El fenómeno de la promocionada trilogía erótica Cincuenta sombras de Grey, de la autora británica E. L. James, no sólo generó “un movimiento en la fantasía de sus lectores” sino que provocó un incremento de la demanda de lencería y juguetes sexuales con la reciente aparición de la película en Rosario.
Esta historia que ya vendió 100 millones de ejemplares en el mundo y surgió como una fanfiction basada en las novelas románticas de vampiros Crepúsculo, fue filmada por el director Sam Taylor Wood. Describe la relación entre una flamante graduada de la universidad, Anastasia Steele, y un joven hombre de negocios, Christian Grey. Pero sobre todo el camino que recorren sus prácticas sexuales: bondage/disciplina, dominación/sumisión, sadismo/masoquismo.
En este sentido, los comerciantes del sector reconocieron esta semana que más personas se acercaron desde el lanzamiento de la película a preguntar por juguetes sexuales que utilizan Anastasia y Grey: antifaces, cuerdas, esposas, látigos o fustas.
“Si bien las Cincuenta Sombras de Grey tiene un perfil sádico, hay gente que comenzó a venir por curiosidad al sex shop, pero después llevan a cabo sus propias fantasías, que no precisamente tienen que ver con el el bondage”, explicó Victoria Sosa, dueña del sex shop Victoria Sexy (Maipú al 600).
“Se inclinan más por el romanticismo, la pluma, los aceites saborizados, las tangas con stras y los disfraces”, describió sobre una industria cuyos orígenes pueden rastrearse 2.500 años atrás en pueblos como China, Roma, Egipto y Grecia, donde no faltaban creativos que desarrollaran consoladores de distintos materiales y tamaños.
Después de una década en el negocio de los juguetes sexuales y como fabricante de lencería, Victoria analizó que “la película en sí, creo que bajó un poco la lujuria que había logrado instalar el libro, se vió más plasmado el sometimiento y el dominio; a diferencia de la lectura, que al tener una descripción precisa y minuciosa de los encuentros sexuales, generaba más excitación y fantasía en las mujeres”.
La industria de este tipo de objetos creció en los últimos años en todo el mundo, al mismo tiempo que fue bajando el pudor de hombres y mujeres por entrar a uno de estos comercios, al punto que hoy los locales en su mayoría exhiben productos en sus vidrieras.
“Si bien los clientes agregan a su compra una esposa o un látigo para experimentar un poco que se siente ser Anastasia por un ratito, no dejan de guiarse por sus propios deseos”, evaluó Victoria, quien consideró que “la mayoría se inclina por el placer compartido lejos del dolor, más disfrute, más mimos y atravesar los tabúes que, en menor escala, siguen instalados en la sociedad”.
Otros jugadores del sector a nivel local coincidieron en que el rango etario de los clientes es amplio. “La gente de a poco se va soltando y se anima a explorar otras sensaciones que siempre terminan alimentando la pareja”, señalaron. El público es bien mixto, tanto varones como mujeres acuden por consultas o compras.
Los empresarios consultados coincidieron en que la película definitivamente “invitó a jugar” a algunas parejas.
También se está acercando a estos negocios un creciente público que llega por cuestiones de salud, debido a que hay accesorios de uso terapéuticos que colaboran con la performance sexual.