Un informe en la TV estatal rusa exhibe con orgullo cómo en unos talleres se ponen en forma antiguos tanques de los años 60 para enviarlos a la guerra. Un ejemplo más de cómo las sanciones occidentales han reducido drásticamente la capacidad de Rusia para reponer las armas y municiones que está perdiendo en Ucrania, según un análisis de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de los EEUU, lo que ha obligado a Moscú a encargar a sus servicios de inteligencia la búsqueda de formas de evadir las restricciones y adquirir la tecnología y las piezas críticas para mantener su esfuerzo de guerra. “No tienen los tanques que necesitan, no tienen el equipo que necesitan para hacer helicópteros, no tienen los semiconductores que necesitan para lanzar misiles de precisión en Ucrania”, reseñó un funcionario estadounidense a la CNN.
Rusia ha perdido más de 6.000 piezas de equipo —tanques, blindados de infantería, cañones, aviones y helicópteros, principalmente— desde que comenzó la guerra hace casi ocho meses, el 24 de febrero, según el análisis obtenido por CNN. El sitio especializado en el tema Oryx extiende esas pérdidas a 7084 vehículos militares de todo tipo. De ellos, 4282 destruidos, 162 dañados, 306 abandonados y 2334 capturados por Ucrania. De este total, 1337 son tanques.
Los militares rusos tienen dificultades para adquirir los microchips, los motores y la tecnología de imágenes térmicas necesarios para fabricar nuevas armas. Esos equipos no se ven más en las filas del ejército ruso, salvo en tanques o aviones que sobreviven desde el inicio de la guerra. Los tanques T-80 que se perdieron en la reciente ofensiva al sur de Izyum, por ejemplo, todo un regimiento, son irreeplazables y debe recurrirse a los anticuados T-62 de los años 60. Los modelos más modernos de este tanque ya se han visto en el campo de batalla, donde tuvieron poca suerte. Los T-62 del modelo M, fácilmente reconocibles por su capa de placas de blindaje reactivo, pueden observarse en muchos videos grabados en las recientes ofensivas ucranianas. Son un blanco fácil para los misiles Javelin estadounidenses y los británicos N-LAW que usan con destreza los ucranianos. Entre las bajas recientes aparecen 29 T-62M capturados o destruidos.
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Un tanque T-62 fotografiado rumbo a frente. Estos blindados fueron construidos en los años 60, pero son enviados al combate ante la falta de mejores alternativas.
En una fábrica del interior de Rusia, la TV estatal rusa muestra con orgullo la labor de poner en condiciones unos 800 T-62. Los expertos en el tema son muy escépticos: esos tanques no pueden afrontar el campo de batalla que les plantean los ucranianos, erizados de misiles antitanque occidentales que no tuvieron problemas en barrer a carros de combate mucho más modernos, como el T-72B y el T-80. Y Rusia no solo está enviando tanques viejos, sino también cañones de los primeros años 60, como los howitzers D-30, en servicio desde 1963, y los cañones antiaéreos S-60, de los años 50 ya retirados hace más de 40 años.
Fábricas paradas
Las amplias restricciones occidentales a las exportaciones de tecnología a Rusia han obligado a las instalaciones industriales de defensa del país a permanecer inactivas. Dos de los mayores fabricantes nacionales de microelectrónica se han visto obligados a interrumpir la producción por no poder conseguir los componentes extranjeros necesarios. Pero no sólo falta alta tecnología. La escasez de cojinetes, un componente de baja tecnología, ha socavado la producción de tanques, aviones, submarinos y otros sistemas militares.
Desde mayo, a los pocos meses de iniciada la guerra, la industria de Defensa rusa se encontró con una escasez de suministros y componentes para motores diesel marinos, piezas de helicópteros y aviones y sistemas de control de incendios.
Los detalles de cómo funcionan las sanciones fueron compartidos en una presentación con altos funcionarios de finanzas de casi 30 naciones, que se reunieron en el Departamento del Tesoro para una actualización del subsecretario del Tesoro de EEUU Wally Adeyemo, el subsecretario de Comercio Don Graves y el subdirector de Inteligencia Nacional Morgan Muir. “Tienen que tomar decisiones críticas sobre lo que pueden hacer en el campo de batalla porque no tienen los tanques que necesitan, no tienen el equipo que necesitan para hacer helicópteros, no tienen los semiconductores que necesitan para lanzar misiles de precisión en Ucrania”, dijo Adeyemo a CNN.
