El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tuvo su primera gran noche frente al Congreso el pasado miércoles. Presentó lo que los medios califican como “la agenda más progresista de un presidente en medio siglo”. Lo hizo justo antes de cumplir sus primeros 100 días en la Casa Blanca, cuando el mandatario se dirigió por primera vez a la Asamblea Legislativa, que suma a ambas Cámaras, para hacer un resumen de sus primeros meses frente al gobierno y presentar sus ambiciosos planes.
Por primera vez en la historia, dos mujeres se sentaron detrás del presidente mientras se dirigía al Congreso: la vicepresidenta Kamala Harris y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Biden repasó algunos de sus logros en sus primeros meses como presidente, como la creación de nuevos empleos y la consolidación del crecimiento económico.
A continuación, pasó a presentar lo que los medios estadounidenses definen como “una de las agendas más progresistas de un presidente estadounidense desde hace más de medio siglo”, con la que pretende “transformar” el rol del gobierno federal.
Biden presentó el “Plan de Familias Estadounidenses”, una propuesta legislativa con un costo de 1,8 billones de dólares que incluye: ayuda a las familias para pagar el cuidado infantil (que incluye el preescolar gratuito para personas de bajos ingresos); que los colegios comunitarios sean gratuitos en sus primeros dos años y mejorar el sistema de becas para estudiantes de bajos ingresos.
También extendería hasta 2025 un crédito tributario por hijos que se amplió durante la pandemia. Dijo que el crédito fiscal “ayudaría a más de 65 millones de niños y ayudaría a reducir la pobreza infantil a la mitad este año”.
Lanzó además un nuevo programa para incentivar el empleo, en el que no solo se propone aumentar la producción industrial en Estados Unidos, sino hacerlo de una forma sostenible. Según el mandatario su proyecto pondrá a los ingenieros y empleados de la construcción a trabajar en obras “más eficientes” desde el punto de vista energético. Imaginó a “trabajadores que instalan 500.000 estaciones de carga (eléctrica) a lo largo de nuestras carreteras. Los agricultores que plantan cultivos de cobertura, para que puedan reducir el dióxido de carbono en el aire y que se les paga por hacerlo”.
El programa, para el que pidió también un aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora, también aboga por que los estadounidenses compren productos locales y que las empresas produzcan bienes en EEUU. “No hay razón para que las aspas de las turbinas eólicas no se puedan construir en Pittsburgh en lugar de Pekín”, afirmó.
El proyecto incluye una enorme inversión en infraestructuras y “creará millones de empleos bien remunerados”. El plan también busca generar más impuestos, mejorar aeropuertos y carreteras y escuelas, así como mejorar la calidad del agua y el acceso a internet. Para conseguir la financiación de este plan, Biden aspira a obligar a los que ganen más de 400.000 dólares al año y a las multinacionales a pagar significativamente más en impuestos. Biden quiere derogar una baja del impuesto a los dividendos empresarios que impuso Donald Trump y volver al esquema impositivo previo.
Sobre la inmigración, Biden defendió su propuesta de invertir en las naciones centroamericanas. Destacó la labor de la vicepresidenta Harris, a quien designó para dialogar con Honduras, Guatemala y El Salvador. E instó al Congreso a solucionar la situación de los “dreamers”, jóvenes que emigraron cuando niños y permitir que los trabajadores agrícolas obtengan un estatus legal.
Informe sobre salarios
En tanto, el Departametno de Trabajo consignó que los sueldos y prestaciones de los trabajadores estadounidenses aumentaron rápidamente en el primer trimestre, señal de que las empresas empiezan a ofrecer mejor remuneración para ocupar los empleos recién creados.
La remuneración total de los trabajadores subió 0,9% en el trimestre enero-marzo, el mayor aumento en más de 13 años, informó el Departamento de Trabajo. Había aumentado 0,7% en el último trimestre del año pasado.
Los aumentos fueron escasos durante la pandemia, cuando la tasa de desempleo subió a 15% antes de bajar gradualmente a 6% en marzo. Los sueldos y prestaciones de los trabajadores aumentaron apenas 2,6% en el año que finalizó en marzo, comparado con el 2,8% del mismo período del año anterior.
Los datos provienen del Indice de Costo Laboral del Departamento de Trabajo, que mide los cambios en las remuneraciones de los trabajadores.
Las cifras indican que a medida que la economía reanuda su marcha y más personas están dispuestas a concurrir a restaurantes, bares y comercios, estos tienen que ofrecer mejores salarios y prestaciones para atraer empleados. Muchos negocios han tenido problemas para conseguir empleados a pesar de que el nivel de desempleo sigue alto.
Pero hay personas renuentes a trabajar por miedo a contagiarse del coronavirus. Otras, sobre todo mujeres, están limitadas por el cuidado de los niños. Y no pocos desempleados prefieren seguir cobrando el suplemento federal de 300 dólares semanales que las prestaciones por desempleo. Esa ayuda caducará el 6 de septiembre.