El secretario de Ambiente, Homero Bibiloni, acusó ayer a los “pools de siembra” de
in-
crementar la desertificación del país con la ampliación de la “frontera
agrícola”, en la inauguración de la conferencia de la ONU sobre la degradación del suelo.
Además, admitió que es “muy importante” la “superficie
desertificada” en Argentina, aunque aseguró que el gobierno nacional procura reducirla a
través de “programas” en los que intervienen varios organismos estatales.
“Quienes defienden la soja de manera muy activa promueven el
avance de la frontera agrícola, que atenta contra el reordenamiento territorial necesario para
revertir la desertificación”, consideró Bibiloni.
El funcionario, en ese sentido, afinó su crítica y apuntó contra los
“pools de siembra”, sobre los que dijo que hacen “tierra arrasada” de los
campos que “arriendan”.
Los pools de siembra empezaron a funcionar en el país a principios de
los 90 y su actividad principal es la acumulación de fondos para ser invertidos en tierras de
terceros explotadas a través del arrendamiento.
Los contratistas establecen un sistema de comercialización a través de
determinados acopiadores, industriales o exportadores. En los últimos años, fue consolidado el
marco legal de la actividad y su seguridad jurídica mediante la figura del fideicomiso.
La mayoría de los representantes de los 193 Estados miembro de la ONU
que concurren al encuentro participarán en una reunión científica en la que los asistentes
intentarán consensuar la forma más precisa de evaluar la degradación de la tierra.
El secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de lucha
contra la Desertificación, Luc Gnacadja, se mostró esperanzado en que los científicos “puedan
profundizar su propuesta de utilizar once indicadores para medir de manera más precisa la
desertificación”.
“Por primera vez, 300 científicos se encontrarán para asesorar a
las partes sobre cuál es el modo más exacto de medir la desertificación”, concluyó.
“Debemos pasar de los documentos a los instrumentos”, dijo Bibiloni, en el discurso
inaugural, en calidad de presidente de la conferencia, que finalizará el 2 de octubre.
Gnacadja indicó que desde la conferencia anterior, celebrada en 2007 en
Madrid, “cambió el contexto” conforme a las crisis que se han ido reiterando.
“Primero se produjo la crisis energética, a la que sucedió la crisis alimentaria, la cual ya
casi fue olvidada”, señaló. A estas les siguieron las crisis financiera y económica.
Sin embargo, estas crisis no deben ser una excusa para no tomar medidas
contra la desertificación. Al contrario, sostuvo Gnacadja, “constituyen una oportunidad sin
precedente para adaptar la agenda de desarrollo”.
Bibiloni hizo un llamado a la reflexión acerca de “cuáles son los
valores predominantes en la actualidad. El acento está puesto en los bienes materiales, en el
consumo y el derroche, que además lo tienen unos pocos, en el planeta hay más pobres que
ricos”.
“Vimos que ante la crisis mundial reciente ha habido rápidas
respuestas. Pero esta crisis, de enormes magnitudes y los fondos consecuentes que se asignaron, no
versaban sobre problemas vinculados a inundaciones, sequías, tierras degradadas, pobreza, exclusión
social. Fueron para mitigar o adaptarse al mundo financiero”, señaló. (DyN y DPA)





























