El presidente y máximo dirigente de China, Xi Jinping, se dispone a iniciar un tercer mandato que rompe las normas previas sobre concentración de poder, después de retirar a los principales líderes del Partido Comunista del máximo órgano de gobierno. En la clausura del 20º Congreso del PCCH en Pekín, un incidente público puso en evidencia cómo Xi Jinping barrió a todos sus oponentes. El ex presidente Hu Jintao, referente del sector más “liberal” del partido y crítico de Xi, fue retirado por la fuerza, a la vista de todo el congreso e incluso de las cámaras y periodistas que cubrían el evento. Hu Jintao fue forzado a abandonar el gran hemiciclo por dos custodios que lo tomaron de los codos y lo sacaron del lugar pese a la resistencia evidente del anciano dirigente.
El 20º Congreso del Partido Comunista, de una semana de duración, concluyó con la entrada en escena de un nuevo Comité Central, la cúpula central del partido, compuesta por 200 miembros, que, a su vez, elegirá este domingo una nueva nómina de altos cargos. Se descuenta que no habrá sorpresas.
El primer ministro Li Keqiang y Wang Yang, jefe de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, ninguno de los cuales tiene vínculos con Xi, no están incluidos en el nuevo Comité Central, lo que significa que se retirarán por completo. Este domingo, Xi será nombrado secretario general del PCCH por otros cinco años, lo que allana el camino para un gobierno vitalicio. A sus 69 años, ha superado la edad de jubilación de 68 años para los altos dirigentes del partido. El nombre de Xi está incluido en la lista de nuevos miembros del Comité Central. Li Keqiang y Wang tienen 67 años y podrían servir otros cinco años en el Comité Permanente del Politburó. En cambio, se retiraron anticipadamente de la cúspide del poder, rompiendo con los precedentes de las últimas décadas. Está claro que Xi los “jubiló”.
Li, hasta ahora primer ministro y por ello el segundo líder más importante de China, debe abandonar su cargo en marzo, según la Constitución del país, que sólo permite que el primer ministro cumpla dos mandatos. Wang, que encabeza la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, era visto como un posible sucesor de Li.
El incidente que pasó a la historia
Pero sin dudas la imagen del día fue la del expresidente Hu Jintao sacado a la fuerza de la ceremonia de clausura del Congreso del Partido Comunista. Una violenta escena que además coincidió con el momento en el que se abrían las puertas del auditorio del Gran Palacio del Pueblo a los periodistas y cámaras para cubrir el cierre del cónclave. Hu fue “purgado”. Pero sería rarísimo que se lo hiciera delante de las cámaras de TV de todo el planeta. ¿O se encontraba indispuesto el ex presidente de 79 años, como dice la versión oficial? La secuencia de gestos e imágenes indican claramente que el veterano dirigente no quería retirarse y fue sacado a la fuerza. Y por lo tanto, no puede tratarse de un incidente que se salió de control, algo inimaginable en un congreso del PCCH. Sin dudas, se trató de un mensaje público que lanzó Xi a sus potenciales enemigos y críticos en China.
En el hemiciclo se acababan de aprobar a puerta cerrada los nuevos nombramientos para el Comité Central, el órgano dirigente del partido y del Estado. También se habían reformado los estatutos del partido para brindar más poder todavía a Xi Jinping, que seguirá al frente por un tercer mandato. Después de esto, ya con cámaras como testigos, le tocaba al presidente tomar la palabra desde el escenario del auditorio. A la derecha de Xi estaba el primer ministro, Li Keqiang. A la izquierda, Hu Jintao, ex presidente y ex secretario general del partido, quien gobernó China entre 2003 y 2013. Pero en ese momento dos comisarios del congreso trataron de levantar a Hu y llevarlo fuera de la sala. El ex líder se resistió, mientras que los dos hombres comenzaron a tirar de su brazo con fuerza. A la derecha de Hu estaba Li Zhanshu, máximo legislador de China, que hizo un amague de ayudarlo, pero finalmente se quedó sentado. Hu fue levantado por los custodios, tomado de los codos y llevado a la salida. Antes intercambió unas palabras con un indiferente Xi, que mantuvo la compostura y evitó en todo momento el contacto visual. Hu también dio unas palmaditas en el hombro a Li Keqiang, quien fue su pupilo durante su mandato y uno de los favoritos a sucederlo. En ese momento ya se había confirmado que Li, a sus 67 años, se había quedado fuera de la lista de miembros del Comité Central y que dejaría su lugar en el Comité Permanente, la élite de la cúpula política y máximo órgano del gobierno. Li Keqiang era el único que ofrecía un poder alternativo a Xi Jinping.
Los motivos oficiales por los que el ex presidente Hu fue escoltado por la fuerza fuera del congreso son poco creíbles. La agencia estatal Xinhua afirmó que había “insistido” en asistir a la sesión de clausura “pese a que últimamente ha necesitado tiempo para recuperarse. Cuando hoy no se estaba sintiendo bien durante la sesión, su personal, por su salud, lo acompañó a una habitación contigua para que descansara. Ahora está mejor”, indicó Xinhua en un tuit, sin dar más explicaciones. Pero expertos independientes están convencidos de que el suceso escenificado fue la “laminación” en directo de la facción de Hu, a la que definen como más liberal, pragmática y orientada al mercado.
Hace una semana, en la ceremonia de apertura del 20º Congreso del PCCH, que se celebra cada cinco años, Hu necesitó ayuda para subir al escenario. En Pekín es vox pópuli que Hu lleva varios años enfermo. Pero también es cierto que, al inaugurar el congreso, Xi Jinping fue muy crítico con la década de mando de su predecesor. “Hubo avances, pero también una serie de problemas que demandaban una acción urgente. Había dentro del partido una falta de entendimiento claro, falta de medidas efectivas y una tendencia a la debilidad. La burocracia, el hedonismo y la extravagancia persistía en muchos lugares y departamentos. Los privilegios eran un problema y se encontraron algunos casos chocantes de corrupción”, dijo Xi.
En 2012, apenas llegó al poder, Xi supervisó una “campaña anticorrupción” dentro del partido para consolidar su control. Se la llamó “la gran purga” y en ella cayeron los principales rivales del presidente para ocupar su sillón, muchos de los cuales eran muy cercanos a Hu Jintao.
En la última década, más de cuatro millones y medio de funcionarios han sido despedidos, detenidos o incluso ejecutados. “El crecimiento no estaba equilibrado ni era sostenible ni coordinado, y algunas personas ni siquiera tenían fe en el sistema socialista”, fue otra de las críticas que lanzó Xi hace una semana, durante la apertura del congreso.
Este 20º Congreso Nacional del PCCH se llevó a cabo en un momento de desaceleración económica, tanto por los repetidos confinamientos de “tolerancia cero” al Covid-19, una política ordenada por Xi, como por problemas estructurales en la economía china, como los que se observan en el mercado inmobiliario. Xi Jinping impulsa un modelo menos promercado que su predecesor Hu Jintao y esto se ha visto reflejado en el menor desempeño de la economía en estos años, según sus críticos. Las tensiones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos, que derivaron en una “guerra” comercial desatada por el ex presidente Donald Trump, también afectaron a la performance china.
Durante una semana, casi 2.300 delegados del Partido Comunista de China se reunieron a puertas cerradas en Pekín para remodelar la cúpula del partido, y en consecuencia del país. No se tomó ninguna decisión contraria a los deseos de Xi Jinping.