Cuba, fuertemente azotada durante 72 horas por el viento, las lluvias y penetraciones marinas del huracán, comenzó ayer el arduo trabajo de cuantificar daños y rehabilitar su dañada infraestructura de servicios.
Cuba, fuertemente azotada durante 72 horas por el viento, las lluvias y penetraciones marinas del huracán, comenzó ayer el arduo trabajo de cuantificar daños y rehabilitar su dañada infraestructura de servicios.
Con al menos 10 muertos, este huracán ha sido el más mortífero que se abatió sobre la isla desde el pasaje de Dennis en 2005.
"Esto es catastrófico, muchos edificios aquí no están preparados para tal diluvio", dijo Yanmara Suárez, trabajadora autónoma de 36 años que vive en Centro Habana, una zona próxima al malecón, fuertemente inundada por el mar el domingo.
En la mañana de este lunes, empleados de la compañía eléctrica y comunales trabajaban en las calles retirando postes y tendidos eléctricos derribados, y muchos árboles y ramas que impiden la circulación de autos. La mayor parte del país, incluida La Habana, permanece aún sin servicio eléctrico.
En La Habana, faltó el servicio de agua, se registraron numerosas interrupciones telefónicas y el sistema educacional suspendió las clases hasta nuevo aviso.
En Caibarién, una ciudad costera del centro del país que sufrió toda la furia de Irma, emprenden largos y pacientes trabajos de recuperación: la vuelta a la normalidad demorará.
"Esto es un destrozo, si dura un día más, aquí no queda nada", dijo Angel Cordero, un agricultor de 69 años, cuya casa fue inundada y perdió sus cultivos de plátano, boniato, fruta bomba y guayaba.
En un mensaje a la nación, el presidente Raúl Castro reconoció el lunes que "han sido días duros para nuestro pueblo".
Irma "causó severos daños al país, los cuales, justamente por su envergadura, aún no se han podido cuantificar. Una mirada preliminar evidencia afectaciones en la vivienda, el sistema electroenergético y la agricultura", agregó Castro en su comunicación difundida por los medios locales.
A pocos kilómetros del centro de la capital, Cojímar, un antiguo pueblito de pescadores muy frecuentado por el escritor estadounidense Ernest Hemingway en los años 50 del pasado siglo, también pagó un pesado tributo a Irma.
Destrucción en su paseo marítimo, casas sin techo, calles llenas de escombros, y electrodomésticos arrastrados por las aguas y golpeados por el viento: es la imagen de la desolación.