Procuremos estar con vida para cuando querramos gozar de la vida. Bienvenido todo lo que llegue en materia de obras públicas para funcionalizar y embellecer Rosario, pero esas obras públicas no disminuyen la matrícula de ingreso a las escuelas de la delincuencia cuyas autoridades jamás conoceremos. El número de aspirantes a esas escuelas es muy superior al que podamos imaginar. Estamos trabajando contra los permanentes preceptos de los urbanistas que nos otorgaron en el ranking del Conicet 2001 la posición 245. Ellos promueven urbes desconcentradas, aplicando los índices de una mejor calidad de vida en toda la periferia urbana: no a las villas miseria ni a los asentamientos irregulares, mínimo índice de inseguridad, inexistencia de industrias contaminantes para favorecer la seguridad ambiental, alta matrícula de alumnos y estudiantes, escasa mortalidad infantil, mayoría de la población bajo un techo, atención de la salud. Lamentablemente, seguimos en la posición 245 (o quizás mas atrás aún). Las villas y asentamientos han constituido un anillo alrededor de la ciudad y cada vez resulta más difícil atender sus necesidades específicas o restañar las heridas que provoca la violencia allí engendrada. La atención de la salud pública prácticamente está volcada a asistir a víctimas de inseguridad. Las industrias contaminantes están por doquier y han transformado al Paraná en un Riachuelo de gran volumen al que no se puede acceder para practicar ningún deporte náutico. El aire es irrespirable por los gases emanados de caños de escape automotores, por el humo de chimeneas fabriles y de las islas que se queman en vez de ser atractivo turístico, de las emanaciones provenientes de zanjas en lugar de conductos cloacales. Nos estamos enterando de que existe entre un 15 a 20 por ciento de juventud que no estudia carrera alguna. Como dijimos al principio, nada concuerda con lo que se considera un buen índice de calidad de vida. Bienvenida la obra pública pero lo primero va primero: mejoremos desde ya la calidad de la vida pública para estar presentes durante las inauguraciones de aquéllas.