Por primera vez desde el estallido de la violencia en Siria hace dos años y medio, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución sobre el país árabe. El Consejo insta por unanimidad al régimen de Bashar Assad a entregar todas sus armas químicas para que sean destruidas. La votación es un logro de la diplomacia internacional, luego de tres vetos impuestos a resoluciones anteriores por Rusia y China, dos de los cinco miembros permanentes del órgano ejecutivo de la ONU.
En la decisiva reunión participaron, entre otros, los ministros de Relaciones Exteriores de los cinco miembros permanentes con derecho a veto —Rusia, Estados Unidos, China, Reino Unido y Francia. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien estuvo presente durante la votación, calificó el documento de "resolución histórica" y felicitó a los miembros del Consejo de Seguridad. Este se conforma además con 10 miembros rotativos, elegidos por dos años y por región geográfica. Argentina es actualmente integrante del Consejo, y como los demás, votó a favor de la resolución. "Estas son las primeras buenas noticias sobre Siria desde hace tiempo", dijo Ban Ki-moon. La resolución aprobada garantizará que las armas químicas en Siria sean puestas en un lugar seguro lo antes posible y puedan luego ser destruidas.
Previamente, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) aprobó en La Haya el plan para el control y destrucción de las armas químicas presentado por Siria. El plan, que debe entrar en vigor de inmediato, prevé que las armas químicas que posee Siria sean destruidas antes de mediados del año próximo. Siria habría utilizado contra civiles el pasado 21 de agosto sus armas químicas, episodio que desató una campaña de presión por EEUU y Francia que desencadenó la mediación de Rusia. Esta presionó al régimen de Assad y logró que, ante la perspectiva de recibir un bombardeo de las fuerzas armadas de EEUU, decidiera entregar su arsenal químico, el más potente de todo Medio Oriente.
Las inspecciones comenzarán el próximo martes, según el plan aprobado. El lunes, los primeros inspectores de la OPAQ viajarán a Damasco. La aprobación del plan por parte del consejo ejecutivo de la OPAQ era condición necesaria para que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe a su vez la resolución sobre Siria, cuyo borrador había sido acordado el jueves entre Moscú y Washington y luego recibió el visto bueno de los demás miembros permanentes.
El consejo ejecutivo de la OPAQ instó a Siria a exponer en el plazo de una semana todos los datos sobre las existencias y arsenales. A más tardar el 1º de noviembre se deberán haber destruido todas las fábricas, ordena la OPAQ. El director general de la OPAQ, el turco Ahmet šzümcü, habló de una decisión histórica. "Un encargo de la OPAQ de este tipo extraordinario requiere del respaldo de Naciones Unidas", señaló. La ONU debería prestar seguridad y logística, indicó. Una misión de la ONU ya se encuentra en Siria, pero para investigar otros episodios de uso de armas químicas anteriores al del 21 de agosto.
La OPAQ instó a todos los países miembros a respaldar con fondos la operación. Siria es responsable de destruir las armas, pero por el apuro que hay en hacerlo, se necesitará de ayuda internacional.
Todos ganan. El resultado obtenido permite a todas las partes declarar que logró objetivos estratégicos: para EEUU y al presidente Barack Obama, que habían hecho del uso de armas químicas la "línea roja" del conflicto sirio, la destrucción del arsenal de Assad es claramente una victoria diplomática. Para Rusia, haber evitado una intervención armada de Washington contra su aliado sirio cuando ya parecía inevitable es asimismo un logro político y diplomático. Moscú ha vuelto a jugar, por primera vez desde el fin de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética, a la par de Washington. Y ha demostrado su influencia en Medio Oriente, otro punto que recuerda los tiempos de la extinta URSS. A su vez, para el asfixiado régimen de Assad es una salida elegante: evita un bombardeo que hubiera podido dar una ventaja militar decisiva a los rebeldes y se asegura que Moscú continuará proveyéndolo sin ninguna interferencia de armas convencionales, vitales para enfrentar a los insurgentes sunitas.