Paulo Ferrari vivió arriba de una montaña rusa en 2019. La dirigencia encabezada por Rodolfo Di Pollina le pidió asumir y en 20 días su proyecto colapsó. En realidad, la comisión anterior no vaciló en pedirle la renuncia, pese a que en su momento le garantizaron confianza plena por la tormenta deportiva que se había desatado en Arroyito tras la también desprolija salida de Edgardo Bauza.
¿Te quedó rencor o la espina clavada por lo vivido en Central cuando agarraste el primer equipo y la directiva te soltó en pocos días?
No, para nada. No me quedó rencor por eso. En ese momento estaba trabajando en el club y me gustaba lo que estaba haciendo en inferiores. Pasó que la directiva me pidió que me hiciera cargo de la primera división y, como lo hice durante toda mi vida, dije que sí porque a Central no le podría decir no jamás. Soy hincha y siempre estaré. Como cuando vine de River a jugar acá, dejando una chance de ir a Cruzeiro. Pero mi corazón me decía que mi lugar era este. Sobre todo porque la institución necesitaba de todos, ya que estaba en una situación compleja desde lo deportivo.
¿Fue cuando viniste para jugar en el ascenso?
Claro, y estuvo perfecto. Fue una gran decisión. Me llamó Central, mi club, mi casa. Era imposible decirle que no. Cómo negarme si estaba pasando por el peor momento de su historia. Nací acá, me formé y soy lo que soy por este escudo. Vine porque lo sentía. Aunque fuimos varios lo que volvimos en realidad. Por eso luego dije que sí cuando me propusieron ser el técnico de la primera.
¿Pero no mediste el posible daño colateral cuando asumiste como entrenador?
No, ni se me cruzó por la cabeza. Es Central. Creo que la gente que trabaja en el club tiene que estar a disposición siempre. Después, puede pasar que las cosas no salgan como uno desea. También es verdad que hubo gente que se equivocó. A eso le sumo que no volvería a trabajar más con ellos.
En otra gestión hubo muchos jugadores de la casa que no se fueron bien. Fue un sello del Crece prácticamente.
Sí. Lo hablé con muchos amigos que jugaron acá y vivieron algunas situaciones feas por culpa de la gente que en ese momento conducía el club. Ellos se enojaban con la institución, pero les decía que no era el club o el socio quien decidía si no que eran las personas. Luego tuve que aplicar esa misma respuesta a nivel personal cuando me tuve que ir. Lo que pasa es que a veces hay gente que toma decisiones, pero no es Central. El club es más grande que todos.