La vida me enseñó a no darme por vencida, aún en los peores momentos. Leyendo la carta "Una esperanza ingenua", del pasado 4 de diciembre, me quedé con una sensación de impotencia, que motivó esta carta. Sé que es difícil enfrentarse a una sociedad convulsionada como la actual. Creo que el diagnóstico ya está hecho y es hora de las propuestas. Por eso mi pregunta es a los docentes: ¿están poniendo todo de sí para encauzar a estos niños que se rebelan? ¿No será hora de conformar equipos interdisciplinarios que aborden la problemática? Creo que el periodismo es un buen medio, para aportar soluciones, que cada uno de los ciudadanos es apto para aportar alguna idea, por más naif o ridícula que sea, se harán escuchar otras voces fundamentando el acierto o lo erróneo de las propuestas (espero que sea un diálogo con altura, que escuchemos a los otros sin fanatismo, sabiendo ser receptivos, no imponiendo ideas, sino mejorándolas). Es como ir al oculista, cuatro ojos ven mejor que dos. Quizás si los políticos empiezan a escuchar propuestas interesantes, empiecen a actuar inteligentemente y no con mezquindad. No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola. Recibí una frase de Quino donde decía que uno debía nacer viejo y llegar a la muerte siendo bebé. Con este concepto utópico, se me ocurrió pensar si el Estado en vez de dar planes paternalistas a gente que está en edad de trabajar y que se acostumbra a no hacerlo, no puede otorgar planes revalorizando a jubilados que aún puedan hacer talleres, retribuir esfuerzos, para esa gente que lo necesita. Por ejemplo una jubilada docente que pueda tener un taller-guardería donde los padres puedan dejar sus hijos, para ir a sembrar lo que después consumirán o podrán vender. Por supuesto, se necesitaría una comisión interdisciplinaria que coordinara ocupaciones y provisiones. Por otro lado, cada ciudadano tendría que empezar con pequeños aportes (ejemplo: antes de tirar un papel en la calle ponerlo en el bolsillo o manifestarle a otro ciudadano cuando comete alguna infracción). O cuando un organismo no funciona como debiera (ejemplo: Tránsito que no atiende las llamadas) denunciarlo y que sea castigado con una multa a quien le corresponda, destinada al fondo retributivo de la pobreza.