La condena por el caso Bettencourt, cuyo juicio se celebró entre fines de enero y comienzos de febrero en Burdeos, tuvo ayer un veredicto final, con ocho condenados y un exonerado. La Justicia francesa se centró en determinar si los imputados se habían aprovechado de la multimillonaria Liliane Bettencourt, una de las principales dueñas de los cosméticos L’Oreal, debido a su avanzada edad, acusaciones corroboradas para todos los acusados salvo para Eric Woerth, el ex ministro del ex presidente Nicolas Sarkosy.
Según el tribunal de Burdeos, los sentenciados tenían que ser conscientes de la debilidad mental de la heredera de L’Oreal, con cuya fortuna se enriquecieron sobre todo entre 2006 y 2011 cuando el alzheimer había deteriorado ya de manera importante la mente de la mujer. Con la sentencia de ayer, mientras tanto, Sarkozy y los suyos se libran de otra pesadilla judicial. Su entonces tesorero, Eric Woerth, estaba acusado de tráfico de influencias y de desviar dinero para la campaña electoral de 2007 valiéndose también de la debilidad de la mujer. Su absolución lo deja libre de sospecha.
La condena a los otros ocho acusados, estrechos colaboradores de Liliane Bettencourt, confirmó la tesis de la actual heredera de la firma L’Oreal, Françoise Bettencourt-Meyers, que denunció el caso al considerar que su madre, de 92 años, fue entre 2006 y 2011 víctima de una camarilla de hombres sin escrúpulos que se enriquecieron gracias a la debilidad mental de la anciana. Las grabaciones clandestinas de las conversaciones de la millonaria con algunos de los ahora condenados, escuchadas en el juicio, además de los testimonios y los registros de movimientos monetarios, dibujaron un panorama sonrojante sobre esos personajes que manejaron a su antojo la fortuna de la rica heredera.
El peor parado en este asunto fue, como era de esperar, el fotógrafo, embaucador y seductor François-Marie Banier, el que, según el fiscal, movía los hilos de la millonaria, a la que manejaba como un títere. En 20 años a su servicio manejó en su beneficio una cifra cercana a los 400 millones de euros. Entre sus gastos faraónicos está un seguro de vida de 262 millones. El tribunal lo condenó a tres años de cárcel (solo deberá cumplir 2,5) y una multa de 350.000 euros, más el pago de una indemnización con intereses a Bettencourt de 158 millones de euros.
El segundo correctivo más importante fue para el administrador de la fortuna de Bettencourt, Patrice de Maistre. Parte de las grabaciones del mayordomo registraron sus conversaciones con Liliane Bettencourt. En ellas se percibía el tono de impaciencia del administrador para que la anciana, evidentemente desorientada y confusa, firmara, por ejemplo, su propia subida de sueldo (hasta los dos millones de euros anuales). De Maistre, absuelto del cargo de tráfico de influencias, ha sido condenado por abuso de debilidad a 30 meses de cárcel (solo deberá cumplir año y medio) y una multa de 250.000 euros. El resto de los acusados fueron condenados a menores, pero, sorprendentemente, altas condenas. Se trata de estrechos colaboradores de los anteriores y entre ellos hay empresarios y un par de notarios.
Bettencourt está desde 2011 bajo la tutela de su nieto. Se estima que la heredera de la compañía de cosmética cuenta con una fortuna de más de 20.000 millones de euros.