El interno Nº13 de la la línea B venía completo aquella mañana del 19 de agosto de 1977. Al llegar al paso nivel del Ferrocarril Mitre de calle Donado fue embestido por un tren que llegaba a Rosario desde Córdoba. Las barreras estaban levantadas. La tragedia dejó seis muertos (entre ellas una menor), 25 heridos. El trágico hecho enlutó al barrio y conmovió a la ciudad entera.
El reloj marcaba las siete de la mañana, la unidad viajaba completa de escolares, estudiantes y trabajadores. Era un viernes, de esos que se desean porque el fin de semana estaba a la vuelta de la esquina. Y el inicio de aquella jornada encontraba a las calles llenas de gente circulando, yendo de acá para allá, esperando el colectivo para iniciar ese último día hábil de la semana.
El coche de la B había arrancado su recorrido en plaza Sarmiento, como siempre, y terminaba en Mendoza y Wide. Era conducido por Raúl Rearte, de 53 años, que avanzaba por Donado, de norte a sur y que, sin saberlo, iba a ser impactado por un tren que no tendría que haber pasado a esa hora por allí sino dos horas y media antes. Se había atrasado y la conjunción de una serie de acontecimientos fortuitos desembocó en la tragedia.
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Al acercarse por Donado al paso nivel del Mitre el colectivero bajó la velocidad. Según indicó la edición de La Capital del 20 de agosto de 1977, adelante del micro que recibió el impacto había otro que llegó a ver a tiempo al tren y logró acelerar evitando la tragedia. Pero Rearte no lo vio y cuando casi había pasado la vía recibió una embestida violenta que arrastró al colectivo repleto de pasajeros durante varios metros sin llegar a tumbarlo. El tren era el "Serranoche" y venía desde Córdoba y se dirigía a Retiro, con dos horas y media de atraso.
Según indican los registros de la época, el tren avanzaba a marcha lenta. El conductor de la locomotora al notar que la barrera estaba alta y las banderas no habían sido cambiadas, clavó los frenos y tocó la bocina con insistencia pero el esfuerzo fue en vano.
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Inexplicablemente, las barreras del paso a nivel estaban altas. El guardabarrera era Omar Eduardo Zarza, de 23 años, y existieron varias versiones sobre su actuación en este hecho. El joven fue detenido rápidamente tras el accidente y alegó que no había recibido la correspondiente notificación del paso del convoy por parte de la estación previa. Otros vecinos sostuvieron que Zarza habría manifestado no haber escuchado la campanilla de alarma.
Sin embargo, la versión que trascendió en todo el barrio Fisherton fue que Zarza no estaba en la cabina del guardabarrera al momento del paso del tren. Al parecer, se había ido a comprar facturas a la tradicional panadería Las Vegas, ubicada en Donado y Casilda, a tan sólo dos cuadras del paso a nivel.
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La memoria de la tragedia: los vecinos de Fisherton no olvidan
La zona del accidente estaba repleta de gente y vehículos, y quienes presenciaron el accidente no olvidaron jamás las imágenes del horror. También lo recuerdan como si fuese ayer quienes vivían cerca y se despertaron con el estruendo, los gritos y el sonido de las ambulancias. Y por supuesto quienes conocían a alguien que había viajado en ese ómnibus tienen presente ese día en su memoria.
Los vecinos no olvidan el caos después del choque, la policía, las ambulancias y los bomberos pasando a toda velocidad y vallando el lugar, los gritos y la angustia. Algunos autos colaboraron con las ambulancias a trasladar a los heridos a los distintos hospitales. Entre las 25 pasajeros del colectivo que necesitaron atención médica de urgencia se encontraba el chofer.
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Los habitantes de Fisherton también recuerdan a quienes se lanzaron a las vías a ayudar a los heridos, vecinos que se encontraban en la calle o que salieron de sus hogares a socorrer a las personas.
Otros prestaron su casa para llamar a familiares (por aquella época solo había teléfonos fijos), para brindar un vaso de agua. Muchos tienen presente qué hicieron aquella mañana: por qué, por alguna razón, no se tomaron la línea B a esa hora a pesar de que siempre lo hacían, o dónde estaban cuando se enteraron del accidente.
De las seis víctimas fatales se pudo acceder al nombre de cinco: fueron Gabriela Cano, de 16 años; los hermanos Ricardo y Claro Meneghini, quienes iban en la parte delantera y al parecer fueron despedidos del coche tras el impacto, Juan José Grilli y Ramón Enrique Prime.