Cerca de 1.000 millones de personas en todo el mundo siguieron hace diez años minuto a minuto la "Operación San Lorenzo", el grandioso rescate de los 33 mineros chilenos que llevaban enterrados más de dos meses a 700 metros de profundidad.
Cerca de 1.000 millones de personas en todo el mundo siguieron hace diez años minuto a minuto la "Operación San Lorenzo", el grandioso rescate de los 33 mineros chilenos que llevaban enterrados más de dos meses a 700 metros de profundidad.
De una mina del norte de Chile, los trabajadores fueron sacados de las entrañas de la tierra gracias a una épica proeza en la que llegó a participar la NASA. Estuvieron bajo tierra durante 69 días tras un derrumbe en la mina San José, situada en el desierto de Atacama (830 km al norte de Santiago).
Este martes, el actual mandatario Sebastián Piñera, quien también era presidente en aquella oportunidad, resaltó los avances de su país en materia de seguridad minera. “A partir de ese lamentable accidente, con la colaboración de los propios mineros, las empresas y el Gobierno, hemos realizado grandes avances en seguridad minera, reduciendo en 75% la tasa de muertes en accidentes mineros respecto de la década anterior”, detalló el mandatario.
Recuerdo y testimonio
"Estábamos frente a una situación inédita. En desastres similares, se había optado por abandonar y ese era el gran temor que tenían las familias", recordó a Efe René Aguilar, segundo al mando del rescate.
El desafío que tenían enfrente era descomunal: la única vía de acceso a la vieja mina San José había sido bloqueada por una roca de 200 metros de alto.
El desplome ocurrió el 5 de agosto por una combinación de negligencias de la empresa dueña del yacimiento, que salió absuelta en el proceso, y a una falta de fiscalización de las autoridades de Chile, el primer productor de cobre del mundo.
"Esto se sabía desde hace mucho tiempo atrás. La mina crujía. Algunos decían que era porque se estaba acomodando y que nunca se iba a taponar el camino", explicó a Efe Jorge Galleguillos, uno de "Los 33".
Los mineros envían un mensaje
Cientos de periodistas de todo el mundo llegaron a este punto del Desierto de Atacama para seguir de cerca la carrera contrarreloj que despertó el orgullo de todo un país y en la que participaron 800 personas, entre ingenieros, técnicos y médicos.
Aguilar se enteró del accidente por televisión y enseguida se unió al rescate, cuya prioridad los primeros días era encontrar en qué lugar exacto estaban los mineros, cuál era su estado de salud e intentar llegar a ellos destapando la vía de acceso.
Al sexto día, el plan fracasó y se ordenó a los rescatistas evacuar la mina: "Había desprendimientos de roca importantes. Fue muy doloroso para las familias", aseguró el ingeniero, por aquellos días gerente de Riesgos en la mina El Teniente (centro).
Las palabras del entonces ministro chileno de Minería, Laurence Golborne, diciendo que había "escasas" probabilidad de encontrarles con vida cayeron como un jarro de agua fría en el "Campamento Esperanza", donde habían acampado familiares, rescatistas y medios de comunicación.
Tras 17 días de angustia, una sonda "milagrosa" atravesó la cavidad donde se encontraban los mineros, a más de 30 grados de temperatura, y el tubo volvió a la superficie con un trozo de papel con el escueto mensaje "Estamos bien en el refugio los 33".
Arrancó así un plan para ensanchar el hueco de solo 20 centímetros, de tal modo que la "cápsula Fénix" pudiera traer uno a uno a los mineros al exterior. El primero en salir fue Florencio Ávalos, mientras que en último lugar lo hizo el jefe de turno, Luis Urzúa, que tardó solo ocho minutos en subir.
¿Qué sucedió después del rescate?
El mundo recibió a los 33 mineros como héroes. Fueron invitados en la televisión y recorrieron distintos países contando su hazaña, pero con el tiempo el accidente "se faranduleó", según Aguilar.
"Al principio había mucho orgullo en el país, pero después se fue mermando el espíritu inicial del rescate y hubo cierta farandulización", lamentó. Hoy, la realidad de los mineros es muy distinta: la gran mayoría no ha vuelto a trabajar y sobreviven gracias a una pensión estatal que ronda los 500 dólares al mes, la mitad de lo que cobraban en el yacimiento.
"Mucha gente ganó plata con nuestro sufrimiento y eso duele. No fue culpa nuestra quedarnos encerrados y tenemos que conformarnos con una miseria de pensión", acusó el minero Claudio Yañez.
El Estado chileno fue condenado en 2018 a pagar más de 100.000 dólares a 31 de los 33 mineros, pero apeló la sentencia al considerar que ya habían sido compensados con pensiones vitalicias y aún está pendiente el fallo.
El décimo aniversario del derrumbe pasó casi desapercibido en Chile, que en agosto aún batallaba duramente contra la pandemia. Para la conmemoración del rescate se espera, sin embargo, un acto oficial encabezado por el presidente del país, Sebastián Piñera, quien acababa de asumir su primer mandato no consecutivo cuando ocurrió el desastre en 2010.
El rescatista echa de menos el "espíritu de colaboración internacional" que rodeó a la gesta de Atacama y lo compara amargamente con la "descoordinación mundial" en la lucha contra el coronavirus.
"No importaba la empresa que estuviera perforando (la mina), todos éramos un equipo. No deja de llamarme la atención que cada país hoy esté haciendo su vacuna", agregó.
Sin culpables
La justicia chilena cerró en 2013 sin acusados la investigación por el derrumbe. La resolución, luego de tres años de investigaciones, fue adoptada porque "no había convicción para formular una acusación respecto de los hechos contra la compañía propietaria de la mina San José, ni contra los responsables del Servicio Nacional de Geología y Minería", dijo la Fiscalía, citada por medios chilenos.
"Es extremadamente doloroso que no haya responsabilidades para los dueños de la mina, quienes sí actuaron con determinadas dejaciones porque esa mina tenía problemas", dijo la senadora socialista Isabel Allende, representante de la zona.
Por su parte, el entonces ministro de Minería, Laurence Golborne, criticó la decisión judicial, la que exculpa a Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, propietarios del yacimiento.
"Me parece increíble que después de tres años de investigación se determine eso", sostuvo Golborne.
Película
Hace cinco años se estrenaba en cines en Argentina Los 33, documental que recrea la odisea que todos esos hombres experimentaron.
A instancias de estos trabajadores, encargaron al periodista californiano Héctor Tobar que relatase la experiencia y así nació el libro con la historia oficial: Deep Down Dark: la historia no contada de los 33 hombres enterrados en una mina chilena y el milagro que los liberó.
El libro se convirtió en best seller, alguien le vio un filón para un buen guión y la directora mexicana Patricia Riggen se encargó del resto.╠
El primer desafío fue conseguir una adaptación creíble, que no rayase en lo mundano, que lo contase todo, y que se resolvió al vertebrar la película en diez historias fuertes dentro de las 33. Otro de los desafíos consistió en encontrar el enfoque. Se aprecia claramente en dar, a partes iguales, lo que sucede en la superficie, como en el dantesco infierno del subsuelo.
El filme refleja lo mejor del ser humano en sus ansias por sobrevivir y lo peor del mismo en cuanto a las paupérrimas condiciones de seguridad y explotación laboral. La ficción facilitaba, de algún modo, hacer más cordial el aspecto cotidiano del encierro hasta percibir suficientemente lo que representa la desesperación, la ausencia de esperanza, el tedio, la claustrofobia moral y física… entre un sinfín de reacciones y penalidades que ni si quiera podría o puedo imaginar.