La fumata blanca que desde el Vaticano pintó el cielo de ese 13 de marzo de 2013 traía una noticia especial: “Habemus papam”. Tras la renuncia de Benedicto XVI y en el segundo día del cónclave, una figura saludaba a la multitud en el balcón, y desde ese día nada volvería a ser igual. El cardenal argentino Jorge Bergoglio se convertiría en el aclamado Papa Francisco, el primer Sumo Pontífice argentino y latinoamericano.
"Queridos hermanos y hermanas. Buenas noches. Ustedes saben que el deber del cónclave es elegir al obispo de Roma y parece que mis queridos hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo. Pero estamos aquí. Les doy las gracias por la acogida y doy las gracias a la ciudad de Roma como su obispo", fueron las primeras palabras del nuevo Papa desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano.
El Sumo Pontífice de los 1.200 millones de católicos en todo el mundo salió al balcón vistiendo una sotana blanca despojada de ornamentos, con una cruz de obispo (no de oro de los cardenales) en el pecho y saludó a la multitud que aguardaba en la plaza San Pedro. Aprovechó aquel momento para pedir una oración por Benedicto XVI y rezar el Padre Nuestro y el Ave María.
En una breve intervención, el pontífice dijo que en aquel momento comenzaba "un camino" para el que él pidió que recen "unos por otros para que haya una gran fraternidad". "Espero que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos sea de evangelización", dijo y rogó que rezaran por él para que Dios lo ayude en su labor.
Así, comenzó efectivamente una era de modernización de la Iglesia, comandado por un ferviente defensor de una Iglesia inclusiva, donde todos pudieron encontrar un hogar más allá de sus diferencias. En cada palabra, gesto y decisión, el Papa Francisco encontró la forma de abrazar a los más vulnerables y reforzó su compromiso con la construcción de una comunidad que contenga y dé esperanza.
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El papa Francisco saluda a su llegada a su audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el miércoles 20 de noviembre de 2024. (Foto AP/Gregorio Borgia)
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Un papa latinoamericano… ¡Y Argentino!
La noticia sobre la elección de Bergoglio como el nuevo Papa, el primero que no proviene del continente europeo desde el siglo VIII, fue recibida con sorpresa y alegría, principalmente en Latinoamérica, donde vive el 46 por ciento de los 1.200 millones de católicos del mundo.
La decisión del cónclave fue saludada por los mandatarios de las Américas, incluida, por supuesto, la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, quien le envió una carta de salutación.
La mandataria aseveró en aquel momento que era ”un día histórico, por primera vez en la historia de los 2.000 años de la Iglesia va a haber un Papa que pertenece a Latinoamérica”. “Y le deseamos de corazón a Francisco que pueda lograr mayor grado de confraternidad entre los pueblos, entre las religiones”, señaló.
En el país, el pueblo festejó la llegada de un representante argentino a la máxima autoridad de la Iglesia Católica. Jorge Bergoglio ya era conocido por sus gestos de humildad, por la renuncia a los lujos de la vida cardenal pero, por sobre todo, por su enorme compromiso por incluir a todos los fieles en su enorme Iglesia. Como buen argentino, mostró encendida la pasión por el fútbol y hasta supo bailar el tango en su juventud. El club de sus amores es San Lorenzo de Almagro y entre sus escritores preferidos se destaca Jorge Luis Borges.
Un gran referente como lo fue Diego Armando Maradona, también se había pronunciado en aquel momento: "El dios del fútbol, es argentino. Ahora también el Papa es argentino, una cosa que hace sentir feliz a todo mi país".
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La asunción del Papa Francisco fue muy festejada en Argentina
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La elección del nombre
Francisco, el nombre que eligió el Papa para su pontificado, es un santo italiano muy querido que se identifica con la paz, la pobreza y un estilo de vida sencillo.
El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fue el primer Pontífice surgido de Latinoamérica y el primero también en adoptar el nombre de Francisco, el joven acaudalado de Asís que renunció a las riquezas y fundó la orden de frailes franciscanos en 1209.
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Jorge Bergoglio desde que era cardenal había renunciado a una vida de lujos y, en lugar de utilizar el transporte que la Iglesia le proveía, viajaba en subte
La elección del nombre fue una clara señal de las prioridades del Papa para empeñarse en llevar una sensación de serenidad a la atribulada Iglesia católica. En su mandato, el Papa Francisco ha impulsado la paz, la fraternidad, la inclusión y la diversidad.
Su modo de vida era claramente sencillo. Hizo casi todo su apostolado en el Episcopado porteño y habitó solo, todos estos años, un departamento sencillo en el segundo piso del edificio de la Curia, al lado de la catedral. Él mismo se preparaba la comida.
Haber elegido el nombre de uno de los santos patronos de Italia también vinculó al Papa con ese país, cuna de todos los Papas en los últimos siglos hasta 1978.