En dos semanas, las fuerzas políticas de Uruguay elegirán en las urnas a sus candidatos presidenciales y ninguna la lucha promete ser tan virulenta como la del Partido Nacional (PN), la principal fuerza opositora que aspira a destronar al Frente Amplio. Entre los "blancos" destaca el outsider Juan Sartori, joven empresario que desafía a la dirigencia tradicional del PN.
Hace solo unos días, la interna de los blancos -como se conoce a los miembros del PN- alcanzó un pico de tensión cuando el veterano dirigente que introdujo a Sartori al partido, Alem García, acusó a sus correligionarios de "ignorar los problemas" de los uruguayos.
Sartori, un empresario de 38 años, que vivió la mayoría de su vida en Europa, nunca votó en Uruguay y hasta seis meses atrás era prácticamente un desconocido para los votantes de su país, no recibió una bienvenida calurosa en el PN. Pero la tensión escaló esta semana, cuando el diario El País publicó que sus rivales hicieron un pacto para aislarlo en una convención nacional.
Por ley, los partidos deben definir en elecciones internas abiertas a sus candidatos presidenciales. El voto es voluntario; si un dirigente gana por más del 50 por ciento o por al menos 40 por ciento con una diferencia de 10 por ciento con respecto al segundo, gana la postulación. Si ningún precandidato lo logra, la convención nacional, cuyos miembros son electos en las mismas elecciones internas, decide.
Las internas se realizarán el domingo 30 de junio. A dos semanas, Sartori sigue creciendo en las encuestas y ya está cómodo en un segundo lugar con una intención de voto del 28 por ciento, lejos del favorito Luis Lacalle Pou, el senador que tiene un apoyo del 50 por ciento, y del tercero, el senador Jorge Larrañaga, con un 18 por ciento, según la más reciente encuesta de la consultora Factum.
"Hoy no podemos descartar que la convención nacional decida el candidato y, si eso sucede, será una convención complicada, porque cerraría una campaña más ríspida de lo esperado e incluirá muchas personas poco conocidas para la dirigencia del partido", explicó director de Factum, Eduardo Bottinelli.
Los blancos tienen antecedentes de luchas intestinas virulentas, algunas incluso le costaron las elecciones presidenciales, según analistas y dirigentes. Pero desde 2004, cuando Larrañaga tomó el mando de la fuerza e impuso un pacto implícito para que el ganador de las internas invite al segundo a ser su compañero de fórmula, prima el lema partidario: "La unión nos hará fuerza". La irrupción de Sartori puso en jaque esa paz interna.
"No va a haber una ruptura, pero si en las próximas semanas no vemos señales de los otros precandidatos a favor de una unidad, estamos en serios problemas para ofrecer una opción seria para el 27 de octubre", advirtió el jefe de la campaña de Sartori, Pablo Viana, en referencia a la fecha de la primera vuelta presidencial.Todos coinciden en que el partido está frente a un escenario muy favorable para poner fin a 15 años de gobiernos del Frente Amplio. La incógnita, ahora, es qué secuelas dejará la interna. "Sea cual sea el resultado el 30, todo parece indicar que el Partido Nacional va a pagar algún costo. Sartori está representando algo que, en función de cuántos votos obtenga, va a ser decisivo para formar un eventual gobierno", destacó Bottinelli.Tanto Lacalle Pou como Larrañaga como el intendente de Maldonado, Enrique Antía, desmintieron que exista un pacto contra Sartori para la convención. Sin embargo, tanto el ex canciller y partidario de Lacalle Pou, Sergio Abreu, como Antía destacaron que "la convención es soberana".