Con bronca y sensación de desamparo por parte del Estado, referentes de diversas vecinales de Rosario reclaman por la baja frecuencia del transporte público, sobre todo en horario nocturno. Una constante es la relación con la inseguridad, ya que la situación se combina con una ausencia casi total de presencia policial en las calles, por lo que tomar un coche se ha transformado en los horarios con pocas personas en la vía pública en una peligrosa aventura.
La Capital consultó a asociaciones de todos los extremos de la ciudad, a excepción del centro, donde casi no hay problemas porque es donde se cruzan casi todas las líneas. La ausencia de choferes por vacaciones y el impacto de la tercera ola sobre los contagios, sumado a la adecuación del sistema que dejó a algunos barrios con una sola línea, o muchas cuadras por caminar para conseguir un servicio, son una constante en los testimonios.
Es que desde Navidad hasta el comienzo de clases, la Municipalidad pone en marcha el diagrama de verano. La grilla se establece en contraposición a la llamada de invierno, que corresponde al ciclo lectivo escolar y la época de mayor actividad comercial, que empieza a principios de marzo y dura hasta finales de diciembre. La mayor diferencia es la cantidad de unidades en la calle, el número de vueltas que dan, el rango horario entre el primero que sale y el último, y la frecuencia durante las horas pico.
Sobre esta realidad se montó la tercera ola, que tiene a entre un 15 y 20 por ciento de los choferes aislados. Desde la Secretaría de Movilidad argumentan que la demanda actual muestra una merma respecto de veranos anteriores, y llega al 55 por ciento de pasajeros de un enero prepandemia. Las explicaciones son que hay mucha población positiva haciendo cuarentena, o que tomó vacaciones en enero y antes lo hacía en otro mes del año.
Vuelta atrás
Las quejas más habituales de los vecinos son por malas frecuencias y "viajar como ganado", y el pedido más escuchado fue el de que todas las líneas vuelvan a sus recorridos anteriores, abandonando la fusión de emergencia dispuesta por el municipio. Una denuncia reiterada es que la app Cuándo Llega muestra que está por pasar el colectivo, pero nunca arriba. "Que todo vuelva como antes, que para ser sinceros también tenía serias falencias, pero era mejor que esto", se sinceró un ciudadano.
Germán Gago, de la vecinal 22 De Julio, en la zona sureste, contó que vienen teniendo problemas con los colectivos desde que comenzó la adecuación, reclamo que fue atendido a medias. "Dejaron dos líneas de cuatro. Nos sacaron la 146, el heredero del tranvía que llevó durante 80 años a los trabajadores de Tablada, Villa Manuelita y General San Martín. Pusieron el 106, que hace un recorrido larguísimo y no tiene frecuencia", aseguró. Y dijo que "no se está cumpliendo ninguna promesa de esperas de 15 minutos", que se extienden hasta 50 y 60 minutos, según el horario, y un mal funcionamiento de la aplicación. "Esta incertidumbre no colabora con la seguridad, y no hay colectivos nocturnos de 23 a 1 de la mañana", manifestó.
"Para las autoridades solamente importa el movimiento estudiantil, y no se tiene en cuenta el de empleados, obreros y vecinos que deben cumplir sus obligaciones, asistir a una atención médica o llegar a un cajero para poder cobrar la jubilación", secundó Claudio Gershanik, de Vivir y Convivir en Tablada, para quien no se tiene en cuenta el regreso del personal gastronómico o el de salud en los cambios de guardia nocturnos, los obreros de turno noche o en el ingreso por la mañana, "que no tienen transporte y deben cruzar riesgosamente la ciudad en bicicleta, esperar en una esquina oscura una hora y media la llegada de un colectivo, o pagar un monto a veces superior a lo cobrado en el día para viajar en un taxi, si lo consiguen".
En el otro extremo de la ciudad, Eduardo Brizuela, presidente de la vecinal Fontanarrosa en el barrio del mismo nombre (ex Zona Cero) dijo recibir constantes reclamos no solo de la baja frecuencia de la única línea que pasa por el barrio (153 negra), sino también de la falta de puestos de recarga y el mal funcionamiento de la app Cuándo Llega, "lo que hace que la persona que espera en una parada se convierta en presa fácil para los oportunistas amigos de lo ajeno, arrebatadores o algún peligro mayor". La frecuencia habitual es de 25 a 30 minutos, pero en este tiempo se estiró a 60 o 90 minutos.
