El uso excesivo de las redes sociales está asociado a trastornos psicofísicos cada vez más notorios en los adolescentes. De manera cotidiana, se difunden noticias sobre adolescentes de distintas partes del mundo que sufren intoxicaciones, accidentes o trastornos mentales, desaparecen de sus casas o mueren a partir de contenidos propuestos en estos espacios. Desde ya, no toda actividad en línea es negativa, pero un uso sano de internet y las redes requiere de una intervención activa de los propios adolescentes, los adultos y los equipos transdisciplinarios de salud.
Las redes sociales se presentan como estructuras formadas por personas u organizaciones que se conectan a partir de intereses comunes. Permiten establecer conexiones a escala global con otras personas, aprender y transmitir conocimiento a la vez que ofrecen multitud de oportunidades a nivel laboral. Sin embargo, pueden tener gran impacto en las emociones de las personas.
Es necesario detectar de manera temprana adolescentes que sufren aislamiento social, insomnio y alteraciones del sueño, depresión, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria y falta de atención. Esto a su vez se traduce muchas veces en un fracaso escolar.
Las familias suelen transmitir frecuentemente que sus hijos pasan largas horas dentro de sus habitaciones “conectados” a las redes sociales. Así, abandonan sus tareas escolares, saltean comidas, denotan apatía e irritabilidad a la hora de comunicarse o transmitir sus pensamientos o emociones, estados de ánimo ambivalentes y, en ocasiones, distorsionan la percepción entre el mundo real y el virtual, hasta llegar a situaciones de violencia generadas por el uso abusivo de redes.
Muchos son vulnerables a sufrir ciberbullying, grooming, sexting y adicción. Corren riesgo de conectarse con extraños, a expensas de perder el contacto y las relaciones familiares y sociales. Asimismo, puede producirse en ellos una pérdida de la privacidad y el surgimiento de algunas conductas disruptivas a nivel emocional por la sobreexposición.
Ansiedades
Por otra parte, es común en los niños y adolescentes que se trastoquen juicios de valor, creencias e ideales ante la admiración de líderes o influencers en las redes, especialmente. También se presenta en ellos el fenómeno Fomo (en inglés, “fear of missing out”), que se define como un tipo de ansiedad generalizada por el temor a perderse un evento social o cualquier otra experiencia, especialmente actividades promocionadas en las redes sociales. Esta necesidad ineludible de estar conectados a diferentes redes sociales como Facebook, TikTok, Instagram, Twitter, WhatsApp y otras, representa un fenómeno actitudinal de la actual sociedad globalizada y fuera de todo rango etario.
Además, existe preferencia por la comunicación en línea ausente del lenguaje no verbal, expresiones faciales y gestos, lo que pone en riesgo la capacidad de reconocer y dar sentido a las propias emociones y a la de los otros, en detrimento de la “empatía”.
Para prevenir estas situaciones, deben realizarse acciones orientadas a fomentar hábitos de vida saludables, que aborden el consumo de las redes y la vida más allá del mismo: una alimentación equilibrada y completa en nutrientes; práctica de deportes y uso productivo del tiempo libre en hobbies, pasatiempos y actividades sociales; un descanso y sueño reparador; la implementación de estrategias y técnicas de estudio que hacen más eficientes los aprendizajes; el cuidado del cuerpo y la salud como una entidad bio-psico-social.
En lo que respecta específicamente al uso de internet y las redes sociales, fomentamos la acción de debatir entre adolescentes y adultos sobre las ventajas que puede proveer su utilización, teniendo en cuenta la cantidad de horas de exposición, así como también analizar los contenidos que se exponen para tener una mirada crítica de los mismos.
Desde los centros de salud promovemos un trabajo transdisciplinario, que abarca consultorios especializados en clínica, ginecología, nutrición, psiquiatría, psicología, psicopedagogía y trabajo social.
Un consumo sano de internet y las redes sociales es posible y el camino para lograrlo es en equipo: donde los adolescentes y las familias participan activamente y reciben acompañamiento de los equipos de salud.
(*) Directora del Programa de Adolescencia del Hospital de Clínicas de la UBA.