La reunión se produjo en un momento en el que Rusia renueva los bombardeos con misiles las infraestructuras civiles, incluso en la capital, Kiev, una señal de la intención del presidente Vladimir Putin de aterrorizar a la población ucraniana tras meses de vergonzosas pérdidas de su ejército en el campo de batalla.
Ante la oleada de misiles rusos, Estados Unidos y sus aliados se apresuraron a enviar más sistemas de defensa antiaérea a Ucrania, la última de las decenas de miles de millones de dólares de ayuda militar que han llegado al país en los últimos meses. El esfuerzo ha convertido a Ucrania en una nación fuertemente armada con armas avanzadas y la última tecnología. Sin embargo, de forma paralela, se ha tratado de privar a Rusia de su propia capacidad para fabricar nuevas armas avanzadas, un proceso que los funcionarios reconocieron que tardaría meses en dar resultados, ya que antes el ejército ruso agotó sus existencias. Evidentemente, ya lo hizo, o está en vías de hacerlo, según el tipo de arma de que se trate.
El esfuerzo se ha coordinado entre el Departamento del Tesoro, el Pentágono y las agencias de inteligencia de EEUU, que aportan cada una su experiencia en la composición de las cadenas de suministro críticas de Rusia. “Rusia se está quedando sin tropas, se está quedando sin munición. Se está quedando sin tanques y otros materiales. Y lo que estamos tratando de hacer es utilizar las sanciones y los controles de exportación para dificultarles el refuerzo de sus tropas y la obtención de las cosas que necesitan para luchar en la guerra de Ucrania”, dice Adeyemo.
Al principio de la guerra, Rusia sufrió grandes pérdidas y tuvo problemas con algunas de sus armas avanzadas. En septiembre se volvieron a repetir las grandes pérdidas por las ofensivas de Ucrania, sobre todo al este y sureste de Jarkov. Cuando utiliza municiones guiadas de precisión como los misiles, Rusia sufre, como la semana que pasó, tasas de fracaso de hasta el 60%, según funcionarios estadounidenses. Estados Unidos dice que Rusia está “gastando municiones a un ritmo insostenible” y por eso debe pedir equipos a Irán (drones, que ya son los principales en el ejército ruso) y Corea del Norte (a la que pide tanques), una clara señal de las carencias a las que se enfrenta la industria de defensa desde que Estados Unidos y otras naciones (incluidas Japón, Corea del Sur y Taiwán) prohibieran la exportación de tecnologías clave necesarias para el armamento avanzado desde el comienzo de la invasión.
El Departamento del Tesoro explicó con detalle cómo los controles de las exportaciones han sido eficaces para limitar la capacidad de Rusia de comprar o fabricar nuevas armas, y al proporcionar a los aliados información fundamental para reforzar sus propias sanciones. Uno de los objetivos de la reunión era “proporcionarles una información que muchos de ellos nunca habían recibido antes”, dijo un alto funcionario del Tesoro. Las restricciones a la exportación han obligado a “depender de chips de contrabando, soluciones provisionales e importaciones de menor calidad (por ejemplo, de China) que socavan los sistemas de armamento”, se lee en la presentación, y han “expuesto la vulnerabilidad en las tecnologías de ’puntos de estrangulamiento’ (como piezas pequeñas e inocuas, como cojinetes y sujetadores)”.
La medida en que Pekín está ayudando a Rusia es objeto de un intenso escrutinio en Washington. El presidente Joe Biden advirtió al presidente chino Xi Jinping a principios de año que no debe dar ayuda a Moscú. Estados Unidos ha perseguido a empresas e institutos de investigación chinos por apoyar al ejército ruso. “China no puede proporcionar a Rusia lo que no tiene. Y China no produce los semiconductores más avanzados. Esos los producen nuestros aliados y socios. La razón por la que están utilizando sus servicios de inteligencia y empresas de fachada para tratar de conseguirlos es porque los países a los que naturalmente recurrirían no los tienen”, afirmó la Casa Blanca.
Según el análisis, Rusia ha tratado de eludir las restricciones occidentales a través de vastas redes de sus “oligarcas” y empresas de fachada, apuntando a Europa y Norteamérica en particular en un esfuerzo por conseguir los componentes faltantes. El esfuerzo por evitar la evasión de las sanciones ha llevado a un “continuo juego del gato y el ratón para detectar y actuar contra estos canales”.