"A ustedes los vendieron, así que saquen los dólares y digan dónde está la caja fuerte. Sabemos que el viejo hoy trajo plata". La frase fue dicha por uno de los ladrones que cometieron el violento asalto a una familia compuesta por dos jubilados y sus hijas mayores de edad, una de ellas con discapacidad para desplazarse. "Siento mucha impotencia porque esta no es una casa en la que haya dinero. Somos una familia que trabajó toda la vida para pagarle una rehabilitación a una hija", explicó Norma. "Lo que más me dolió fue como trataron a mi hija, que es discapacitada y se moviliza con andador", destacó la mujer.
Aproximadamente a las 19 del lunes, Héctor, de 81 años, llegó manejando su auto hasta la puerta de su casa de San Luis al 4800, a metros de Carriego. En la vereda son visibles dos carteles alertando que en el lugar no puede estacionar cualquiera ya que allí reside una persona con discapacidad. El hombre acomodó su auto junto al cordón y ayudó a bajar a su hija, de 35 años, quien padece una discapacidad motriz y por eso utiliza una ortesis (prótesis exterior) en las piernas.
Sin piedad. Cuando Héctor ayudaba a su hija a entrar a la casa de pasillo donde habitan, tres hombres lo sorprendieron. Uno lo golpeó y le dijo: "Largá la piba y vamos para adentro". No hubo misericordia. Uno encañonó y golpeó al hombre mientras otro ordenó: "Dejala tirada (a la hija) y metete adentro". Ahí fue cuando intervino Norma, quien cada vez que su marido llega con su hija sale a ayudarlos.
Tras ello y durante media hora los maleantes mantuvieron cautivos a Héctor, Norma y sus dos hijas. "Querían dólares. Todo el tiempo pedían eso. Nosotros les dijimos que buscaran, que se llevaran lo que quisieran, pero que no había dinero. El que llevaba la voz cantante nos dijo: «Buscamos, pero si encontramos algo de plata le volamos la cabeza a los cuatro». Nosotros sólo queríamos que terminaran y se fueran", recordó Norma. Y comentó angustiada: "Uno de los peores momentos fue cuando encontraron un viejo revólver que Héctor heredó su padre y lo tiene anotado en el Renar. El que lo encontró le dijo: «Mirá, el viejo puto tiene un revólver y no dice nada. Ahora lo vamos a matar»".
Los ladrones se comunicaban permanentemente con cómplices en el exterior. "Todo el tiempo recibían llamadas y ellos respondían. «Falta un poco» o «acercate que ya estamos»", indicó Norma. Se llevaron todos los electrodomésticos de la casa, dos notebook, la jubilación de Héctor y el sueldo de una de sus hijas (unos 7 mil pesos), dos relojes de oro macizo y alhajas de plata y oro. A las víctimas, en tanto, las dejaron atadas de pies y manos y se fueron llevándose hasta las llaves de la casa.
Tierra de paso. San Luis al 4800 es una cuadra dominada por los portones de una reconocida fábrica de bicicletas de barrio Azcuénaga, donde los vecinos parecen andar de paso. Es jurisdicción de la comisaría 6ª y está a dos cuadras del límite con la 14ª. A ese lugar regresó en su auto Héctor el lunes a la tardecita trasladando a su hija tras su clase de inglés. Aprovechando el factor sorpresa y las dificultades para movilizarse de una de las víctimas, los ladrones ingresaron a la vivienda y rápidamente se desperdigaron por la casa de dos plantas. Como suele ocurrir en este tipo de atracos, los maleantes afirmaron contar con información previa y amenazaron a los dueños de casa con matarlos si no les decían dónde estaban los dólares y la caja de seguridad que, en rigor, no existían.
"Además de la violencia verbal a mi papá lo golpearon. Ellos son muy grandes y por toda la tensión se descompusieron. Mi papá se sentía peor, tenía dolores en el pecho, porque es al que más amedrentaron. Cuando nos llevaban para el fondo de la casa mi hermana se movía más despacio porque camina con aparatos. Ellos estaban apurados, pero mi mamá les explicó que mi hermana no podía caminar más rápido. Entonces, uno de los tipos se quedó con ella", contó Carolina. "Estuvieron mucho tiempo buscando. Revisaron y destrozaron todo buscando lo que no había. Esta no es una casa en la que haya dinero", indicó la mujer.
"Por suerte mi papá había cobrado la jubilación. La verdad es que no sabemos si querían sacarnos información de mentira a verdad para que les diéramos algo que no teníamos. Estuvieron mucho tiempo. Buscaron bolsos para llevarse las cosas y en el interín recibían llamados al celular en los que indicaban a otro cómo hacer para llevarse las cosas", recordó una de las hijas de la familia. Una vez que los ladrones se aseguraron el botín, maniataron a la familia, encerraron el perro y se fueron llevándose no sólo las llaves de todos en la casa. Se fueron dejándole a la familia mucho más que una sensación de inseguridad. "Todo esto me dejó una profunda impotencia porque somos gente de trabajo que no está pensando en cómo hacer el daño. Nosotros trabajamos siempre para darle una rehabilitación a nuestra hija", indicó amargamente Norma. La denuncia quedó radicada en la comisaría 6ª.
Un disgusto más
Para Héctor y Norma el asalto a su casa no fue gratuito. El sufrió una descompensación y ella un pico de presión. Pero el robo no fue el último disgusto. "Una vez que los ladrones se fueron, a mi la presión se me fue a 20. Llamamos al Sies, me preguntaron si tenía un servicio privado y como les dije que sí me dijeron que los llamara a ellos. Y yo tenía toda la casa revuelta y con los documentos por cualquier lado. Y no se dignaron a venir", indicó la mujer.