El presidente chino, Xi Jinping, dejó este miércoles Rusia rumbo a Beijing tras una cumbre con su par Vladimir Putin en la que buscaron demostrar unidad ante las potencias occidentales y profundizaron su asociación estratégica en medio de la guerra de Ucrania.
Los líderes de ambas potencias, dispuestas a contrarrestar la influencia internacional estadounidense, expresaron sus inquietudes por la expansión de la Otán y acordaron profundizar una alianza que se ha estrechado desde la ofensiva rusa sobre Ucrania.
El avión de Xi despegó del aeropuerto moscovita de Vnukovo después de ser despedido por una guardia de honor que tocó los himnos nacionales de Rusia y China, informó la agencia de noticias local RIA Novosti.
Durante la visita, los líderes y sus delegaciones firmaron documentos de cooperación bilateral en áreas como agricultura, silvicultura, investigación básica científica y tecnológica, regulación del mercado, y medios de comunicación.
La visita del líder chino fue interpretada como un espaldarazo a Putin, quien enfrenta un pedido de captura de la Corte Penal Internacional (CPI) por denuncias de deportación ilegal a Rusia de niños ucranianos de zonas de Ucrania ocupadas por tropas rusas.
Si bien Moscú parece cada vez más un socio menor de Beijing, es probable que Xi ofrezca un fuerte salvavidas a Putin, su socio clave en los esfuerzos por remodelar el mundo para tratar de limitar la dominación estadounidense.
En su declaración final, Putin elogió la propuesta china de un acuerdo en Ucrania, que Occidente prácticamente rechazó como un fracaso.
El líder ruso también lanzó una serie de iniciativas que consolidaron el papel de su país como fuente clave de energía y otras materias primas para la gigantesca economía de China. Propuso construir nuevas tuberías de energía, invitó a los chinos a llenar el nicho que quedó después del éxodo de las empresas occidentales y prometió impulsar la exportación de productos agrícolas a China.
Xi se mantuvo callado, evitando cualquier compromiso firme y se aferró a una retórica general y vaga sobre la expansión de los lazos.
“Muchas cosas que a Vladimir Putin le hubiera gustado que sucedieran, de hecho no sucedieron”, dijo a The Associated Press Rana Mitter, de la Universidad de Oxford. “En ningún momento Xi dijo explícitamente que aceptaba la posición de Rusia sobre la guerra de Ucrania por encima de la posición de Ucrania”.
De hecho, había “una sensación de que China se estaba reservando el derecho de alejarse de un respaldo completo” de la posición rusa, agregó Mitter.
Moscú y Beijing dijeron que aumentarían los contactos entre sus ejércitos y organizarían más patrullas y ejercicios conjuntos por mar y aire, pero China no dio ni la más mínima pista de ayudar a Rusia con armas, como temían Estados Unidos y otros aliados occidentales.
Hablando el miércoles ante un comité del Senado, el secretario de Estado de EEUU., Antony Blinken, dijo que China hasta ahora ha prestado atención a las fuertes advertencias de EEUU. de no proporcionar apoyo material letal a Rusia en Ucrania. “No los hemos visto cruzar esa línea”, dijo.
Un destacado analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE. UU. dijo que Beijing quiere ser visto como un pacificador y un peso pesado diplomático.
“Así que creo que China sería muy reacia a que se la viera apoyando abiertamente a Rusia con ayuda letal”, dijo Doug Wade, jefe del grupo de misión de DIA en China. “Socavaría toda su narrativa sobre su papel en el mundo que tanto se esfuerzan por vender”.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU., John Kirby, describió la relación Putin-Xi como “un matrimonio de conveniencia”, en el que unen esfuerzos para desafiar el liderazgo de EE. UU., y los rusos “ciertamente son el socio menor”.
Agregó en una sesión informativa a principios de esta semana que Putin ve a Xi como “una especie de salvavidas” en medio de los combates en Ucrania.
Muchos comentaristas argumentaron que la cumbre marcó el fracaso de Putin en obtener ayuda específica y consolidó el papel cada vez más subordinado de Rusia.