El cuerpo sin vida de El cordobés, un limpiavidrios de 34 años asesinado ayer de
un certero puntazo a la altura del esternón, estuvo tirado sobre la vereda de Carranza al 900 por
más de dos horas y media. Durante ese tiempo, como si se tratara de un velatorio a cielo abierto,
el cadáver fue rodeado por medio centenar de curiosos que se iban renovando permanentemente. Sin
embargo, para los pesquisas que trabajaron en la zona no fue fácil conseguir testigos para un
crimen que ocurrió pasadas las 9.30 de la mañana en un populoso Fonavi. En ese marco, y como si
fuera una escena de un relato de realismo mágico, un hombre robusto y apoyado en muletas que fue
identificado como hermano de uno de los sospechosos del homicidio les decía intimidante a los
testigos: "Acá nadie vio nada".
Tirado sobre los yuyos que separan el asfalto de la vereda, en Carranza entre
Derqui y Cochet (Mendoza al 7700). Así vieron los vecinos que se agolparon en la calle y desde los
balcones del Fonavi el cuerpo de Alejandro Luis Tesoto, El cordobés. Tenía el torso desnudo, jeans,
zapatillas de lona blanca y un profundo corte de arma blanca de unos 3 centímetros en el pecho, a
la altura el esternón. La dimensión del corte dejaba imaginar el ancho de la hoja del arma
utilizada. Sobre el muerto: buenas y malas. "Si es El cordobés que vivía detrás del supermercado La
Gallega, no se perdió nada", dijo un vecino enfundado en la camiseta de Rosario Central. "Era un
buen pibe. Limpiaba vidrios a los autos y le gustaba juntarse a tomar en el tronco", indicó otro,
con una casaca de Boca.
En el tronco. Sobre Carranza al 900 se levanta parte del Fonavi conocido como
"el de Mendoza y Donado", donde abundan las construcciones de tres plantas con balcones a la calle
y los domicilios se reconocen por la numeración de las escaleras. Justo a mitad de cuadra se abre
un espacio verde, con yuyos de mediana altura, que se mete en las entrañas de la mole de cemento.
Allí hay un banco hecho con un tronco, un mural dedicado a la liturgia canalla, tres árboles y
cuatro caños que sostienen un techo de dos chapas. En ese lugar, coinciden los vecinos, se juntan a
tomar varios muchachos de la zona. "Estos pibes se juntan siempre ahí y no está bueno, porque te
piden una moneda para ésto o lo otro, o se hacen los atrevidos con las mujeres. No está bueno",
explicó un joven de la cuadra.
Mientras los por qué de la riña que terminó con la muerte de Tesoto no estaban
demasiado claros para los investigadores, los vecinos no se cansaron de tirar señales. "Cerca de
las 8.50 lo ví a El cordobés ir para el tronco con un porrón en la mano. Se sentó y al rato cayeron
otros dos muchachos. Empezaron a discutir y terminaron peleando", relató un joven que vive frente
al lugar. Y agregó: "Después, los dos que habían llegado lo corrieron a El cordobés unos 50 metros
y cuando lo alcanzaron le pegaron un puntazo en el pecho y lo mataron".
"Yo escuché que alguien gemía de dolor pidiendo ayuda. Me asomé al balcón y el
pibe estaba tirado ahí, donde yo había terminado de baldear", dijo una mujer del Fonavi señalando
el frente de la escalera 911 de calle Carranza, frente a un lavadero de autos.
Silencio de radio. Una vez que llegó la policía al lugar, alertada por un
llamado anónimo, los pesquisas convocaron a un ex cuñado de Teosto quien se cargó la tarea de
identificar a la víctima. Según se supo, El cordobés tenía dos hijos y estaba separado desde hacía
cuatro años. Su ex pareja vive en el mismo Fonavi, pero al sur de calle Mendoza, mientras que él
ocupaba una pieza en una pensión de Pichincha y se ganaba la vida en ese barrio limpiando vidrios y
cuidando autos en inmediaciones de los boliches.
En eso estaban los policías cuando un hombre robusto, apoyado en muletas, se
acercó a una de las casas donde los uniformados buscaban testimonios y dijo: "Vos no firmés nada
que acá nadie vio nada". El hombre es hermano de uno de los apuntados por el crimen.
Así, como si fuera de manual, los pesquisas se toparon con el silencio stampa
del vecindario. Sin embargo, la gente dejó saber por lo bajo el nombre de dos sospechosos.
Uno de ellos es un habitué de la subcomisaría 22ª y su nombre estuvo en carpeta
de los pesquisas por un doble crimen ocurrido en el mes de junio de 2006.
Actualmente estaría con libertad asistida.