Emocionado ante el público que lo aplaudía en Oslo, el presidente colombiano Juan Manuel Santos recibió el Nobel de la Paz por sus esfuerzos en alcanzar el fin del conflicto armado en su país con la guerrilla Farc. "Hay una guerra menos en el mundo", dijo el mandatario, tan emocionado que llegó a las lágrimas al rendir homenaje a las 220.000 asesinados y ocho millones de desplazados que arrojó la guerra interna durante más de 50 años con las Farc, a la que declaró terminada. "La guerra que causó tanto sufrimiento y angustia a nuestra población, a lo largo y ancho de nuestro bello país, ha terminado", sentenció.
Para llegar a esta afirmación tan categórica, Santos debió atravesar la zozobra de ver rechazado el primer acuerdo de paz en las urnas el pasado 2 de octubre, y tener que reformular otro en tiempos breves. En ese dramático interín llegó el Nobel de la Paz, que indudablemente fue un impulso al proceso de paz puesto en duda por los propios colombianos. "En un momento en que nuestro barco parecía ir a la deriva, el premio fue el viento de popa que nos impulsó para llegar a nuestro destino: ¡el puerto de la paz!", recordó ayer.
"Para la gran mayoría de nosotros, la paz parecía un sueño imposible, pues muy pocos, casi nadie, recordaban cómo era vivir en un país en paz", recordó el mandatario de 65 años durante su emotivo discurso en el ayuntamiento de la capital noruega. Ahora, "el sol de la paz brilla, por fin, en el cielo de Colombia. ¡Que su luz ilumine al mundo entero!", exclamó.
Santos pidió un aplauso, que fue firme y cerrado, para una delegación de siete víctimas de las Farc y otras fuerzas ilegales que lo acompañaron y destacó el "ejemplo" de quienes tuvieron la grandeza de perdonar las acciones criminales de la guerrilla que los afectaron directamente y apoyaron este proceso de paz. "Las víctimas quieren la justicia, pero más que nada quieren la verdad. Mientras muchos que no han sufrido en carne propia el conflicto se resisten a la paz, son las víctimas las más dispuestas a perdonar, a reconciliarse, y a enfrentar el futuro con un corazón libre de odio", aseguró el presidente, ante la mirada de Ingrid Betancourt, secuestrada durante más de seis años por las Farc; su compañera la congresista Clara Rojas y el escritor Héctor Abad Faciolince, a cuyo padre asesinaron los paramilitares. La mención que Santos hizo del caso de Leyner Palacios, también presente y víctima de la masacre de Bojayá, donde murieron en 2002 casi 80 personas por un atentado de las Farc, fue uno de los momentos más emotivos del acto.
Santos llegó al Nobel y a Oslo luego de cuatro años de negociaciones llenos de tropiezos. El peor, sin dudas, fue que el acuerdo inicial fuera rechazado por el plebiscito del 2 de octubre último. Ante semejante derrota inesperada, Santos reanudó las negociaciones, incorporando posturas de los que habían rechazado el acuerdo, por lo que la segunda versión del pacto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) fue aprobada hace apenas una semana, pero sólo por el Congreso y no ya por consulta electoral. El nuevo acuerdo incorporó algunas de las mayores críticas al acuerdo y que le costaron la derrota en las urnas, como las ventajas electorales para las Farc y que estas ahora deberán pagar con su patrimonio las indemnizaciones a sus víctimas.
El presidente dijo que a lo largo del proceso fue crucial "dejar de ver a los guerrilleros como enemigos para considerarlos simplemente como adversarios", pues "humanizar la guerra no es sólo limitar su crueldad, sino también reconocer en el contrincante a un semejante, a un ser humano. ¡Cuántas muertes más serán necesarias hasta que comprendamos que han muerto demasiados!", exclamó Santos, citando la popular canción "Blowin' in the Wind" de Bob Dylan. De inmediato destacó que ahora "termina el conflicto armado más antiguo y el último del Hemisferio Occidental", y reiteró: "América, desde Alaska hasta la Patagonia, es una zona de paz. Tal vez, hoy más que nunca, podemos atrevernos a imaginar un mundo sin guerra. Lo imposible puede ser posible". Santos
Santos recibió el prestigioso galardón en nombre de los cerca de 50 millones de colombianos "que ven, por fin, terminar una pesadilla" que solo trajo "dolor, miseria y atraso". Recordó especialmente a los más de ocho millones de víctimas y desplazados y más de 220.000 mujeres, hombres y niños que, "para nuestra vergüenza, han sido asesinados en esta guerra". Para todos ellos, el presidente pidió un aplauso.
Además, tuvo palabras de agradecimiento para su familia, recordó a Gabriel García Márquez y dedicó el galardón "a los héroes de las Fuerzas Armadas de Colombia", que "nunca han dejado de proteger al pueblo" y entendieron "muy bien que la verdadera victoria del soldado y del policía es la paz".
"Señoras y señores: Hay una guerra menos en el mundo, ¡y es la de Colombia!", enfatizó, y aprovechó la ocasión para reiterar "la urgente necesidad de replantear la guerra mundial contra las drogas", en la que Colombia "ha sido el país que más muertos y sacrificios ha puesto". El acuerdo con las Farc incluye el compromiso de la guerrilla de romper cualquier vínculo con ese delito.
"El narcotráfico es un problema global y requiere una solución global. No tiene sentido encarcelar a un campesino que siembra marihuana, cuando hoy es legal producirla y consumirla en ocho Estados de los Estados Unidos", explicó. Por último, "en un mundo en el que se cierran las fronteras a los inmigrantes, se ataca a las minorías y se excluye a los diferentes", instó a "convivir con la diversidad y apreciar la forma en que enriquece a nuestras sociedades. Nuestro pueblo se llama el mundo. Y nuestra raza se llama humanidad. Podremos cortar la raíz misma de los conflictos y de las guerras", dijo Santos, quien fue ovacionado en varias ocasiones durante su discurso.