Con un total de 14 personas sobre el escenario, siete ellos músicos de la banda, Juanes promete “música pura”. En formato acústico “pero muy energético, logramos clima de fiesta”, anticipa el colombiano, astro de la música latina, en una entrevista con Escenario, antes de su llegada a Rosario. Juanes viene a tocar “Unplugged”, su octavo disco, que repasa diez años de carrera en frenético ascenso, el domingo próximo a las 21 en el teatro Broadway.
Con tono matinal y una sencillez que no deja ver a la estrella que lleva vendidos varios millones de discos en todo el planeta, Juanes ingresa solo a la sala del hotel Sheraton de Buenos Aires, saluda con amabilidad latinoamericana y se presta dócilmente a la sesión de fotos, y también a las preguntas. Nació y vive en Medellín, Colombia. Una ciudad que no es cualquiera para la historia de la música argentina: allí murió Gardel. Tampoco es cualquier país la Argentina para Juanes. “Yo comencé escuchando folclore, a los Chalchaleros, y tango, a Gardel, que eran muy populares en mi país”, revela de entrada el joven colombiano que está al filo de los 40 años, aunque conserva aspecto juvenil. Un recuerdo de su infancia, familiar, trae un ejemplo concreto sobre cómo la música argentina se escucha en Colombia: “Durante las vacaciones íbamos a una pueblo que se llama Carolina del Príncipe, parábamos en un segundo piso, sobre una cantina, donde sonaba música de la Argentina”.
—¿Qué es la música para vos?
—Siempre, desde niño y también ahora, con la música siento algo espiritual. Nunca dejé de tocar, ni de cantar.
—¿Con qué empezaste?
—Primero toqué folclore y después rock. A los 14 años me compré mi primera guitarra eléctrica y armé un grupo de metal. Diría que tuve una experimentación, un recorrido por distintos géneros. Al final del camino quedó esta síntesis que hago ahora, música popular, contemporánea.
—¿Cuándo sentiste que tus canciones se conectaban con las audiencias masivas?
—En mi segundo disco, con la canción “A Dios le pido”. Inmediatamente empezamos a ver que en distintos países pasaba lo mismo, una respuesta increíble de la gente. En España y México, se nos abrió la puerta, conectamos con la gente. Desde ahí hasta hoy hemos vivido un viaje fabuloso.
—¿Cuál es el secreto de la llamada “música latina”?
—En que todos estamos conectados. Lo “latino” son ritmos que vienen de frica: candombe, cumbia, mapalé, entre otros. Para nosotros la música latina es nuestra música: pasión y ritmo. Y para el resto del planeta tiene el sabor de lo exótico.
—Tu casa principal está en Medellín, Colombia, aunque también tenés otra en Miami. ¿Cómo vivís la creciente influencia latina en Estados Unidos?
—Los habitantes latinos en Estados Unidos representan una cultura poderosa. Más de cincuenta millones de personas, muchos son de segunda generación que conservan el background de su cultura originaria.
—Con una década de carrera y llegando recién a los 40, alcanzaste uno de los máximos escalones para un artista, ¿estás pensando en perdurar en este lugar de privilegio, cuál es la clave?
—La clave está en todo a la vez. La música, las letras, la actitud sobre el escenario. Yo miro artistas como Juan Luis Guerra, Joaquín Sabina o Miguel Bosé. Llevan años y años, y siguen ahí. El consejo que siempre me da Juan Luis Guerra es “escuchá música nueva, todo el tiempo”.
—¿Qué trae “Unplugged”, tu nuevo disco?
—Un repaso, una transición para lo que viene. Es un disco que me ha dado un poco más de tiempo, mayor libertad para recuperar la calma. La experiencia fue hermosa, asumí el reto siempre difícil de grabarlo en vivo, y conté con la colaboración de Juan Luis Guerra, fue un honor para mí.
—¿Por qué es difícil grabar en vivo?
—Porque requiere de mucho ensayo, repetir y repetir muchas veces. Y luego hacerlo. Yo lo equiparo como el trabajo de un deportista que se prepara para las olimpíadas. Se juega todo en esos pocos minutos, después de meses de trabajo.
—¿Cómo te resulta hacer canciones, escribir letras nuevas todo el tiempo?
—Empecé a componer hace 20 años con mi banda siempre muy intensamente, muy divertido, sin parar. Luego, desde el año 2000, empezó mi carrera como solista. Y también compongo sin parar, todos estos años, disco y gira, una tras otra. Fue algo parecido a una locura y me he generado un cansancio tremendo. Ahí surge la idea de hacer un balance, y parar un poco, por necesidad física e intelectual. Porque puede ocurrir que te agotes. Por eso surge el disco “desenchufado” que repasa temas de toda mi carrera.
—Después de éxitos como “A Dios le pido”, “La camisa negra” o “Volverte a ver”, ¿cómo se sigue componiendo?
—Lo primero es evitar el error de hacer algo parecido a lo anterior, para garantizar un nuevo éxito. Eso no existe. Lo que hay que hacer es tomar otra vez el riesgo de producir algo distinto y nuevo. Y aceptar que puede funcionar muy bien, o no.