Trece fechas disputadas y la condición de invicto. Central hoy es eso. Un equipo con una idea clara. Con una mentalidad que va de la mano con sus pretensiones y, sobre todo, con un convencimiento inclaudicable, que lo potencia y lo revitaliza en cada partido del que sale al menos con un punto bajo el brazo. ¿Es sólo una parte de la historia? Puede ser. Porque en los últimos 90 minutos en el Gigante quedó flotando la sensación de que Lanús le marcó diferencias futbolísticas. Un antecedente con el que quedó claramente expuesto que Central hoy es un equipo duro de domar, aunque futbolísticamente domable. La primera afirmación se sustenta básicamente desde los resultados propiamente dichos. La segunda desde aquello que tiene que ver más con el juego mismo, amén de que no fueron muchos los equipos que en estas 13 jornadas, futbolísticamente hablando, le hayan podido marcar el terreno. Pero vale el llamado de atención porque se viene River.
Pensar en un equipo superpoderoso sería de una ingenuidad tal y de una actitud de soberbia que este Central parece no tener. Sí hay elementos en los cuales apoyarse para entender que no es un acto de petulancia levantar la bandera de la solidez a la que se intenta estrecharle un abrazo cada vez que sale a la cancha.
Preguntarse si alcanza con esto o si habría que intentar un poco más es un ejercicio de una necesidad imperiosa. Para cualquier equipo y en cualquier situación. A favor de Central juega esto de saberse duro, de entregar una imagen de la cual los rivales deben tomar nota a la hora de preparar de manera especial el partido antes de enfrentarlo. Porque hay comportamientos que se traducen en resultados. Muchos de esos comportamientos encuentran flaquezas, pero generalmente cuentan con una contrapropuesta. Las flaquezas pasan por algunas lagunas futbolísticas que más de una vez dijeron presente. La contrapropuesta está más emparentada con la actitud y la búsqueda permanente, fácil de ejemplificar desde el dato de que seis de los 13 partidos arrancó abajo en el marcador y siempre mostró, aun con distintas armas, capacidad de reacción, algunas veces más pronunciadas que otras.
Todo esto es lo que hace de este equipo de Coudet un hueso duro de roer para quien esté enfrente, incluso contando con cierto grado de fortuna. Pero estos hechos fueron los menos. La mayoría de la veces lo que apareció fue esa postura de no querer despojarse (ni que lo despojen) del traje de protagonista.
Muchos pensaron (con cierta razón) que estos tres partidos que tenía Central de cara al receso por la Copa América podían resultar una medida un poco más exigente que todas las realizadas. Lanús fue un ejemplo claro en ese sentido. Y está bien que el Chacho haya dicho la semana pasada que “nuestro próximo objetivo es Lanús”, omitiendo o no dándole lugar a la especulación sobre lo que podía suceder semanas después con River e Independiente. Pero no por ello los últimos 90 minutos deben deban ser tomados con demasiada liviandad, sólo como una flaca puesta en escena.
Es que el granate en cierta medida puso a Central en caja en esto de fundamentar que el Canalla no siempre podrá llevar cortas las riendas de los partidos. Porque hubo una supremacía futbolística a la que el equipo casi nunca pudo encontrarle la vuelta. Algo similar ocurrió con Colón (el otro partido del torneo que el técnico canalla apuntó como endeble). Dos ejemplos claros, aunque enfocados desde el gran número de fechas disputadas, pueden sonar a poco. ¿Pero por qué se hace hincapié en esta idea? Porque se viene River, sin dudas el equipo más poderoso, al menos en los papeles, al que deberá hacerle frente.
Así, Central marcha con el invicto a cuestas, casi como su bandera insignia. Lo que lo exime de ciertos contratiempos y lo coloca en un pedestal del que no muchos equipos pueden hacer gala. Desde ese sitio se transforma en un grupo que resulta duro de domar. Lanús en cierta medida le demostró que no es decididamente indomable. Y teniendo en cuenta que se viene River, el ejercicio de corregir errores tendrá seguramente el mismo valor que el de potenciar virtudes, que son las que más pesan.