Desde la vecinal Empalme Graneros, Osvaldo Ortolani subrayó que "el transporte hace agua", y es una queja permanente y cotidiana de todos los vecinos ante las líneas 110, 146, 101 y 129 que pasan por el barrio. Durante el día esperan más de una hora, y en los horarios nocturnos, después de la 20.30, cada hora y media o dos horas. "En la página aparece que va a venir el colectivo, y nunca viene. Es deplorable. La gente sale una hora antes para poder llegar al trabajo, y los que lo hacen de noche en su mayoría se llevan uno con otro porque desconfían del único que pasa a la noche", expresó.
Expuestos
Ximena Aleman de la vecinal Maradona, que nuclea Luis Agote y Pichincha, admitió que "hay un enojo generalizado, porque aunque prometieron que cuando termine la pandemia iba a volver atrás la fusión, el usuario tiene que caminar entre 4 a 6 cuadras en una ciudad tomada por la violencia", y relató que los vecinos no salen a la calle a tirar la basura de noche, ya nadie se sienta en la vereda, y en determinados horarios como las 6, 14 o 22 "no hay un alma" y están expuestos a la inseguridad.
La referente de las Vecinales Unidas por la Seguridad dijo que les consta que "los choferes que se contagian Covid no tienen reemplazo en las empresas, y los coches no salen de los galpones". Aseguró que se trata de líneas que tienen 15 unidades para tener frecuencia óptima de 15 a 20 minutos, pero algunas están trabajando con siete, por lo que demoran hasta 75 y 80 minutos. Las demoras denunciadas son en las líneas 120, 107, 112 y 143, tanto de día como de noche. La 113 es sin dudas la más castigada por la mala frecuencia.
Sumado a esto, el anuncio de la provincia que retiraría de la calle a policías que no tengan el esquema completo de vacunas sumó preocupación: "Necesitamos que reemplacen a esos efectivos, la seguridad no puede ejercerse por teletrabajo. Es una situación compleja, pero no se le puede responder a los vecinos que nadie nos cuida y que nos hay colectivos, porque todos deben ir a trabajar para que no les descuenten el día", lanzó Aleman. Silvia, una vecina de la zona de Pueyrredón y Güemes, contó que a la mañana espera 35 minutos "sin ver ni un policía por ningún lado", y que hace 15 días fue testigo de una moto que le arrancó la cartera a una joven que iba a tomar el colectivo.
La Presidente de la Vecinal Echesortu Oeste, Vanesa Amato, dijo por su parte que han tenido reclamos, pero la 138 y 139 que pasa por el barrio es la que menos tiene. "El fin de semana sufre atrasos, sobre todo se quejan los trabajadores esenciales, y entendemos que es porque en enero hay menos frecuencias y por la cantidad de choferes aislados. Durante el día y en horario pico, pasan", reveló. Y aportó que hay quejas por la 153 que queda un poco más alejada, y tiene mucha demora.
Lea Medina referente del espacio Amigos y Vecinos de María Duboe, del barrio Supercemento de Donado y Mendoza, denunció que "bajaron las frecuencias aunque habían prometido aumentar los coches", y que por consiguiente los vecinos de la zona viajan amontonados, sufren arrebatos en las paradas, y de noche es imposible encontrar un colectivo. Apuntó que el 116 llevaba al Pami y a la Municipalidad a muchos adultos mayores, que con la adecuación fueron perjudicados incrementando la distancia a caminar, siendo que la mayoría utilizan bastones o andadores. Además, detalló que para ir a Villa Gobernador Gálvez se utilizaba el 142, que dejaba a los trabajadores de los frigoríficos, y con el nuevo sistema más corto los que van a Unilever o Cachamai deben tomar dos líneas. "No solo nos perjudica en cuanto a distancia, sino en lo económico. También teníamos la K con una frecuencia de 10 minutos, ahora tenés que esperar entre 20 y 30 minutos, y ni hablar del 153", bramó.