El pabellón de la muerte en California se ubica en la Prisión Estatal San Quentin, cerca de San Francisco, aunque por años Alcalá ha estado recluido a más de 320 kilómetros de distancia, en una prisión en Corcoran, donde, podía recibir atención médica las 24 horas.
Alcalá acechaba a las mujeres y quitaba los aretes a algunas de sus víctimas para conservarlos como trofeos. "Estamos hablando de una persona que salía a cazar personas en el sur de California porque le gustaba hacerlo'', señaló el fiscal del condado Orange, California, Matt Murphy, durante el juicio del acusado.
Los investigadores aseguran que quizá nunca se sabrá el verdadero número de víctimas de Alcalá.Los aretes contribuyeron a sentenciarlo a muerte, aunque el gobernador Gavin Newsom suspendió las ejecuciones mientras esté en el cargo.
Corría el año 1979, y el reality The dating game era uno de los programas más exitosos de la televisión. Era un concurso de citas donde una mujer elegía a su futura pareja entre tres candidatos. Alcalá era la primera gran estrella del programa. Las mujeres y el "gran público" lo adoraban. Claro, no sabían que en realidad se trataba de un despiadado violador y asesino en serie, que hasta ese momento había matado ya a cuatro mujeres y violado a otras dos. Lo extraño es que el canal de TV no supiera que Alcalá ya había sido sentenciado por violar una menor en California.
Un año después de ganar este programa de televisión, la Policía lo detenía nuevamente. Tuvieron que pasar veinte años y celebrarse tres juicios para que lograsen condenar a este asesino en serie, denominado The Dating Game Killer.
Su nombre completo era Rodrigo Jacques Alcalá Buquor y había nacido el 23 de agosto de 1943 en San Antonio, Estados Unidos. Poco tiempo después, se mudó a México. Fue allí donde su padre, Raoul Alcala Buquor, abandonó a la familia. El niño tenía 11 años. La madre tomó a sus cuatro hijos y se mudaron a un suburbio de Los Ángeles donde iniciaron una nueva vida.
A los 17, el joven decidió alistarse en el ejército norteamericano, pero un fuerte episodio psicológico (un ataque de nervios) le llevó al psiquiatra. Tras su evaluación, los expertos determinaron que Alcala no era apto como soldado. Aquella fue la primera señal de que algo no iba bien en su mente, pese a su alto cociente intelectual. Tenía un IQ de 135.
Rodney decidió estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) y se graduó. Sin embargo, durante su etapa universitaria comenzaron a emerger sus impulsos criminales. Su primer delito: la violación y agresión de una niña de ocho años.
Esto ocurrió cuando en 1968, Rodney secuestró a la pequeña Tali Shapiro en plena calle. La subió a su coche y la llevó a un departamento en Hollywood. Una vez en el interior de la vivienda, golpeó brutalmente en la cabeza a la menor. Tras violarla de forma salvaje y provocarle una grave hemorragia vaginal, Alcala huyó.
Gracias a un testigo que vio el rapto y llamó rápidamente a la Policía alertando del suceso, Tali logró sobrevivir aunque con importantes secuelas físicas y psicológicas. “Realmente pensé que estaba muerta”, explicó uno de los agentes al ver a la niña inconsciente.
Como las autoridades lo estaban buscando, Alcalá se mudó a Nueva York, cambió de nombre haciéndose llamar John Berger y se matriculó en la universidad para estudiar cine con el mismísimo Roman Polanski. De hecho, el criminal fue uno de los alumnos más aventajados del cineasta. Además, dio clases como profesor de arte en un campamento en New Hampshire en el verano de 1971. Pero tras esta aparente normalidad, se escondía un asesino.
Su primer asesinato llegó poco antes del campamento. Rodney violó, estranguló y mató en su departamento de Manhattan a la azafata Cornelia Crilley, de 23 años. La Policía no consiguió reunir pruebas para encontrar al culpable hasta pasados cuarenta años.
Entre tanto, las autoridades de California, que seguían buscando al responsable de la violación de Tali Shapiro, enviaron un retrato robot del agresor sexual a todas las oficinas de correos. Dos niños del campamento reconocieron a su profesor en dicha imagen y este fue inmediatamente detenido y extraditado al estado californiano.
