Cuando algo termina se lo puede analizar por lo que fue, para mí personalmente estas Pascuas fueron de un enorme crecimiento espiritual donde traté de vivir y sentir la Cuaresma, donde tuve un domingo de Gloria feliz al sentir que Dios realmente tocó mi corazón. Al navegar por la conocida red social me percaté de que para muchos el sentido de la Pascua no fue más que huevos de chocolate, sólo muy pocos hacían un comentario alusivo a la fiesta. Me sentí algo entristecido al saber cuánta alegría y felicidad de espíritu estas personas están omitiendo. Los huevos de chocolate son muy ricos y realmente me gustan, pero al haber podido experimentar semejante gracia esta vez no tenía lugar para el chocolate, estaba saciado de un Dios renacido que me invitaba a cargar mi cruz y seguirlo. Sin duda no es fácil, sin duda duele, pero la felicidad al final del camino es tan grande que todo esfuerzo queda saldado. A veces sentimos que el esfuerzo es tan grande que no se va a poder, pero basta con leer Filipenses 4,13 para saber que Dios no tiene límites y todo lo podremos si en él confiamos. "Todo lo puedo en aquel que me conforta". La vida espiritual conlleva sus sacrificios, pero la recompensa es más sabrosa que hasta el mejor de los chocolates.