
Pero al introducirse la vitrificación (congelación rápida) se logró disminuir enormemente la tasa de abortos y mejorar el porcentaje de embarazos de embriones congelados.
Para Nardin, esas técnicas modernas fueron las que permitieron seleccionar "un número reducido de embriones para transferir y congelar a aquellos embriones sobrantes del tratamiento" lo que tras numerosos estudios demostró una "reducción muy significativa de los enormes riesgos obstétricos, tanto maternos como feto-neonatales, asociados a la transferencia de más de tres embriones", que es el número máximo actual permitido en Argentina.
Nardin recordó que, hace décadas, estos embarazos múltiples (con más de 2 fetos), no sólo tenían una alta chance de nacer con menos de 28 semanas (prematurez extrema), sino que se registraban más abortos y eran más proclives a padecer secuelas como ceguera, sordera y problemas respiratorios graves o muerte neonatal.
Pero por suerte la historia de los cuatrillizos Duet fue muy distinta. Los cuatro pibitos nacieron y crecieron bien en todos estos años y hoy apagarán las velas de una sola torta para festejar.
"Hasta que cumplieron 15, o antes había cuatro tortas o cuatro huevos de Pascua, pero ya están grandes, ahora hay una para todos", cuenta Claudia, la mujer que aumentó solo 12 kilos en el embarazo pero tenía una panza tan baja que parecía que los chicos se le iban a caer mientras caminaba y terminó andando en sillas de ruedas.
La mamá rememora la historia. Recuerda cuando creía aún serían tres los embriones que prosperarían. Pero no, los médicos le dijeron "sentate para escuchar esto: hay uno más y tendrán que venirse a Rosario así controlamos más de cerca el embarazo".
La pareja viajó sola, tras 9 años de matrimonio y más de un intento de tratamiento de fertilidad, en Corrientes, Resistencia y Buenos Aires. Ella con 31 años, profesora de inglés, y él con 33, dueño de una agencia de quiniela. Los atendieron el médico ya fallecido, Julio Colabianchi y Carlos Carizza, quienes tras el nacimiento también fueron parte de las fotos.
Los Duet tenían fecha de nacimiento prevista para el 25 de mayo, pero se adelantaron un mes.
Jorge en la crónica de hace 30 años ya contaba que le había dicho por teléfono, feliz y en broma a los abuelos de los chicos: "junten plata para comprar pañales".
Claudia sobre esa anécdota recuerda hoy que una empresa les prometió pañales por un año (no cumplió los doce meses) y otra leche , sopas y cremas, le envió por dos años sus productos. Una ayuda para momentos donde nada sobraba: ni el dinero, ni el sueño.
"No dormíamos", reconocen Jorge y Claudia por separado, a lo que la mamá de los chicos dice "yo me bañaba de madrugada, cuando podía" y el padre agrega, "a mí en el sanatorio me enseñaron a preparar mamaderas y muchas otras cosas más para arreglarnos entre los dos, aunque necesitamos de más ayuda: familia, niñeras".
La "normalidad" de la misma edad
Los cuatrillizos Duet tienen casi la misma edad de sus progenitores cuando se convirtieron en padres, pero a diferencia de ellos no está en sus planes procrear "por ahora".
Los cuatro llevan nombres franceses fieles con su apellido. Todos surgieron de un listado que una amiga de la familia, profesora de francés, le buscó al matrimonio para que eligieran a sus anchas. De todos modos casi se pisan en sonoridad: el más grande y la más pequeña comparten la raíz del "Nico".
Casi todos viven en Corrientes capital, incluso sus padres -Jorge y Claudia- quienes ya no están juntos. Y al decir de sus familias "no son gotas de agua" ni nunca se los vistió iguales porque "a cada uno se le respetó su carácter, espacio escolar e individualidad".
La única que emigró, pero cerca, hace poco tiempo fue Lisette, quien vive en pareja a solo 20 kilómetros, en Resistencia y trabaja como contadora. Ella es la que habla con este diario de la "normalidad" de un caso extraordinario y por cuadruplicado que le dio origen.
Dice que "siempre" les preguntaban la obviedad de "cómo era vivir con tres hermanos de la misma edad" y respondían que era "normal" ya que "nunca tuvieron hermanos más chicos o más grandes". Confiesa, además, que compartían todo.
"A tal punto que en el colegio más de una vez, teníamos un libro para las tres y cuando una lo necesitaba iba al curso de la otra a pedirlo prestado. Una vez pasó que la profe de plástica creía que las tres presentábamos los mismos trabajos y teníamos una sola carpeta, nos llamó juntas para corroborarlo".
Pero no fue así. Las confusiones en los Duet no eran como la de esa madre de dos gemelos que hace pocos días tuvo que dilucidar por las huellas dactilares de sus hijos cuál era cuál.
"Nosotros les poníamos aritos distintos por las dudas, porque cuando los pelamos las nenas quedaron muy parecidas: una llevaba unos de perlitas blancas; otra, unos plateados y otra, unos con piedritas rosas", confesó la mamá.
A Nicole tanto la mamá como el papá la recuerdan como la más chiquita al nacer y la que más tiempo estuvo en la incubadora.
"Pesaba menos que un pollo _ironiza Claudia_ y fue la única que no pudo tomar el pecho como los otros tres". Pero aclara inmediatamente que "creció sin problemas y hoy es la más alta de las nenas, casi tan alta como su hermano", dice la mamá de "los chicos", tal cual los bautiza en la charla. Para el papá a Nicole le faltaba "ducharse en la cama".
Se lo decía como chiste porque dice que desde allí siempre estudiaba, pero nada se le podía reprochar. "Siempre fue buena estudiante y está por recibirse de contadora".
Anette es abogada y según sus padres es solidaria sin vueltas, "preocupada por todo y todos".
Y Nicolás, quien estudia el profesorado de educación física, practica remo como el papá y es guardavidas, es para sus progenitores el más "sociable" de todos, el que siempre está rodeado de amigos.
Como buenos padres podrían estar horas hablando de sus hijos, pero no es la idea. Ambos dicen que "al final" la crianza no fue difícil, porque los cuatrillizos eran "tranquilos" y sabían esperar su turno para el baño, cambiarse, las mamaderas y compartían los regalos.
Se les pregunta qué regalo le harían hoy a sus hijos. "Un viaje todos juntos", dice el papá, quien no descarta alguna vez volver a Rosario a mostrarles a sus chicos el lugar donde nacieron. "Felicidad y educación", dice la mamá.
Y Nardin finalmente cierra esta historia con otra cuestión que cambió con los años y para mejor. Menciona la ley de reproducción asistida sancionada hace diez años (N. de la R. ley 26.862 que establece que toda persona mayor de edad, cualquiera sea su orientación sexual o estado civil, tenga obra social, prepaga o se atienda en el sistema público de salud, puede acceder de forma gratuita e igualitaria a las técnicas y procedimientos realizados con asistencia médica para lograr el embarazo).
En épocas en que los padres de los Duet hacían sus tratamientos de fertilidad las posibilidades económicas eran arduas y para pocos.
"La ley da más posibilidades y enmarca los rangos etarios, no prohíbe sino fija lineamientos: hasta los 44 años una mujer tiene cobertura con óvulos propios, por arriba de esas edad se prevé la donación de óvulos y desde los 50 años ya no tiene cobertura". Un dato que parece inverosímil, pero que también se da por los cambios etarios en que las personas actualmente deciden ser padres, en pareja, o solos. Una foto muy distinta a la de los últimos 30 años.