No hay dudas de que el turismo es una de las actividades que más traccionan la economía a nivel mundial. Según José R. Dadon (CONICET), en las últimas décadas, el turismo se ha transformado en una de las industrias más importantes del mundo. Aún en los países altamente desarrollados, los viajes y el turismo generan más divisas que la exportación de automóviles, de productos agrícolas o de productos químicos. En muchas partes del mundo, el turismo es la fuente de empleo más importante y es visto como la principal herramienta del desarrollo económico regional, e incluso nacional.
Pero los beneficios reales y potenciales que trae el turismo muchas veces hacen olvidar que éste también tiene sus costos, los cuales son de gran importancia. El sector turístico posee una elevada huella climática y ecológica, dado que requiere un alto consumo de energía y combustible y ejerce presión sobre los sistemas terrestres. El crecimiento del turismo en los últimos años ha puesto en peligro, incluso, la consecución de las metas del Acuerdo de París (2015). Las Naciones Unidas estiman que las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte relacionado con el turismo constituyen el 5 % de las emisiones antropogénicas, y podrían repuntar de forma considerable si el sector no se ajusta a los objetivos climáticos.
Esta actividad fue, sin embargo, una de las más afectadas por la pandemia de la enfermedad por COVID-19, teniendo en cuenta que ningún país escapó a la diezma de su sector turístico. La crisis supuso una gran conmoción para las economías desarrolladas y una emergencia para las personas más vulnerables y los países en desarrollo. Además, la paralización de las actividades turísticas hizo que muchas zonas protegidas y las comunidades que viven en sus alrededores no perciban ingresos durante meses, generando que las zonas protegidas y otras zonas de conservación de la biodiversidad (donde tiene lugar la mayor parte del turismo relacionado con la fauna y la flora silvestres) sufran la sobreexplotación de los recursos naturales, ya sea para su propio consumo o para generar ingresos.
Cambio de paradigma
Es por todo esto que, luego de la crisis que el turismo atravesó en el 2020, se consolidó un nuevo paradigma desde el cual se aborda esta actividad. Si bien las ideas de turismo sostenible datan a nivel internacional del año 1978 (cuando la Organización Mundial del Turismo estableció su primer Comité Ambiental), en la actualidad se presentan nuevas formas de pensar y valorar la naturaleza, que inciden en su transformación en atractivo turístico, lo que conlleva cambios en las prácticas y en los destinos.
Tradicionalmente, el turismo ha valorado el patrimonio natural, privilegiando sus atributos estéticos y escenográficos; la monumentalidad y los paisajes de cualidades superlativas han sido el común denominador en la naturaleza valorizada en, por ejemplo, los Parques Nacionales. En el contexto actual se observan cambios significativos en dichas formas tradicionales de utilización turística del patrimonio natural protegido, vinculados con la difusión de una creciente preocupación por una naturaleza que se concibe como un valor en sí misma y en riesgo de desaparición, lo que motiva un firme interés por conocerla mediante prácticas orientadas por el discurso experto y la militancia ambiental, según los autores Meethan y Cohen.
En esta línea, en muchos destinos del mundo se están intentando implementar los principios del turismo sostenible, una modalidad turística que busca mitigar y neutralizar los impactos negativos de la actividad en el ambiente y en las comunidades en las que se desarrolla.
El turismo sostenible o turismo regenerativo es un movimiento cuyo propósito fundamental es la regeneración ambiental y social de los territorios desde un abordaje holístico y sistémico. Propone crear experiencias turísticas que activen conexiones profundas entre los visitantes, las comunidades receptoras y los ecosistemas, creando valor compartido y restaurando el capital natural y sociocultural.
Para Lautaro Guardamagna y Virginia Criado, licenciados en Turismo y especialistas en el tema, los principios fundamentales del desarrollo regenerativo se vinculan con la llamada “nueva normalidad”: la idea de que las actividades económicas que desarrollamos deben contribuir a la reparación y restauración de los ecosistemas naturales, preservando la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que permiten, en definitiva, sostener la vida como la conocemos. El turismo, entonces, desde su función restaurativa, debe impulsar las economías regionales y propender a la diversificación de actividades productivas con triple impacto (económico, social y ambiental), revitalizando la cultura e identidad local de las comunidades receptoras.
Un turismo regenerativo se diseña en cooperación con los actores territoriales, promoviendo la participación económica de los sectores más vulnerables y las comunidades originarias, invirtiendo en sistemas autosuficientes en materia de energía, alimentación y agua, y apostando a una actividad libre de residuos. En suma, el criterio de éxito debe medirse en la reproducción de la naturaleza y en la mejora de la calidad de vida de las comunidades locales.
El nuevo enfoque en nuestro país
En Argentina, el Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable 2025 representa una política de estado que garantiza la conservación del patrimonio turístico nacional y un desarrollo turístico sustentable, de carácter federal e inclusivo. Es un plan presentado en 2005, que se actualizó en 2014 y que, si bien en 2022 se habló de volver a renovarlo, no ha logrado avances hasta el momento
Esta base institucional demuestra que las variables humanas, ambientales, sociales e institucionales se configuraron como parte indispensable del análisis a la hora de interpretar e intervenir sobre la realidad de la dinámica turística en nuestro país. Por ello, la actividad en su conjunto se resignificó, pasando de un paradigma de desarrollo concentrado, ubicado exclusivamente en la dimensión económica, a uno multidimensional y contextual, con el eje plantado en la generación de trabajo, la inclusión y la mejora en la calidad de vida de las personas.
Perspectivas a futuro
Se estima que el gasto mundial en ecoturismo o turismo sostenible aumentará a un ritmo mayor que el crecimiento medio de todo el sector. Sin embargo, eso podría incrementar la presión sobre los entornos y sitios protegidos delicados si no se planifica y gestiona de forma adecuada, prestando especial atención a crear comunidades y empresas más resilientes mediante la innovación, la digitalización y las alianzas, para avanzar en la transición hacia una economía turística neutra en carbono y resiliente.