Primera condena: 17 meses por violar a una niña
Durante el juicio y ante la negativa de los padres de Shapiro de que la niña testificase, el tribunal condenó a Alcala a treinta y cuatro meses de prisión por abuso sexual de menores y no por intento de homicidio en primer grado. Lo registraron como delincuente sexual y tras diecisiete meses obtuvo la libertad condicional. Dos meses después, Rodney volvió a atacar a una menor, Julia, de 13 años. Por esta violación fue enviado nuevamente a prisión hasta 1977 y, al salir, volvió a asesinar.
En esta ocasión se valió de su profesión como fotógrafo para conseguir una cita y tener una sesión con una joven aspirante a modelo. “Tenía mucha facilidad de palabra y engatusaba a las chicas”, aseguró uno de los detectives que llevaron el caso. Se mostraba tan encantador que lograba convencerlas “para que posaran para él y funcionaba una y otra vez”.
Ellen Jane Hover, de 23 años, ahijada de los famosos actores y cantantes Dean Martin y Sammy Davis Jr., fue una de las primeras chicas que cayó en la trampa de Alcalá. Violó y mató de forma brutal a la joven cuyo cuerpo apareció mutilado en los alrededores de una finca en Westchester.
Los investigadores no relacionaban los asaltos ni el crimen anterior con Rodney quien, al estar registrado como delincuente sexual, utilizaba un alias falso para conseguir trabajos. Uno de ellos, le llevó a ser tipógrafo del diario Los Ángeles Times, empleo que compaginaba haciendo fotografías a mujeres, principalmente a adolescentes, siempre bajo una temática sexual. Su portafolio estaba repleto de imágenes de alto contenido erótico e, incluso, de escenas de sexo explícito que mostraba a sus compañeros para alardear.
El carisma de Rodney Alcalá lo llevó en 1979 a su participación en The Dating Game de la cadena ABC, un concurso de citas donde una mujer elegía a su pareja entre tres candidatos después de varias pruebas y preguntas.
alcalajoven2.jpg
Alcalá en sus tiempos de estrella de la TV. Ya había cumplido dos condenas por violación de menores, pero el canal no lo sabía.
Así fue su presentación como uno de los concursantes: “Nuestro soltero número uno es un exitoso fotógrafo cuyos inicios se remontan al día en que su padre lo encontró en un cuarto oscuro a la edad de trece años, completamente revelado. Entre tomas se le puede encontrar haciendo paracaidismo o motociclismo. ¡Por favor demos la bienvenida a Rodney Alcalá!”. Increíblemente, el canal de televisión no conocía los gravísimos antecedentes penales del concursante, que ya había purgado dos condenas por violación de menores en California.
La soltera que terminó eligiéndolo fue Cheryl Bradshaw: cayó rendida a sus encantos. Todo el mundo (presentador, público y la propia soltera) estaba fascinado con las respuestas ingeniosas y picantes de Rodney. Cada vez que hablaba, le aplaudían. Pero al salir del estudio, Cheryl tuvo un mal presentimiento. La actitud lúgubre del concursante le hizo dudar. “Te interrumpía e intentaba imponerse. Empezó a ser muy desagradable y grosero y a mostrar una actitud intimidante. No solo acabó por no gustarme nada... creo que ha sido el tipo más siniestro con el que he estado”.
Ese mismo año, mató a Jill Barcomb, de 18 años, a la que encontraron en un barranco a la orilla de Mulholland Highway; a Georgia Wixted, de 27, en su apartamento de Malibú; a Charlotte Lamb, de 32, en el cuarto de la lavandería de un edificio de apartamentos en El Segundo; y a Jill Parenteau, de 27, en su piso de Burbank. Además, violó a Monique Hoyt, de 15 años, a la que dio por muerta tras intentar asesinarla. Afortunadamente, sobrevivió.
Su última víctima, Robin Samsoe, de 12 años, no corrió la misma suerte. “Un extraño se acercó a nosotros en la playa, y le pidió a Robin que posara para él. Se fueron juntos, y no volvimos a verla”, declararon los amigos ante la Policía dando una descripción detallada del asesino.
alcalajoven.jpg
Alcalá era un psicópata seductor, que se ganaba fácilmente la confianza de mujeres jóvenes y adolescentes. Nunca se sabrá el número exacto de sus víctimas, pero podrían ascender a unas 130.
