La bajada Puccio, una postal icónica del barrio Alberdi, en la zona norte de Rosario.
Alberdi es el río, dicen los vecinos. Y la razón los asiste. El río es verano y el barrio se enciende cuando la costa despliega todo su magnetismo hacia el este, y la movida nocturna en los inviernos en Pichincha se traslada al norte de la ciudad. Una impronta fundadora selló la identidad del lugar, uno de los sitios elegidos por los turistas que empiezan preguntando por la casa de Fontanarrosa. Sol, bañistas, música, juegos en la arena y deportes en el agua, en algunos de los clubes de la ribera o desde las reposeras de los rosarinos que llegan en la Línea de la Costa a disfrutar del “pueblo” que hoy es barrio, o del barrio que hoy es “zona”.
Con padre fundador, José Nicolás Puccio, el lugar nació como pueblo en 1876, y la memoria geográfica hoy lo convierte en una zona, más allá del catastro, una especie de eje recostado sobre el Paraná, que incluye a La Florida y a los barrios Lisandro de la Torre y Sarmiento. Una generalización adoptada en el tono coloquial de la ciudad, asiento de clubes ribereños, así como sociales y deportivos.
Alberdi nunca dejó de mirar hacia el río, insisten los vecinos. Y la afirmación remonta a los inicios del llamado Pueblo Alberdi, con las actividades deportivas de las primeras familias asentadas en el lugar. Desde aquel Rowing Club, de 1887, el agua que pasó bajo el puente hizo florecer una pasión que hoy tiene decenas de estas instituciones y miles de incondicionales participantes.
Los clubes
“En primavera y verano, cambia completamente la dinámica del lugar, con los primeros calorcitos se ve el cambio completo. Rosario está muy acostada hacia el río y los clubes de la costa tienen una movida impresionante”, explicó el subdirector de Deportes de la Municipalidad, Pablo Pérez Basla. Y sumó una referencia ineludible, si bien La Florida representa un tercio de los 12 clubes de Alberdi ampliado entre las calles Génova y Puccio, “el verano es La Florida que está muy cambiada, cuidada y con espacio ganado para la práctica deportiva sobre la playa y el río”.
“Hay muchas actividades que han explotado como kayak, remo sobre tabla de surf (SUP) y también se recuperó el remo; los clubes han reflotado esta actividad”, comentó Pérez Basla. Y dijo que la ciudad está volviendo a reflejarse en deportes acuáticos, que tomaron nuevo impulso. Además sumó al Consejo Consultivo del Río, creado para coordinar estrategias frente al auge del uso del Paraná y que, además de Prefectura, integran la Municipalidad y los clubes de la costa, “para que ese uso se algo amigable”.
clubes del río
“Siempre apoyando el desarrollo y crecimiento de nuestro bello río”, se presenta en Instagram la Unión de Clubes de la Costa, que insta a priorizar respeto y la cortesía, y que preside Leopoldo “Polo” Pinchetti, y ya lleva 28 años.
“Muchos nacieron antes que Alberdi, la costa se fue cambiando, con clubes centenarios y otros más nuevos, que aglutinan familias y jóvenes, y que van incorporando infraestructura, incluso terrenos fuera de la costa”, detalló. Y no pasó por alto los logros olímpicos obtenidos por sus deportistas.
Naturaleza y comunidad
“Los clubes de la costa, además de ofrecer esparcimiento, cumplen una función social, como admitir escuelas que utilizan sus instalaciones, eso es positivo, aunque hay construcciones con impacto en el río, problemas a estudiar para que no se repitan, pero rescato el papel de los clubes”, dijo Cristina Pradolini, arquitecta, urbanista y socia vitalicia de Remeros Alberdi.
“Cuando empecé remo, en 2020, no tenía idea del río y de la actividad, era una manera de salir del encierro que vivíamos y lo que empezó por casualidad se convirtió en algo que es parte central de mi vida, no me imagino un año sin remar”, sostuvo Mara Krupick, desde el Club Regatas Rosario. Y explicó que por su profesión siempre estuvo ligada a la naturaleza; el remo aportó una sinergia perfecta, “una actividad física completa y al mismo tiempo, una conexión profunda con el agua, con el sonido de las palas y con la calma única del río”.
Además, algo clave, “el grupo, espacio bien guiado por el profesor Cristian Tabini, tiene verdadera camaradería; cada uno llega con su historia y sus tiempos, pero todos por lo mismo, una actividad integral, sumada a los beneficios de realizarse en el río, eso es el remo: naturaleza, bienestar y comunidad”, compendió Krupick.
El barrio jardín
Más allá de su costa, la zona devino en atractivo para inversiones inmobiliarias, antiguas casonas reconvertidas en bares o restaurantes que traccionan esparcimiento y edificios. Para algunos, la construcción en altura, en los corredores de Rondeu y Puccio, a modo de ejemplo, va generando mixturas que desdibujan la identidad de lo que siempre sintieron como “barrio jardín”.
Las plazas Alberdi y Dumont, la parroquia Sagrado Corazón, Villa Hortensia, los clubes de la costa, la escuelas Carrasco, que alberga la obra de Olga y Leticia Cossetini, y la histórica San Francisco, además de la ineludible y pintoresca bajada Puccio, están entre los sitios reconocidos del lugar.
Para Nora Guzardi, que preside la biblioteca popular Juan Bautista Alberdi, que frecuentan niños, aunque faltan adolescentes y jóvenes, el barrio tiene un plus: “Caminar por sus calles es maravilloso, creo que hasta el aire es distinto, respirar profundo y ver el cielo, eso sólo acá”.
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