Miguel Brascó, un reconocido escritor, humorista, dibujante, editor, crítico y sibarita argentino que se desempeñaba principalmente como especialista en vinos y comida gourmet, falleció ayer a la mañana a los 88 años, luego de permanecer internado durante más de tres semanas a causa de un accidente cerebro vascular.
Brascó trabajó en revistas como editor, participó en grupos selectos de artistas y además era abogado y periodista de larga data, a la par que fue un agudo observador de la realidad argentina y mundial, de sus hábitos y tendencias.
Nació el 14 de septiembre de 1926 en la localidad santafesina de Sastre donde estudió en el Colegio Nacional, estudió abogacía en la Universidad Nacional del Litoral y cursó el posgrado de derecho en Universidad Central de Madrid con Carlos Bousoño y Vicente Aleixandre.
En Santa Fe perteneció al grupo de artistas santafesinos “Espadalirio” fundado en 1945, dirigió una emisora radial, hizo teatro, jazz y tradujo a poetas alemanes e ingleses.
Brascó publicó un libro de cuentos, “Criaturas Triviales”; uno de vinos, “Anuario Brascó”, con Fabricio Portelli, cuatro de poesía y la novela “Quejido Huacho”, que le dio la oportunidad de entrecruzar sus registros y sus saberes, mundanos, periodísticos y literarios.
Fue amigo personal de Quino, hacia 1962 habían compartido páginas en las revistas “Tía Vicenta” de Juan Carlos Colombres (“Landrú”) y “Cuatro Patas”, una creación de Carlos del Peral.
Desde mediados de la década del 70 y el principio de la del 80 fue Director Editorial de la revista Diners, Ego y Status, donde reunió dos de sus pasiones más acendradas: el erotismo y la gourmandise, en crónicas fotográficas y relatos de bon vivant redactados con su particular estilo, plagado de imaginación y humorismo, enriquecidos por sus característicos dibujos.
Además fue secretario del selecto club Epicure en el Hotel Plaza de Buenos Aires durante 15 años, amigo del Gato Dumas, Astor Piazzolla, Julio Cortázar y coautor de la canción Santafesino de veras junto a Ariel Ramírez y del triunfo de estilo anticolonialista “La Vuelta de Obligado”, con música de Alberto Merlo. Vivió en Perú, Suecia, Holanda y España.
En su vasta carrera que le valió en 1984 el Diploma al Mérito Konex de los Premio Konex en el rubro Literatura de Humor, ha editado, además, revistas-objeto como Claudia o Cuisine & Vins, entre otras publicaciones.
En el canal Gourmet realizó cortos con comentarios enológicos y anécdotas, en los que relataba historias de vinos y de lugares famosos por sus cosechas, en especial de la Argentina.
“Mi generación fue rescatada por Borges de la prosopopeya del lenguaje acartonado de Enrique Larreta y los escritores de esa época. Obviamente, Argentina tiene muchos antecedentes de literatura casi conversada”, rememoraba y destacaba que “hay una tradición en el país de escribir como se habla, que fue lo que impuso primero Macedonio Fernández y después Borges”.
Reconocía que escribía como hablaba y logró “una mezcla curiosa de lenguaje muy popular, mezclado con lenguaje muy culto. Ese mix es lo que da esa cosa rara que tiene mi estilo”.
El escritor, padre de tres hijos, comenzó en la crítica literaria en la década de 1960 cuando se hizo cargo de la sección Buen Vivir en la revista Claudia, una publicación dedicada al público femenino que tenía gran aceptación en esa época.