A paso lento, con precauciones, la nueva cúpula de la CGT terminará de todos modos por llevar a la central obrera a un paro general de 24 horas. Y en el mes de octubre. La convicción de la conducción tripartita para ir al paro es débil, pero en el Comité Central Confederal que se realizó ayer, en la sede de calle Azopardo, hubo un mandato casi sin fisuras desde abajo: ningún titular de gremio quiere seguir bancando el retroceso económico sin precedentes.
La reunión de más de 250 delegados —sobre un total de 305, según consignó la CGT— se extendió por tres horas, dio lugar a unos 30 oradores y terminó por decidir la medida de fuerza, aunque dejó en manos de Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña, ponerle fecha.
El próximo jueves, el triunviro tendrá un encuentro con el ministro de Economía Alfonso Prat Gay "y otros ministros del gobierno nacional". Allí la CGT quiere ver, en la discusión por el presupuesto de 2017, cuál será la suerte de los trabajadores. Y recién luego tomaría la decisión del paro y establecería la fecha.
"El gobierno generó transferencias del Estado a sectores de concentración económica, dio pasos como las tarifas, la caída del salario y el proceso inflacionario que han deteriorado el poder adquisitivo de los trabajadores, de los jubilados, de los que tienen ingresos fijos", caracterizó Daer, primera voz cantante oficial ante la prensa luego del Confederal.
El titular del gremio de la Sanidad, que además de integrar la conducción de la CGT, comparte tareas como diputado nacional (por el Frente Renovador, que conduce Sergio Massa), evitó la palabra "paro" y prefirió el eufemismo de "medidas que se crean convenientes en el momento oportuno".
Su compañero Schmid, parado junto a él, sí pudo decir la expresión "paro por 24 horas". Aunque evitó hablar de fechas, dejó la decisión supeditada a las conversaciones que tengan con el gobierno nacional en los próximos días.
Con todo, La Capital pudo saber que el paro se haría en octubre "porque no es nuestra idea asociarlo a los posibles problemas que pudieron suceder a fin año, y que luego nos acusen de desestabilizadores".
Paritarias y algo más. La cúpula de la CGT plantea reapertura de paritarias, aunque no sea el Ejecutivo quien tenga que autorizar esa negociación entre sindicatos y empresas. Sin embargo, luego, es el Ministerio de Trabajo quien tiene la potestad de homologar o no los acuerdos alcanzados. También le pedirá la CGT al gobierno la urgente revisión de tema impuesto a las ganancias para la cuarta categoría, así como un aumento de emergencia para jubilados, entre otros reclamos.
La continuidad de un diálogo con el gobierno que todos intuyen no conducirá a nada novedoso será, de todos modos, para los cegetistas la oportunidad para colocar el conflicto en el centro de la escena nacional. Y responsabilizar, luego, al gobierno por la falta de soluciones.
De una conducción tripartita donde dos de sus tres integrantes pertenecen al partido de Sergio Massa, es manifiesta la dificultad por pararse en la vereda de enfrente del gobierno de Mauricio Macri. "Con Sergio estamos hablando poco, estamos ahí. El prefiere mantenerse alejado de la CGT", explicó a La Capital otro de los diputados nacionales de origen sindical y militante en el partido de ex intendente que ha venido actuando como aliado principal de la Casa Rosada en el Congreso nacional.
Respecto de si los cegetistas tienen o no confianza en las conversaciones pendientes con el gobierno nacional, el rosarino Schmid, quien conduce el gremio de Dragado y Balizamiento, se atajó: "Yo no confío en nada, tenemos que atenernos a los hechos. Cuando terminemos las rondas de conversaciones recién tendremos las precisiones, mientras tanto nuestra obligación es recorrer los distintos estamentos del Poder Ejecutivo y las centrales empresarias",
Aplauso extranjero. Por su parte, Acuña reiteró que "como movimiento obrero tenemos prudencia, pero vemos que los únicos que están aplaudiendo al presidente son los extranjeros; los argentinos no están conformes con la situación del país".
El paro de la CGT quedó formalmente habilitado, le falta el gatillo que lo dispare. La CGT se tomará unos días para emplazar a la Casa Rosada, y lo más relevante, tratar de explicarles el paro a sectores no sindicalizados y sectores medios de la sociedad, allí donde la CGT no tiene buena imagen. El gobierno, por su parte, jugará una carta final para desactivar la bomba. O bien pondrá toda su energía en revertir los argumentos sindicales desde la amplia cobertura comunicacional que le ofrecen los medios de prensa amigables.