Los incendios forestales en más de 150 mil hectáreas en el sureste de Australia
causaron ya al menos 108 muertos, destruyeron 700 viviendas y dejaron sin luz a otras 14.000, lo
que los convierte en los peores de la historia del país, confirmaron ayer autoridades locales.
Se teme que el número de víctimas sea aún mayor porque recién ayer los bomberos,
la policía y miles de voluntarios comenzaron a analizar mejor los restos de viviendas, cobertizos y
vehículos tras los incendios, que se iniciaron el viernes último. Hay 100 desaparecidos.
Más de 150.000 hectáreas de bosques ubicados en el norte de Melbourne, capital
del estado australiano de Victoria y la segunda ciudad más grande de Australia fueron arrasados por
las llamas alentadas por los fuertes vientos y las temperaturas récord.
Más de 400 focos de fuego, muchos de los cuales habían sido encendidos
deliberadamente, calcinaron cientos de viviendas. "Llevará algún tiempo poder identificar o
siquiera conocer el sexo y edad de varias víctimas", informó el jefe de policía Kieran Walshe.
El primer ministro Kevin Rudd, que se trasladó a Victoria para tomar contacto
directo con la catástrofe, pidió al Ejército que coopere en las tareas de extinción de las llamas y
se sume a los 3.000 bomberos, 30.000 voluntarios que combaten el fuego.
Consternación. "El infierno con toda su furia visitó a las buenas personas de
Victoria en las últimas 24 horas. Es una tragedia para la nación", declaró el primer ministro Rudd,
quien anunció un fondo de seis millones de dólares para asistir a las víctimas y comenzar a
afrontar los daños más urgentes.
John Brumby, alcalde de Victoria, describió como "infierno en la tierra" la
situación en la zona, "la escala de esta tragedia desafía el entendimiento", aseguró. "Algunos de
esos fuegos, sencillamente, no fueron posibles de controlar", dijo respecto a la ciudad minera de
Bendigo.
"Había bomberos que literalmente enfrentaban llamas de una altura de cuatro
pisos", dijo Brumby, quien consideró que aún no ha pasado lo peor.
Melbourne registró ayer una temperatura de 46 grados, récord para un día de
febrero. En el interior de la ciudad portuaria de tres millones de personas, la temperatura fue más
alta.
"La intensidad del fuego es tan grande que en la mayoría de los casos nuestras
tácticas no tienen efecto sobre las llamas", admitió el bombero Greg Anof.
Los incendios recuerdan los peores registrados en la región en 1983, cuando el
fuego destruyó miles de casas y causó 75 muertes.
En el pueblo de Kinglake al menos seis personas murieron cuando las llamas
arrasaron toda la localidad.
Peter Mitchell, un residente de esa localidad, dijo a la radio local que
confiaba en sobrevivir al infierno junto a otras 200 personas, que se habían refugiado en el parque
de bomberos.
"Todo Kinglake está en llamas", dijo durante la llamada a la radio. "Hay llamas
por todas partes, los tanques de gas estallan, los edificios están en llamas", dijo.
Para frustrar a los incendiarios (se cree que la mitad de los fuegos forestales
fueron generados intencionalmente) las autoridades cerraron algunos parques nacionales y pusieron
bajo vigilancia a aquellos que consideran pirómanos.
Los incendios forestales son frecuentes en ese país, pero las temperaturas
cercanas a los 50 grados, la sequía y los vientos fuertes convierten a los actuales en los peores
de la historia.
La cifra de víctimas fatales puede aumentar pues varias decenas de personas
están desaparecidas y los cadáveres son hallados a medida que avanzan los de bomberos y
voluntarios, apoyados por el ejército en las últimas horas.
En la zona rural al norte de Melbourne la situación es particularmente
desastrosa y las consecuencias superaron las de 1983, en el llamado "Miércoles de ceniza", cuando
75 personas perdieron la vida. l (DPA y AP)
"Llovió fuego"
El fuego ha borrado a poblaciones enteras, precisaron ayer las autoridades. Casi
el 90 por ciento de los inmuebles de Marysville, una comunidad de 800 personas localizada 35
kilómetros al oeste de Kinglake, estaban en ruinas. La policía informó de dos muertes en el lugar.
"Llovió fuego", dijo un sobreviviente, mostrando su camiseta chamuscada. "Nos escondimos en un
olivar y observamos a nuestra casa mientras se quemaba", agregó.