François Chiappe, el capomafia de origen corso que saltó a la celebridad en los
años 60 y 70, falleció en la provincia de Córdoba envuelto en el enigma y el silencio que rodearon
sus últimos años. Con su muerte se cierra uno de los capítulos más oscuros de la historia criminal
argentina, el de la "conexión latina", como se llamó a una organización de traficantes de heroína
de origen francés que establecieron su base en la Argentina.
La muerte de Chiappe trascendió recién ayer, pero ocurrió
el 2 de febrero en el Hospital Italiano de la localidad de Santa María de Punilla, donde había sido
internado el 19 de diciembre de 2008. Tenía 88 años y había llegado a Buenos Aires como prófugo de
la justicia francesa el 9 de marzo de 1965. Entre 1976 y 1988 cumplió una condena por narcotráfico
en la prisión de Lewiswurk, en Estados Unidos.
Chiappe llegó al país a bordo del vapor Provence y con un
pasaporte italiano a nombre de Silvio Bianchi. La elección de Argentina como país de refugio no fue
azarosa: desde fines de la Segunda Guerra Mundial arribaron al país delincuentes franceses con
antecedentes por tráfico de drogas y colaboración con el nazismo, como Auguste Ricord, Louis
Bonsignour, Michel Nicoli y André Condemine.
Fue precisamente Ricord quien organizó la llamada "conexión
latina", una red dedicada al tráfico de heroína que operó entre Marsella, Buenos Aires y Nueva
York. La pantalla del grupo fue el restaurante El Sol, en Olivos. El camino de Chiappe fue seguido
después por otros prófugos de la Justicia francesa, entre ellos Christian David y Lucien Sarti,
buscados por robos y los asesinatos de dos policías.
La historia de Chiappe comenzó en Carau, un pueblo de
Córcega, donde nació el 15 de mayo de 1920. En 1939 fue alistado como soldado y combatió en la
Segunda Guerra Mundial, hasta su desmovilización en 1943. Se radicó entonces en Marsella y
frecuentó entonces el clan de los hermanos Antoine y Barthélemy Guerini, los padrinos más
importantes del tráfico de heroína. Según diversas publicaciones, actuó como represor de
huelguistas en el puerto de Marsella, cuando los portuarios franceses se oponían a los envíos de
armas y pertrechos militares a Indochina.
En Argentina, Chiappe relató su historia de acuerdo a las
circunstancias políticas del momento y a su propia situación, siempre en riesgo de ser extraditado
a Francia o Estados Unidos, los países que requirieron su captura. A fines de los años 60, quizá
para congraciarse con las autoridades militares del momento, se presentó como miembro de la
Organización del Ejército Secreto (OAS), grupo de ultraderecha que enfrentó a Charles de Gaulle y
se opuso a la independencia de Argelia. Decía entonces que había emigrado de su país por ser un
perseguido político. En los años 70, más cercano a funcionarios del gobierno peronista, prefirió
exhumar su pasado como combatiente de guerra.
Sin embargo, su legajo sólo incluyó antecedentes por robo,
rufianismo y —la verdadera causa de su fuga— un doble homicidio que cometió en París en
1964, en una guerra entre bandas del bajo fondo. Por este último caso fue condenado a muerte en
ausencia, en 1968. Según testimonio de arrepentidos a la Justicia norteamericana, Chiappe pasó a
integrar el estado mayor de Auguste Ricord, que a partir de 1966 se convirtió en la organización
más importante en el tráfico de heroína hacia Estados Unidos.
Pero su nombre se hizo famoso en Argentina,
paradójicamente, por un crimen que no cometió (o en el que no se hallaron pruebas para acusarlo).
En mayo de 1968 Chiappe y Lucien Sarti fueron detenidos en Buenos Aires y acusados por el asalto a
la sucursal Boedo del Banco Nación, ocurrido el 19 de abril anterior y que reportó a sus autores
—que hablaban en francés— un botín de 68 millones de pesos, por entonces el más alto en
la historia criminal argentina. El corso fue detenido con 13 millones de pesos en efectivo, una
suma que no pudo justificar y que aparentemente provenía de utilidades del narcotráfico.
Llega a La Falda. Chiappe quedó en libertad en octubre de 1969. Beneficiado con
la amplia amnistía del gobierno de De Gaulle del año anterior, inició entonces las gestiones para
su radicación legal en Argentina, un trámite que nunca pudo concretar. A principios de los años 70
compró una residencia en La Falda, Córdoba, vecina al legendario Hotel Edén. En la misma ciudad
vivía otro corso, Domingo Orsini, involucrado en el tráfico de heroína.
En septiembre de 1972 Chiappe volvió a ser detenido, esta
vez por el contrabando de 46 kilos de heroína, que venían de Francia ocultos en el fuselaje de un
avión y tenían como destino los Estados Unidos. La Justicia lo procesó como financista de la
operación y en el allanamiento de su casa aparecieron cuadros de Magritte y Poliakoff robados en
museos europeos.
Ese mismo año Estados Unidos pidió la extradición de
Chiappe. Pero el 25 de mayo de 1973, el corso se fue de la cárcel de Villa Devoto colado entre los
presos políticos a los que había amnistiado el presidente Héctor Cámpora. Ante el escándalo, se
presentó detenido en agosto de 1973. Los cargos que pesaban en su contra fueron cayendo uno por
uno, y al año siguiente retornó a su casa.
El pedido de extradición se renovó después del golpe militar y Chiappe fue
expulsado del país en mayo de 1976, con otros dos narcotraficantes radicados en Argentina, el
napolitano Miguel Russo y la chilena Yolanda Sarmiento. Chiappe se negó a colaborar con la Justicia
en EEUU y fue condenado a prisión. Liberado en 1988, pidió volver a la Argentina y a las sierras
cordobesas, su lugar en el mundo. l