Después de la extenuante exigencia que impuso la travesía de remar una semana, llegó el momento de la recomposición y los primeros análisis. Para los integrantes de la Multisectorial Humedales, que se trasladaron en kayak hasta Buenos Aires y que el miércoles entregaron el pedido en el Congreso para que los legisladores nacionales traten la ley de humedales, la caravana fue un auténtico gesto de sacrificio colectivo —físico y mental— que sirvió para comprender la envergadura del reclamo. “Hicimos esta caravana para que la necesidad de contar con esta ley entre en la agenda pública y que no pierda estado parlamentario. Hacen falta decisiones inmediatas”, exclamó Macarena Romero Acuña, antropóloga e integrante de la Multisectorial.
Aún emocionada por la cruzada, esta rosarina confió: “Sentimos que hubo una repercusión súper positiva. Primero porque se entendieron las intenciones que guiaron esta travesía para llevar el petitorio para que se reúnan las comisiones. Se comprendió el sentido simbólico de remar hasta el Congreso, como está remando la ley para poder salir”.
Y puntualizó: “También hubo un sentido profundamente político, que fue generar visibilización y que se ponga en agenda esta temática. Necesitamos que se hable de la ley de humedales, algo que viene bastante olvidado desde diciembre del año pasado, que logró un documento unificado en la comisión de Ambiente, pero después no siguió su curso, y hasta hoy está trabada en la comisión de Agricultura, que está cajoneando el proyecto”.
Sobre las causas de estos inconvenientes dentro del Congreso, esta becaria del Conicet apuntó que “esto no avanza por el lobby sojero y también por los intereses inmobiliarios”. Y resaltó: “Necesitamos que salga ya la ley. Nos sorprenden cómo salen rápido otras leyes y ésta, que se viene impulsando desde 2013, quede siempre trabada”.
Acerca de las complicaciones que impusieron las exigencias de la caravana por el Paraná, Romero Acuña contó que “fue una travesía que se fue tejiendo entre muchos contrastes. Por un lado, convivíamos con la niebla y el frío. A veces, después de que se despejaba, era hermoso remar con la belleza natural de algunos paisajes. Pero también, aparecían zonas muy contaminadas, con mucha basura y efluentes cloacales. Vimos industrias y edificios en zonas donde no deberían estar permitidos. Y en ese trayecto, veíamos casas hermosas de fin de semana al lado de ranchos. Los vecinos de los ranchos se nos acercaban y siempre gritaban algo a favor nuestro”.
“Durante todo el recorrido recibimos muchos gestos de apoyo y de agradecimiento de la gente. La verdad es que nos ayudaron muchas organizaciones amigas. Las recepciones que tuvimos fueron realmente maravillosas y emocionantes para nosotros”, comentó.
Marcha en Buenos Aires
En relación a la marcha de cierre en Buenos Aires, desde plaza de Mayo hasta el Congreso, reconoció que “para nosotros fue impactante, por todo lo que representa que una organización ambiental del interior lleve a Buenos Aires sus reclamos. Por suerte, todo ese esfuerzo logró una gran repercusión”.
La ambientalista contó además cómo fue el ingreso al Congreso. “Entramos referentes de la Multisectorial Humedales y también de otras organizaciones. Nos recibieron tres diputados que integran la comisión de Ambiente y les pudimos entregar el petitorio de plenario de comisiones”.
Y admitió que se quedaron con “una sensación amarga porque no nos recibió nadie de las comisiones que tienen que continuar esta ley. Nosotros queríamos que los de Agricultura estuvieran y no lo hicieron. Ningún integrante de esas comisiones se acercó a nosotros a hacerse cargo de lo que está pasando. Nos dolió mucho, porque es ahí donde está trabada”.
En el día después de la finalización de la caravana, Romero Acuña destacó otra vez con énfasis: “Necesitamos que sigan tratando la ley y que no pierda estado parlamentario. Hay que recordar que ya lo perdió en dos oportunidades. No queremos que este año pase lo mismo”.
Ramallo, una postal de lucha
Hubo muchos momentos en la travesía que quedaron grabados en la memoria emotiva de Romero Acuña. Pero lo vivido en Ramallo, no se le borrará. “Llegamos a Ramallo, y acomodamos los kayaks en una zona donde entraba el agua y donde podíamos parar. Nos agasajaron algunas organizaciones amigas, tomamos café caliente y hubo mucha charla. Así nos fuimos a dormir y, al día siguiente, cuando nos levantamos nos encontramos con que el río había bajado 45 centímetros y no podíamos salir porque no había agua”, contó la ambientalista.
“Donde habíamos dejado los kayaks, era todo barro. Por eso, tuvimos que vaciarlos a todos y llevarlos al hombro. Tuvimos que subir por una explanada para llevarlos a otra zona de costa para poder salir. Eso fue impresionante porque nos motivó muchísimo. De esa manera, entendimos que esta bajante también tiene que ver con los extractivismos, con una forma de explotar al río, y con el poco cuidado con la naturaleza. Fue una postal un poco triste, pero también muy descriptiva de la importancia de nuestra lucha y de nuestra resistencia”, comentó Romero Acuña.