A partir de ahí, los investigadores elaboraron un retrato robot del criminal y comenzaron a distribuirlo. Entre las llamadas que recibieron reconociendo a Rodney, la de su agente de la condicional. Teniendo el nombre real del presunto asesino localizaron en una casilla postal de Seattle miles de fotos de mujeres jóvenes y niñas desnudas posando para él, además de una bolsa con pendientes. Uno de los pares pertenecía a Robin.
En los siguientes años se celebraron tres juicios para acusar a Rodney Alcalá del asesinato de Robin Samsoe (de los anteriores tuvieron que pasar casi cuatro décadas para confirmar que The Dating Game Killer era el verdadero responsable). El primer jurado lo condenó a la pena de muerte, pero la Corte Suprema de California rechazó el veredicto al considerar que el acusado no tuvo un juicio justo. Parece ser que uno de los testigos cometió perjurio.
En 1986 se llevó a cabo un segundo juicio donde los miembros del jurado volvieron a sentenciarlo a la pena de muerte. Pero tampoco se llevó a efecto porque la defensa de Alcalá argumentó que el tribunal le impidió presentar pruebas relevantes. El juicio fue anulado y Rodney se pasó los siguientes años de apelación en apelación. Incluso en 1994 publicó un libro titulado You, the Jury en el que se quejaba del trato recibido por parte de la administración.
Tuvo que llegar el año 2010, para que Alcalá se enfrentase a su tercer juicio por el asesinato de Robin Samsoe. Pero en esta ocasión, las autoridades añadieron cuatro crímenes más. Gracias a las muestras de ADN encontradas en las cuatro víctimas de Los Ángeles entre 1977 y 1979, se demostró que Rodney era culpable.
Ante las abrumadoras pruebas, Rodney cambió de estrategia y se representó a sí mismo haciendo de abogado y de declarante a la vez. A lo largo de cinco horas, el acusado se autointerrogó impostando la voz y autopreguntándose cosas como: “Rodney, por favor, ¿nos hablarías sobre tu pelo?”.
En el interrogatorio ejercido por la fiscalía salieron los asesinatos de Robin y de las otras cuatro mujeres estranguladas en Los Ángeles, algo que negó rotundamente. Pero para entonces, la Policía de California tenía un as en la manga. Semanas antes del juicio, se publicaron más de un centenar de fotografías de mujeres que posaron para él. El objetivo: que alguien las reconociese y poder hablar con ellas. Y lo consiguieron.
Algunas de ellas se acordaban de él y de cómo fue su encuentro fotográfico, y muchos familiares informaron que quienes aparecían en dichas imágenes seguían desaparecidas. Una de las modelos fue Cynthia Libby que por entonces tenía 16 años y que explicó cómo “era tan fácil confiar en él. Tenía una manera de hablarle a la gente que hacía que una se sintiera cómoda”. Pero Alcalá era “un monstruo depredador”, aseguró el vicefiscal del condado de Orange, Matt Murphy. Ya se lo avisó el propio asesino a Libby: “Podría hacerte lo que quisiera y no se enteraría nadie”. Ambos se encontraban en un barranco solitario al sur de California.
Tras este tercer juicio, el jurado no tenía dudas: Rodney Alcalá era culpable de cinco asesinatos en primer grado. Lo sentenciaron a la pena capital. A este veredicto se sumaron dos cadenas perpetuas simultáneas por los homicidios de las dos chicas de Nueva York. En 2013 pudieron demostrar que Christine Thornton, embarazada de seis meses y cuyo cuerpo fue hallado en Wyoming en 1982, era una de las modelos que aparecían en el portafolio del asesino, apodado por los medios "The Dating Game Killer". Y en 2016 las pruebas de ADN confirmaron que el asesinato de Christine Ruth fue obra de Rodney. En estos dos últimos casos tardaron casi cuarenta años en identificarlas.
A sus 77 años, Alcalá esperaba su ejecución desde el corredor de la muerte. Pero la moratoria declarada por el gobernador le evitó morir en la silla eléctrica.Ahora murió por causas naturales, en una cama de un hospital.