La Carpa Blanca llevaba un mes y medio desde que había sido instalada frente al Congreso de la Nación. Era mayo de 1997 y la movida del gremio docente sumaba adhesiones de distintos sectores al reclamo para que se sancione una ley de financiamiento que otorgue más fondos para la educación.
A lo largo de los 1003 días de ayuno por la carpa pasaron artistas y escritores de la talla de Alfredo Alcón, Mercedes Sosa, el Flaco Spinetta, Joan Manuel Serrat, León Gieco, Ernesto Sábato y Eduardo Galeano, entre otros. Pero también se sumaron los jugadores del fútbol de primera división.
Bajo un cielo gris y con remeras con la leyenda "Hoy todos somos docentes", el 19 de mayo de 1997 un grupo de jugadores profesionales se acercó hasta las puertas del Congreso para aceptar un particular desafío: jugar un picado de fútbol con los maestros de escuela.
El asfalto de la calle Solís —entre el Congreso y la plaza— se convirtió en una auténtica canchita. No faltó nada: los arcos blancos, un equipo de cada color y unas 500 personas haciendo de hinchada detrás de las vallas. "Espero que no se peguen", bromeó el árbitro internacional Javier Castrilli antes de dar el pitazo inicial del partido.
De un lado, los maestros ayunantes de remera negra, con el dirigente de UTE Ctera Francisco "Tito" Nenna cuidando el arco; del otro, y con camisetas blancas, un equipo de figuras de los clubes más importantes de primera. Allí estuvieron Juan Pablo Sorín (entonces en River), Néstor Fabbri y Roberto Pompei (Boca), Juan Fleita (San Lorenzo) y Claudio "El Turco" García (Huracán). También llevó su solidaridad con la protesta docente el entonces DT de las divisiones inferiores de Huracán y ex volante de River, Claudio Morresi.
El encuentro fue breve, no duró más de diez minutos. Las crónicas de aquellos días cuentan que como condimento extra, el duelo futbolístico fue relatado por un joven Alejandro Fantino y comentado por Adrián Paenza y Alejandro Apo. José Luis Perrino, reportero gráfico de la agencia Noticias Argentinas, retrató con su cámara la jornada solidaria.
Cuando terminó el picado, Castrilli y el Turco García contaron que apoyaban la movida de los maestros porque tenían familiares docentes, mientras que. Pompei, Fleita y Fabbri lo hacían sobre todo porque querían para sus hijos "una mejor educación".
Ese día el festejo de los maestros fue doble: por la actitud solidaria de los jugadores; y porque el sueño del pibe se les hizo realidad y le ganaron 2 a 1 a sus ídolos de primera.