El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, descartó que haya un ambiente de "caos" en la Casa Blanca, pero poco después se conoció la salida de escena del jefe de Comunicaciones, Anthony Scaramucci, nombrado hace apenas once días en ese cargo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, descartó que haya un ambiente de "caos" en la Casa Blanca, pero poco después se conoció la salida de escena del jefe de Comunicaciones, Anthony Scaramucci, nombrado hace apenas once días en ese cargo.
"¡No hay caos en CB!", afirmó Trump en Twitter al inicio de la jornada, para destacar la existencia de "mejores estadísticas económicas", "desempleo más bajo en 17 años", "aumento de salarios", "frontera segura". Sin embargo, el mensaje presidencial de optimismo no sobrevivió a la realidad de la Casa Blanca, que había atravesado toda la semana pasada en medio de una espectacular controversia que tenía precisamente a Scaramucci como personaje central. Scaramucci había sido señalado como responsable por el despido del jefe de gabinete, Reince Priebus, quien fue sustituido por el general retirado John Kelly, secretario de Seguridad Interna. Kelly prestó juramento ayer como nuevo jefe de gabinete y, según fuentes coincidentes, su primera iniciativa fue pedir a Trump el despido inmediato de Scaramucci.
De acuerdo con una escueta nota de la oficina de prensa de la Casa Blanca, Scaramucci "sintió que lo mejor era darle al jefe de gabinete John Kelly un nuevo comienzo y la posibilidad de montar su propio equipo. Le deseamos lo mejor". Al ser nombrado director de Comunicaciones de la Casa Blanca, Scaramucci aseguró que el presidente Trump lo había llamado para poner fin a las filtraciones a la prensa, pero su llegada a la Casa Blanca desató una feroz lucha intestina. Su nombramiento provocó la renuncia inmediata del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, pero Scaramucci puso la mira en Priebus, al que acusaba de haber bloqueado el acceso a Trump y de ser el responsable por las filtraciones a la prensa. Ya en su primer pronunciamiento público, Scaramucci había dejado claro que se reportaba "directamente al presidente", adelantando de esa forma que no pretendía discutir nada con Priebus.
La semana pasada, Scaramucci mostró su musculatura cuando Trump anunció el despido de Priebus. Sin embargo, la divulgación de una explosiva llamada de Scaramucci a un periodista, repleta de vulgaridades e insultos del más bajo nivel dirigidos a Priebus y a otros funcionarios de la Casa Blanca, pareció sellar su suerte. En esa llamada, Scaramucci adelantó que pretendía despedir a quien sea necesario en la Casa Blanca y definió a Priebus como un "puto esquizofrénico paranoide".
Al tomar juramento a Kelly ayer como jefe de gabinete, Trump expresó su convicción de que el general "hará un trabajo espectacular, no tengo ninguna duda". Kelly tiene por delante poner punto final a las constantes luchas de poder en la Casa Blanca. El éxito de Kelly en una caótica Casa Blanca dependerá de cuánta autoridad se le conceda y de si los colaboradores de Trump dejarán a un lado sus diferencias. Tampoco queda claro si el nuevo jefe de gabinete tendrá influencia alguna en el histrionismo del presidente. El ex jefe de campaña de Trump, Cory Lewandowski, quien dejó de serlo en junio de 2016, dijo en el programa "Meet the Press" de NBC que espera que Kelly pueda "restablecer el orden en el personal" pero también destacó que era improbable que el presidente cambie su estilo. "Dejemos a Trump ser Trump. Eso es lo que lo ha hecho exitoso los últimos 30 años, es por lo que la gente votó", declaró. "Y cualquiera que piense que va a cambiar a Donald Trump, no conoce a Donald Trump".
El gobierno había tenido días de pesadilla la semana pasada, ya que no solo la lucha intestina se tornó pública de una forma brutal, sino que además se registró el hundimiento en el Senado de su proyecto de reforma del sistema de salud. Priebus fue durante años presidente del Partido Republicano, de forma que su presencia en la Casa Blanca debía asegurar un canal de comunicación entre el gobierno y el partido, muy enfrentado con Trump. La salida de Priebus abrió un interrogante sobre cómo el gobierno recompondrá ese diálogo estratégico.