El Cordobés se fue casi sin avisar. Con apenas 66 años y una vastísima carrera periodística, ayer murió Héctor Méndez. El Cordobés para todos los que tuvimos el gusto de compartir con él la Redacción del Decano y de disfrutar su típico humor de barrio, sin por ello dejar de soportar su carácter de perros.
El Cordobés había trabajado en el desaparecido diario Los Principios, de la recoleta familia Martínez Nores, en La Docta, donde llegó a ser prosecretario de Redacción hasta su cierre, que lo llevó por el diario El Puntal de Río Cuarto; otro de Villa María; el viejo El País en la Noticia, que estaba en Alem entre Riobamba y La Paz; el Democracia y, finalmente, La Capital, donde fue redactor de la vieja Información General —que llevaba temas del Universo y sus alrededores—, segundo jefe de Política y finalmente volvió a la nueva Información General hasta retirarse, hace un puñado de años.
Fumador empedernido de joven, hincha devoto de su Boquita y cultor de un humor que hacía honor a su origen, el Cordobés había gambeteado la muerte hace unos 20 años. Después de aquel episodio crucial retaba hasta a sus compañeros no fumadores por si se les cruzaba la infausta idea de probar un cigarrillo.
Hace un mes, cuando nuestra compañera Silvia Lo Presti se enteró de que estaba enfermo, el Cordobés la conminó a no decir palabra. Sin embargo, la semana pasada disfrutó como un loco de la visita a su casa del Gallego Valverde y del Gordo Montenegro.
Y anteayer, cuando su esposa me dijo que lo habían internado, comencé a despedirme en silencio del Cordobés, con la triste sensación de que no llegaríamos a verlo esta mañana con el Pato Mauro.
Chau, Cordobés. Ojalá estés contando tus cuentos en el cielo.